Viajes
Pueblos de película: el turismo que convierte el cine en motor rural
Una red de municipios españoles se une para impulsar el turismo cinematográfico y poner en valor su patrimonio audiovisual
Enoturismo, turismo gastronómico, cultural, rural, deportivo… A esta forma de viajar se une ahora una nueva y fascinante modalidad: el turismo cinematográfico. La idea es sencilla y atractiva a partes iguales: descubrir lugares reales a través de ficciones que nos emocionaron en la pantalla. Y España cuenta con infinidad de lugares que reúnen este requisito. Precisamente con este espíritu nace la Red de Pueblos de Película, un proyecto que agrupa a municipios de todo el país con un legado audiovisual capaz de impulsar su desarrollo turístico, cultural y económico.
La iniciativa, presentada en el marco de la Feria INTUR, reúne a una docena de pueblos pioneros: desde Ayna (Albacete), hogar de los fans de Amanece que no es poco, hasta Malpartida de Cáceres, donde Juego de Tronos rodó una de sus escenas más épicas. Les acompañan también Alfoz de Lloredo (Cantabria), Bielsa (Huesca), Cardona (Barcelona), Comillas (Cantabria), Covarrubias (Burgos), Loarre (Huesca), Santo Domingo de Silos (Burgos),Tabernas (Almería), Torrelaguna (Madrid) y Tossa de Mar (Girona). Todos ellos, enclaves cargados de encanto y de historia, que ahora comparten una nueva vocación: la de convertirse en destinos de cine.
“Este proyecto nace con unos padrinos de excepción”, explica Ana Alonso, directora de la Red de Pueblos de Película. “Estos municipios albergan un legado fílmico de gran valor, y queremos que sirvan de ejemplo para que muchos otros se sumen. Nuestra intención es generar sinergias, compartir ideas y estrategias para que el impacto audiovisual se traduzca en oportunidades culturales y económicas reales”.
La Red se apoya en los datos del Observatorio del Turismo de Pantalla, un proyecto de investigación impulsado por The Travelling Set, junto con la consultora internacional YouGov y la empresa barcelonesa Vivential Value, especializada en innovación turística. Sus conclusiones son reveladoras: un 65% de los españoles ha descubierto algún pueblo del país gracias a producciones audiovisuales, y uno de cada cuatro tiene intención de visitarlos. Entre los turistas extranjeros, más de la mitad aseguran haber conocido algún rincón de España por el cine o las series, y muchos acaban viajando para verlo con sus propios ojos.
En Malpartida de Cáceres, el impacto de este fenómeno fue tangible tras el rodaje de Juego de Tronos. “La llegada de una superproducción cambió la percepción del pueblo y atrajo a muchísima gente”, cuenta Alfredo Aguilera Alcántara, su alcalde. “No solo tuvimos una enorme repercusión mediática, sino que nuestra población llegó a aumentar en un 20%. Hoy seguimos recibiendo visitantes que vienen expresamente a ver los escenarios de la serie”.
Malpartida, enclavado en un entorno natural impresionante, fue escenario de la célebre batalla de los caminantes blancos. Pero su atractivo va más allá del fenómeno televisivo: la localidad lleva años apostando por la cultura, el arte y la sostenibilidad, y ahora suma a su carta de presentación este nuevo reclamo. “Lo más importante es que este tipo de turismo genera un vínculo emocional —añade Aguilera—. Quien llega atraído por una película, se queda por el pueblo”.
A unos cientos de kilómetros, en la sierra albaceteña, Ayna se convirtió hace décadas en un destino de culto gracias a Amanece que no es poco, la obra maestra de José Luis Cuerda. Desde entonces, su relación con el cine ha marcado su identidad. “Aquí la mayoría de los vecinos participaron en la película como extras o con pequeños papeles”, recuerda Juan Ángel Martínez, alcalde de la localidad. “Yo mismo aparecí junto a mi hermana, y fue una experiencia que todos guardamos con mucho cariño”.
Esa conexión sigue viva hoy. En las calles de Ayna, cada casa luce la foto del personaje que interpretó su habitante, a modo de reclamo turístico. Los visitantes pasean entre esas imágenes, se detienen en los lugares de rodaje y escuchan las anécdotas que los vecinos cuentan con orgullo. “A todos nos encanta revivir aquella historia. La gente viene buscando las escenas y acaba quedándose con las personas”, añade Martínez.
Ese es, precisamente, uno de los objetivos de la Red: convertir la huella cinematográfica en una herramienta de cohesión y desarrollo rural. En palabras de Ana Alonso, “no se trata solo de atraer visitantes, sino de fortalecer la identidad de los pueblos, de crear oportunidades en torno a la cultura y de generar orgullo local”. La Red servirá además como espacio de encuentro, donde los municipios compartan experiencias y buenas prácticas para seguir creciendo.
En 2026, el proyecto celebrará varios encuentros presenciales y online para fomentar esas sinergias y sumar nuevos pueblos a la iniciativa. Cada uno de ellos aportará su propio relato, su particular historia de cine: desde el cementerio de Sad Hill en Santo Domingo de Silos (donde Clint Eastwood protagonizó el duelo final de "El bueno, el feo y el malo") hasta el castillo de Loarre, escenario de "El reino de los cielos", o los paisajes áridos de Tabernas, inmortalizados en decenas de westerns y en "Indiana Jones".
Lo más valioso de este movimiento es, sin duda, la posibilidad de revivir la vida rural a través de la cultura. Porque detrás de cada plano y cada localización hay personas, historias y tradiciones que merecen ser contadas. Ahora toca descubrir la magia del turismo cinematográfico: recorrer los pueblos que un día fueron plató, escuchar las anécdotas de sus vecinos y comprobar cómo el cine, además de emocionar en la pantalla, también puede cambiar la vida de quienes lo viven de cerca.