Gastronomía

El privilegio de alojarse en el Parador panorámico de Salamanca

Toda la belleza de Salamanca puede otearse desde las habitaciones y restaurante de su Parador, donde alojarse es un placer superlativo, así como en establecimientos como Taberna de Libreros.

El Parador panorámico de Salamanca
El Parador panorámico de SalamancaToni Montesinos

«Salamanca es una fiesta para los ojos y para el espíritu ver la ciudad como poso del cielo en la tierra de las aguas del Tormes». Esta frase de Miguel de Unamuno da la bienvenida en una amable tarjeta dispuesta en el Parador de Salamanca, «la ciudad milenaria de espíritu universitario». Situado en la margen izquierda del río Tormes, frente al casco histórico de la ciudad, este Parador es un edificio de construcción moderna, con ventanas orientadas a los edificios más emblemáticos de Salamanca, ya sea desde las habitaciones, la piscina exterior o el jardín (el hotel también dispone de gimnasio, sauna y un centro de convenciones para la celebración de todo tipo de eventos).

Este es uno de los muchos alicientes que ofrece este establecimiento, en un recinto privado y aislado, y a la vez, a un tiro de piedra de la ciudad caminando un poco hasta llegar al impresionante Puente Romano. Y es que la ciudad de Salamanca, ciudad Patrimonio de la Humanidad, está llena de rincones y edificios históricos. No hablaremos aquí de la bella Plaza Mayor, la Casa de las Conchas, tan famosa por su fachada, sus catedrales o el edificio de la Universidad, la más antigua de España. Tampoco, de otras localidades cercanas de interés máximo, como Alba de Tormes o e el entorno natural de la Sierra de Béjar.

Como decíamos, el aliciente de instalarse en el Parador y tener un ventanal que ofrece una mirada panorámica de Salamanca no tiene precio. Es una Salamanca, vista desde ahí, que parece una ciudad lejana en el tiempo y que sin embargo empieza a pertenecerte cuando te echas a andar y atraviesas el puente y se abre al visitante antigua, bella, medieval, ocre, universitaria, incitadora, literaria —el «Lazarillo de Tormes», el amor cortés entre Calixto y Melibea en «La celestina», el rastro de fray Luis de León y el propio Unamuno—, como si quisiera mostrarte las edades profundas de la tierra en sus canteras y edificaciones.

Gastronomía charra en el Parador

Dirigido por Óscar Martín Estévez, con una extensa y variada experiencia en este ámbito, el Parador de Salamanca está concebido con un gusto exquisito para ofrecer al cliente una experiencia memorable, pues, al margen de las vistas de la ciudad, en él se transmite la paz de un templo y el confort de un hotel de lujo. Las espaciosas habitaciones permiten tener intimidad para el descanso, para el trabajo incluso, dada la disposición y tamaño de sus muebles, todo de la máxima calidad y comodidad.

Gastronomía del Parador de Salamanca
Gastronomía del Parador de SalamancaToni Montesinos

Esta misma sensación cabe extenderla al restaurante, donde se puede degustar una gastronomía de primera categoría, «charra», como dicen allá (según el Diccionario de la Academia España, charro se refiere a las aldeas de Salamanca). Se trata de unentorno luminoso de grandes ventanales y en el que puede saborearse su gran cochinillo asado al estilo tradicional, lomo de ternera morucha a la brasa, que es una de sus especialidades. De hecho, en el menú se ve cómo la despensa de las dehesas, abanderada por la ternera morucha, el cochinillo o el jamón ibérico de Guijuelo, tiene un gran peso.

Y es que las carnes y chacinas producidas en las dehesas salmantinas, tanto vacunas como porcinas, son tan sobresalientes que protagonizan la oferta gastronómica del Parador. Esta también está compuesta de platos tradicionales de cuchara como las lentejas de La Armuña, las alubias de la Alberca o las patatas meneás, junto con otras exquisiteces como el arroz meloso con boletus o el lomo bacalao. Todo ello, a su vez, se complementará con otro lujo: el de desayunar en una sala colindante, también de cara al cuadro paisajístico que regala la ubicación del Parador, y empezar el día con un desayuno fastuoso.

El chef Alberto Hernández

Pero, más allá de la extraordinaria comida del Parador de Salamanca, si el huésped se acerca a las calles salmantinas, hará muy bien si acaba entrando en uno de los locales más especiales de toda la región: Taberna de Libreros: un espacio moderno, elegante, selvático, íntimo, bajo el arte indescifrable de las luces y sombras, y con platos hechos para el disfrute visual tanto como del paladar. Todo ello ha sido concebido por el genial chef Alberto Hernández, quien, después de años y años recorriendo medio mundo y teniendo importantes puestos tanto en las cocinas como en el ámbito organizativo de su sector, tras la pandemia del Covid-19 decidió regresar a su tierra y fundar un local que es una auténtica preciosidad.

Taberna Libreros. Salamanca
Taberna Libreros. Salamanca Toni Montesinos

La formación y experiencia avalan una trayectoria personal que empezó en el ámbito de las ciencias, pero que dio un giro absoluto cuando Hernández se entregó en cuerpo y alma a su vocación de cocinero. Así, aprendió de algunos de los mejores, tanto en España como en el extranjero, con estadías en Martín Berasategui, Pepe Vieira y Pepe Solla, o trabajando en El Bulli con Ferrán Adrià, o en Atrio con Toño Pérez, hasta convertirse en chef ejecutivo para el grupo Aqua; aquí desempeñó tareas en torno a conceptos culinarios, recetas, oferta gastronómica y formación de chefs y dirección de cocina, todo lo cual le llevó, durante más de doce años, a rincones del mundo como Hong Kong, Pekín y Londres.

Taberna de Libreros es cocina de mercado y productos de temporada, con el toque que da Hernández a raíz de todo lo aprendido en sus viajes, de tal modo que si uno tiene el gusto de sentarse a la mesa de su restaurante percibirá en sus platos, de una creatividad formidable, detalles que provienen de China, Indonesia, Japón, Tailandia y México, más allá de los ingredientes más propios de la gastronomía tradicional española o europea.

Gastronomía de Taberna Libreros
Gastronomía de Taberna Libreros Toni Montesinos

Marinados y adobos caseros, ostras con salsa de txalota, risotto gorgonzola, raíces exóticas asadas con romesco, guacamole al estilo de Oaxaca, espárrago en tempura, solomillo ibérico adobado con Ras el Hanut, salsa de ajos y limón, costilla de ternera glaseada, pulpo al estilo Nikkei son sólo algunas de las delicias del chef Hernández, que pueden tener un dulce colofón con su arroz con leche y crema de limón, su piña asada con helado de mango, coco y lima o, para no olvidar dónde estamos, en esta ciudad antigua y bella, plena de historia y literatura, la tradicional torrija española.