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La Mancha: "slowsummer" entre viñas, molinos y estrellas

Conciertos, gastronomía, senderismo y cielos estrellados componen la escapada perfecta para quienes desean reconectar con la calma de la vida rural

Viñedos bajo los molinos de Alcázar de San Juan Ruta del Vino de La Mancha

Este verano, el cuerpo pide bajar el ritmo. Y no solo para desconectar, sino para reconectar con lo esencial: el placer de lo sencillo. Para quienes buscan aire limpio, silencio sin interrupciones y tardes que no exigen mirar el reloj, la Ruta del Vino de La Mancha ofrece el escenario ideal. En este rincón de Castilla-La Mancha, el verano se saborea despacio, entre paisajes infinitos y recuerdos que se despiertan con el aroma del campo o el sonido de una verbena.

Lejos del turismo masivo y de las prisas de las grandes ciudades, esta propuesta invita a recuperar las vacaciones en el pueblo, aquellas que nos conectaban con los abuelos, con las fiestas en la plaza, los juegos hasta el anochecer y los sabores de siempre. Porque lo rural no solo está de moda: es una necesidad emocional.

Enoturismo con alma: más de un 11% de crecimiento

Con un incremento de más del 11% en visitas durante 2024, esta ruta se posiciona como una de las favoritas del enoturismo nacional. La tendencia es clara: cada vez más viajeros eligen la autenticidad frente al artificio, y encuentran en La Mancha ese equilibrio entre cultura, naturaleza y gastronomía, sin renunciar al confort.

La Ruta del Vino de La Mancha no solo propone descubrir un territorio vinícola de más de 400.000 hectáreas de viñedos, sino también vivirlo: con los cinco sentidos y con los pies en la tierra. Aquí, las vacaciones se miden en copas, paseos y sobremesas sin prisa.

Cueva-bodega Persiles en TomellosoRuta del Vino de La Mancha

"Slowsummer": cuando el verano se detiene

El concepto de "slowsummer" cobra pleno sentido en esta ruta. ¿Qué significa? Disfrutar sin relojes. Vivir los días como antes, con siestas largas, paseos al atardecer y cenas en patios iluminados por faroles. En la Ruta del Vino de La Mancha, el verano es sinónimo de calma, pero también de sabor y encuentro.

Los pueblos de esta ruta proponen una agenda que mezcla naturaleza y gastronomía, fiesta y contemplación: romerías, conciertos al aire libre, picnics entre viñas, visitas a salas de barricas, catas al atardecer y noches plagadas de estrellas. Todo ello maridado con vinos que expresan la fuerza de una tierra que ha sabido guardar lo auténtico.

Gastronomía de raíz y platos que cuentan historias

El paladar también encuentra aquí su descanso. Y su deleite. Recuperar las vacaciones en el pueblo es también reencontrarse con los sabores de siempre: aquellos que huelen a leña, que se cocinan a fuego lento y que reúnen a varias generaciones alrededor de la mesa.

Restaurantes como Las Musas, con vistas a los molinos de Campo de Criptana, o Azafrán, en Villarrobledo, reinterpretan la cocina manchega con sello Bib Gourmand de la Guía Michelin. Pero también hay propuestas más tradicionales: El cocedero de Kiele, El Rincón Manchego, Casa Gastronómica El Rincón de La Mancha, Cueva La Martina, La Antigua, Orbe Kitchen Bar o La Viña E, entre otros. Todos comparten algo esencial: el respeto por el producto local y el deseo de compartirlo sin artificios.

Restaurante Las Musas CriptanaRuta del Vino de La Mancha

No faltan los tesoros gastronómicos que se pueden llevar a casa: pistachos de Argamasilla de Alba, dulces artesanos del convento de las Clarisas de El Toboso, hojaldres de Panadería El Orejón, quesos de Finca La Jaraba o de Quesería El Fraile, y las irresistibles conservas de Las RRR. Aquí, cada bocado desbloquea un recuerdo.

Quesos de Pago La Jaraba Ruta del Vino de La Mancha

Paisajes que se caminan y se respiran

La naturaleza es una de las grandes protagonistas del slowsummer manchego. Villarrubia de los Ojos, apodado ‘el mirador de Castilla-La Mancha’, ofrece senderos entre viñedos, olivos y humedales pertenecientes a la Reserva de la Biosfera Mancha Húmeda.

Este entorno acoge especies en peligro como el lince ibérico, el buitre negro o el águila imperial, haciendo de cada paseo una experiencia única. Lugares como Los Ojos del Guadiana, el Parque Recreativo Gigüela o el LIC Montes de Toledo se suman a joyas como la Laguna de Salicor, La Veguilla o el Humedal de Don Quijote.

Y si se busca un poco de historia, el castillo de Peñarroya, en Argamasilla de Alba, es una parada imprescindible: una fortificación del siglo XII con vistas a las aguas turquesa del Guadiana, ideal para visitar a pie o en bici.

Castillo de Peñarroya, en Argamasilla de Alba Ruta del Vino de La Mancha

Tardes con música, noches con estrellas

Los atardeceres manchegos tienen nombre propio: Sierra de los Molinos, en Campo de Criptana. Allí, entre gigantes de viento y casas blancas del Barrio del Albaicín, se celebran eventos como "AirenFest", donde el vino local y la música en directo crean una atmósfera mágica.

Los Molinos de Campo de Criptana Ruta del Vino de La Mancha

Los molinos de Alcázar de San Juan también sirven de telón de fondo a conciertos y catas con motivo del Solsticio de Verano, mientras que en Socuéllamos, el 21 de junio, el evento ‘Socuéllamos en vela’ transforma la localidad con música y velas.

Y para los aficionados al cielo nocturno, Villarrobledo ofrece una de las mejores vistas del firmamento gracias a su certificación "Starlight". Pero lo cierto es que cualquier rincón de esta ruta permite vivir la emoción de una noche bajo las estrellas.

Chozos VillarrobledoJavier López

Tradiciones vivas y fiestas con historia

Recuperar las vacaciones en el pueblo también es sumarse a sus tradiciones. La Romería de San Cristóbal (Pedro Muñoz y Villarrobledo, julio) o la histórica Corrida de la Bandera (s. XVI) son solo dos ejemplos. En Tomelloso, la música y la fiesta marcan el ritmo del verano desde los primeros días de junio, con eventos como el Holy Fest o el Concurso Nacional de Coros Rocieros.

Y para los amantes de los festivales, El Toboso acoge el ya consolidado Zeporock, que este año celebra su décima edición.

Vacaciones sin colas, sin reservas y sin estrés

En la Ruta del Vino de La Mancha, no hay atascos, ni horarios que cumplir, ni que pelear por una reserva. Solo hay que llegar y disfrutar. Caminar, probar, mirar, oler, conversar, y volver a sentir el verano como cuando todo era nuevo.

Porque sí, recuperar las vacaciones en el pueblo es volver a vivir de verdad. Y en La Mancha, eso no solo es posible: es inevitable.