Historia

Historia

Masada, parte de la historia

Masada, parte de la historia
Masada, parte de la historialarazon

Espectacular, soberbia, impactante, sobrecogedora, orgullosa, imponente, majestuosa, grandiosa, rebelde, insurrecta, guerrera. Muchas son las palabras con las que definir este histórico lugar.

Sobre una montaña aislada, en pleno desierto de Judea, cercana a las aguas del Mar Muerto, descubrimos una de las más impresionantes fortificaciones que el viajero pueda imaginar. Este lugar, también conocido como la fortaleza de Herodes, fue escenario de la última resistencia del pueblo judío ante el asedio de las tropas del Impero Romano comandadas por el general Lucio Flavio Silva.

Las tropas romanas, ante la dificultad de entrar en la fortificación, se decidieron por un asedio que duró meses levantando unas defensas alrededor de la montaña para evitar huidas de los rebeldes judíos. Desde lo alto de Masada se aprecia perfectamente dónde se situaba este muro perimetral y los campamentos del ejército romano, muy superior en número y armamento. Al ser esta montaña una protección natural, de difícil acceso y fácil defensa, los comandantes romanos hubieron de idear, al “eternizarse” el asedio, una forma de entrar en Masada. No es extraño que en hebrero Masada, signifique ”la fortaleza”.

La “numantina” resistencia de los judíos acabó cuando los romanos construyeron una inmensa rampa (“agger”) con la que deslizar una torre de asalto con un gran ariete que golpeaba las murallas de Masada. Al entrar descubrieron que sus ocupantes se habían suicidado colectivamente. Prefirieron morir (hombres, mujeres y niños) a ser esclavizados.

Aunque la subida puede hacerse a pie (por el conocido “camino de la serpiente”), un moderno teleférico nos lleva a la cima de la montaña donde, con unas audio guías, podemos ir conociendo paso a paso la historia del lugar y los avatares por los que ha tenido que pasar hasta la actualidad. Una verdadera maravilla arqueológica.

Declarada Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO en el año 2001 se ha convertido en un lugar emblemático y una parada obligatoria de todo turista que visite estas tierras.

Sobre la cumbre existe una pequeña planicie cuyo recorrido, además de adentrarnos en los épicos episodios del gran asedio romano, también permite hacernos una idea de las construcciones que existían en aquel momento: el palacio de Herodes, las termas, el sistema de cisternas excavadas en la roca, la sinagoga, los frescos en las paredes, las calles, los almacenes de alimentos, las viviendas, etc.

Conviene no olvidar que durante siglos quedó deshabitada y fue, entre otras cosas, refugio de monjes ermitaños.

Subir hasta la cima y poder dominar un horizonte que regala unas inolvidables vistas sobre tierras bíblicas como las montañas de Judea y el Mar Muerto es una sensación inenarrable. El viajero siente que tiene el privilegio de estar aquí, de pasear entre estas ruinas que hablan de un grandioso pasado.

Quizás una buena recomendación es que veas la superproducción norteamericana protagonizada por los actores Peter O'Toole y Peter Strauss sobre Masada. Aunque con las lógicas licencias cinematográficas, y algunos errores históricos, no deja de ser una forma de comprender lo que acaeció en esta montaña y por qué desde entonces forma parte de la historia y del corazón del pueblo judío.

No debemos olvidar que estamos frente al Mar Muerto. Esto es sinónimo de disfrutar de una experiencia que querrás repetir. Como sabes, el gran índice de salinidad de estas aguas permite la flotabilidad. Hay que experimentarlo. La foto típica del turista leyendo el periódico mientras flota es casi obligada. El Mar Muerto tiene también otras posibilidades. Sus barros, contrastados científicamente, son buenos para muchas enfermedades de la piel y, debido a lo bajo que nos encontramos, el aire tiene mucho oxígeno siendo, por tanto, un lugar muy recomendable para determinadas enfermedades respiratorias.

¿Qué te parece pues la idea de embadurnarte con estos barros, dejar que se sequen y bañarte en el Mar Muerto?. Te va a gustar.

¡Qué más podemos pedir!. Un buen tándem para una excursión: “Masada y Mar Muerto”.