
Viajes
“Sublime Lisboa”, ejemplo de un gran hotel boutique
Ubicado en el distrito de Amoreiras, próximo al parque Eduardo VII

Hay títulos, rótulos, palabras o eslóganes que sólo con leerlos nos dan una certera idea de lo vamos a encontrar.
Quizás sea ésta la mejor forma de comenzar cuando se hace referencia a uno de los más icónicos hoteles boutique que en los últimos años se han inaugurado en Lisboa.
Su nombre, Sublime, es todo un adelanto de lo que descubriremos.
Nuestro diccionario utiliza este adjetivo para referirse a algo “excelso, eminente, de elevación extraordinaria”. Un significado, también aplicable en lengua portuguesa, que nos adentra en el mundo de lo bien hecho dotándolo de esta extraordinaria cualidad.
Pues bien, conocer Sublime Lisboa (www.sublimelisboa.pt) es percatarse de que este coqueto alojamiento es la representación perfecta de esta palabra. Un palacete urbano de los años veinte del pasado siglo con mucho estilo y elegancia que cuenta también con una curiosa historia (fue el club japonés en tiempos de la Segunda Guerra Mundial y lugar de encuentro de diplomáticos, hombres de negocios, militares y espías).

Un gran y concienzudo trabajo de restauración y rehabilitación arquitectónica, manteniendo los elementos más significativos del edificio (como la fachada -curvada en la esquina por la confluencia de dos calles-, altos techos, estucos o la escalera principal) han permitido abrir al público este exclusivo cinco estrellas.
Quince habitaciones, ninguna igual, cada una con una personalidad, distribución y decoración, consiguen envolver al huésped en una atmósfera sofisticada, refinada y acogedora a la vez.
Las encontraremos tipo ático (con las características ventanas abuhardilladas), suites con terrazas al exterior o amplias habitaciones de techos altos y mucha luz que nos retrotraen a recuerdos casi palaciegos.

Rita Andringa es la gran diseñadora de interiores que se encargó de este gran proyecto cuyos formidables resultados están a la vista.
Un magnífico trabajo de originalidad y exclusividad que realza la belleza de Sublime Lisboa junto a las aportaciones de, entre otros, grandes fotógrafos como Manuel Correia o Miguel Vallinas.
Tanto el interior (con acuerdos con galerías de arte que exponen algunas de sus obras entre estas estancias) como el exterior (con una bonita fachada) logran crear un ambiente cálido y sin igual.
El alojamiento perfecto para descansar tras un día recorriendo la capital portuguesa.

No está de más recordar que por los años sesenta del siglo XX, figuras de talla internacional de los más diversos ámbitos como Audrey Hepburn, Gina Lollobrigida o Aga Khan, por mencionar algunas, asistieron entre estos históricos muros a fiestas invitados por lo más granado de la alta sociedad portuguesa
Ubicado en el distrito de Amoreiras, muy cerca del parque Eduardo VII, al igual que su hermano mayor (Sublime Comporta, considerado uno de los grandes alojamientos del litoral alentejano) sabe atesorar razones y argumentos para impresionar positivamente al huésped.
Sus pequeñas dimensiones como hotel, además de permitir una atención más cercana y personalizada, no impiden encontrar preciosos rincones como una coqueta biblioteca donde dejar pasar el tiempo mientras disfrutamos de la tranquilidad y la paz que ofrece una buena lectura.
Un hotel detallista donde, por citar un ejemplo, los clásicos los letreros de “No molestar”, vienen acompañados con la dulzura de frases como “Estoy leyendo a Fernando Pessoa", “Estoy escribiendo una carta de amor”, "Estoy meditando" o "Estoy escuchando fado".
Davvero es el nombre de su magnífico restaurante. A mi entender, un grande de la gastronomía lisboeta en su especialidad y, para algunos, el mejor italiano de Lisboa.

Lo sea o no, es indiscutible que estamos ante uno de los santuarios del buen comer de esta capital, gracias a una decidida apuesta por la calidad del producto y a los conocimientos y trayectoria de su chef jefe Isaac Kumi.
Culinaria con mayúsculas a la que hay que sumar un magnífico desayuno.

La propuesta de Davvero es un engranaje perfectamente acoplado en todas sus vertientes. Cocina a la vista (algo siempre de agradecer), servicio de sala, “ementa”, carta de vinos, decoración del local, iluminación, accesos (a través del hotel y desde el exterior), insonorización, detalles en la mesa, una terraza exterior, etc., etc.
Un escenario gastronómico acorde y a la altura del hotel donde se encuentra.
Estamos, pues, ante una doble invitación a lo sublime.
Hotel y restaurante formando un excelente tándem para crear momentos únicos en la memoria de huéspedes y comensales.

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