Irlanda

La ruta costera del Atlántico irlandés

La isla verde y esmeralda tiene en los condados de Cork y Kerry una imagen que engloba lo mejor de su territorio.

El castillo de Killarney está ubicado a la orilla del Parque Nacional de su mismo nombre.
El castillo de Killarney está ubicado a la orilla del Parque Nacional de su mismo nombre.larazon

La isla verde y esmeralda tiene en los condados de Cork y Kerry una imagen que engloba lo mejor de su territorio.

Nuestro viaje empieza en Cork, la segunda ciudad más importante de la República Irlandesa. Situada cerca de la desembocadura del río Lee, la parte antigua de la ciudad, ocupa un islote del río. Afortunadamente hay vuelo directo gracias a la Compañía Iberia Express, la aerolínea low cost más puntual del mundo, desde Madrid a Cork hasta mediados de Septiembre. Cork va seduciendo poco a poco. Resuelta imprescindible conocer su mercado inglés, «English Market», del S. XVIII. Un mercado lleno de colorido, con mucho sabor y con los mejores productos de la región. Su catedral protestante de estilo neogótico, St.Fin Barre´s, junto con la torre de la iglesia de St. Anne´s Anglican, y algunos museos, como el Crawford Art Gallery, y las casas de sus dos principales arterias, Oliver Plunkett, y St. Patrick´s St, conforman una propuesta religioso-cultural, que por sí mismas merecerían una visita.

Dejamos la capital del Condado del mismo nombre para realizar la Ruta Costera del Atlántico irlandés, que no defrauda a nadie. En ella nos encontraremos con el pueblo de Ballinascarty, con un monumento en forma de estatua del primer modelo de coche que creó Henry Ford padre, que nació aquí antes de emigrar a Estados Unidos. El pintoresco puerto de Baltimore, con su castillo del S.XIII, y una recoleta plaza, donde se ven a los marineros tomándose unas pintas, mientras disfrutan de la visión de los barcos pesqueros y del mar, recordando, quizás, sus hazañas en esos navíos, cuando los temporales arreciaban durante la pesca y cerca, el Círculo de piedra de «Drombeg», un círculo de menhires de la Edad de Bronce, compuesto por 17 monolitos, que destacan sobre una bella ladera que cae hacia la costa.

Cuando llegamos hasta Glengarriff nos espera un pequeño barco, que nos llevará a través de la bahía de Bantry, a los jardines de Ilnacullin, una de las joyas de nuestro viaje. Numerosas focas descansando sobre piedras a modo de islotes nos acompañarán durante la navegación, hasta la isla de Garinish. Aquí se encuentra uno de los jardines más emblemáticos de Irlanda. La visita de este exuberante vergel nos permite descubrir que cuenta con un microclima único, debido a la influencia de las corrientes del Golfo. Por tanto no resultará extraña la abundante vegetación mediterránea con la que nos encontramos, con innumerables especies exóticas y subtropicales, donde algunos personajes famosos como George Bernard Shaw o Bram Stoker venían por aquí a disfrutarlos.

Bantry House

El nombre de esta Bahía proviene de la recoleta población de Bantry, otro de los pueblos costeros, con un pintoresco puerto, con casas y fachadas de tiendas pintadas de diferentes colores. Pero si este pueblo es encantador, aún lo es más la antigua residencia de la Bantry House con sus jardines. Es posible hacer una visita guiada al palacio y a los jardines de estilo italiano, desde donde se obtienen unas vistas espectaculares de toda la bahía.

Nuestro recorrido por la Costa Atlántica prosigue, y como si un gato hubiese arañado los acantilados en toda la costa, se nos presentan con enormes cicatrices y nos encontramos con una serie de penínsulas, que nos hacen recordar a las Rías Baixas gallegas. Lo cierto es que no se trata de rías, puesto que no desemboca ningún río, sino penínsulas que se adentran en el mar, a cada cual más interesante.

Dejamos pues la península de Beara y el condado de Cork para llegar a la península de Iveragh, que se presenta como la más grande de todas, ya en el condado de Kerry.

Nuestra base de operaciones en este caso es la pintoresca población de Killarney, ubicada a la orilla del Parque Nacional de su mismo nombre. Su visita se puede hacer en un coche de caballos, para así admirar tranquilamente este escenario victoriano. El parque cuenta con la mayor concentración de robles de la isla, que dan un gran colorido al paisaje. Incluso se pueden ver ciervos rojos salvajes bebiendo en los lagos y el siempre fotogénico Castillo de Ross, que se ha convertido en uno de los iconos de la ciudad.

Desde aquí partimos para hacer el «Anillo de Kerry», un infinito circuito panorámico que serpentea junto al mar, con sus playas inmaculadas, ruinas medievales, islas, etc. Paramos en Waterville, un bonito nombre para un pueblo que fue escogido por el gran Charles Chaplin para pasar varios años de vacaciones. Él se hospedaba en el Hotel Butler Arms, donde las salas del edificio aparecen decoradas con fotos de su presencia en la ciudad. El paseo marítimo merece ser disfrutado durante la puesta del sol, pues los colores resultan aún más llamativos. Y así, caminando, es como descubrimos una estatua de bronce en honor del gran actor y director.

Nuestro destino final de la ruta irlandesa nos lleva a visitar la isla de Skellig Michael («roca del Arcángel Miguel»). Acceder a ella no resulta nada fácil. Dos días de cada siete no se puede navegar, debido al oleaje. A eso hay que añadir que son pocos los barcos que hacen ese recorrido y sólo caben 12 pasajeros en cada barco, por lo que hay que reservar con mucho tiempo de anticipación. Si a esto añadimos que ha sido escenario de los rodajes de las dos últimas películas de la Guerra de las Galaxias, no es de extrañar que sea difícil conseguir plaza. Una isla con cierto aire fantasmal, que ha sido premiada como Patrimonio Mundial de la Unesco.