Vacaciones
Mauricio, la isla con nombre propio
Inmensas playas de arena blanca, templos hindúes, bulliciosos mercados multiétnicos, hoteles de ensueño... Este país es «la isla de la fortuna», como la definió Joseph Conrad
Inmensas playas de arena blanca, templos hindúes, bulliciosos mercados multiétnicos, hoteles de ensueño... Este país es «la isla de la fortuna», como la definió Joseph Conrad.
Bañado por las cálidas aguas del océano Índico y situado a tan sólo 900 kilómetros de las costas de Madagascar, Mauricio es un pequeño país-isla (su extensión es inferior a la de Mallorca) con todos los elementos necesarios que nos permiten catalogarlo como «auténtico paraíso», uno de los destinos preferidos por parejas de todo el mundo para celebrar su luna de miel.
Pero a sus increíbles playas de aguas cristalinas hay que añadir otras virtudes que otorgan a Mauricio un carácter diferencial, como por ejemplo su peculiar diversidad cultural, herencia directa de las múltiples ocupaciones territoriales que tuvieron lugar en esta isla desde el siglo XVI: empezando por portugueses y holandeses (que la bautizaron en honor al príncipe Mauricio de Nassau), hasta los franceses e ingleses, quienes dejaron sus idiomas como legado en forma de lengua oficial. Con ellos también llegaron los primeros esclavos, procedentes de Madagascar y el continente africano, para realizar los duros trabajos en los campos de caña de azúcar. El resultado fue el mestizaje y el nacimiento del «criollo» (tercera lengua oficial) una peculiar mezcolanza basada en el inglés con toques de francés y portugués.
El símbolo nacional criollo es Le Morne Brabant, una gigantesca formación basáltica que se alza 556 metros sobre el nivel del mar, situada en el suroeste de la isla. La historia de esta montaña está teñida con tintes dramáticos, ya que durante dos siglos sirvió como refugio para los cimarrones que huían de su terrible destino como esclavos. Cuando en 1835 la esclavitud fue abolida, un grupo de policías ingleses recorrió la montaña para comunicarles que eran, por fin, libres. Sin comprender lo que estaba ocurriendo, llevados por el pánico, muchos esclavos decidieron suicidarse saltando al vacío. En 2008, la montaña fue incluida en la lista de lugares Patrimonio de la Humanidad.
El lago sagrado
Ubicado en el fondo de un antiguo cráter volcánico, el Grand Bassin (o Ganga Talao) es el mayor lago sagrado para los hindúes fuera de la India. Para los nativos mauricianos que profesan esta religión, el agua de este lago es equivalente al agua del Ganges, el río sagrado, madre de la India. Es un lugar de culto, dedicado al dios Shiva, no demasiado frecuentado por los turistas, pese a ser uno de los enclaves más auténticos e interesantes de Mauricio. Todos los años, entre finales de febrero y principios de marzo, el lago se viste de gala para celebrar el Maha Shivaratri (la gran noche de Shiva), una multitudinaria peregrinación religiosa que congrega más de medio millón de fieles provenientes de todo el Índico.
Siguiendo la carretera que parte de Port Louis con dirección norte hay una parada ineludible: el jardín botánico de Pamplemousses, considerado como uno de los más hermosos del mundo. Fue diseñado, en el siglo XVIII, por el botánico francés Pierre Poivre y su rincón más conocido es el Estanque de la Reina Victoria, plagado de nenúfares gigantes y rodeado de bambúes dorados.
Muy cerca de la localidad de Chamarel, en medio de una frondosa vegetación, se encuentra una de las atracciones naturales más fotografiadas de Mauricio, la Tierra de los Siete Colores. Se trata de un grupo de pequeñas dunas de arena con diferentes tonalidades (la teoría dice que son siete) que han conformado uno de los paisajes más peculiares del planeta por su rareza geológica. Lo más sorprendente es que los colores se encuentran separados por capas; si se coge una muestra de cada color y se guardan mezclados en un mismo recipiente, con el tiempo se acaban separando de nuevo los colores en un proceso que algunos califican como mágico. Para disfrutar al máximo las diferentes tonalidades, lo mejor es hacer la visita al atardecer. Con la misma entrada también se puede visitar la cascada Chamarel, el salto de agua más espectacular de la isla.
El sello mauriciano
Muy pocos lo saben, pero Mauricio fue uno de los primeros países en emitir sellos postales, tras Inglaterra, Brasil y Suiza. Su fama mundial, sin embargo, viene debida a un monumental error que los encumbró en la historia de la filatelia: en 1848 se encargaron dos modelos con el perfil de la reina Victoria, con fondo naranja para 1 penique y azul para el de 2. En el texto debería figurar la típica leyenda «Post Paid» pero por error se puso «Post Office». Al advertirse el error fueron retirados rápidamente de circulación. En la actualidad se estima que existen tan sólo 25 ejemplares y su precio en subastas puede alcanzar cifras astronómicas. En 2006 se vendió un sobre con los dos sellos matasellados por 3,8 millones de dólares.
La isla de los ciervos
Si hay una imagen que se repite hasta la saciedad en cualquier folleto promocional de Mauricio esta es la de la laguna que rodea la Isla de los ciervos, un antiguo coto privado de caza para europeos pudientes. En la actualidad, parte de esta isla es propiedad del lujoso hotel Le Touessrok, famoso por su magnífico campo de golf de hasta 18 hoyos. La forma más habitual de visitar la isla es contratar una excursión en catamarán que incluye la comida y la bebida a bordo.
Desde el pasado 14 de junio y hasta el próximo 26 de octubre de este mismo año, Evelop (línea aérea del Grupo Barceló, www.evelop.com) volará una vez por semana hasta Mauricio. El vuelo, con salida los martes y regreso en miércoles, es directo desde Madrid con un ahorro de tiempo estimado en tres horas al no tener que hacer escala.
✕
Accede a tu cuenta para comentar