Viajes
Viena dorada e irresistible en otoño
La majestuosa capital de Austria, con su particular combinación de historia, cultura y belleza natural, brilla con luz propia en esta estación
No hay época más inspiradora y mística que el otoño. Sí, los meses otoñales son, históricamente, una musa muy poderosa para los artistas. Y también para los viajeros.
La razón de que el otoño inspire a viajar es que existen destinos que en esta estación son irresistibles, como por ejemplo la propuesta de hoy, Viena. La majestuosa capital de Austria con su particular combinación de historia, cultura y belleza natural brilla siempre con luz propia, pero lo hace aún más cuando sus calles y parques se cubren de dorado con mantos de hojas caídas.
Sin duda, el otoño en Viena es una temporada mágica. Ya a mitad de septiembre la ciudad se viste de gala, ofreciendo una mezcla única de temperaturas suaves y paisajes pintorescos. Es entonces cuando comienza un tiempo ideal para recorrerla. Además, el calendario cultural de Viena se llena de eventos y festivales, como el famoso Wiener Wiesn-Fest, del 26 de septiembre al 13 de octubre, la versión vienesa del Oktoberfest, donde locales y visitantes pueden disfrutar de la música tradicional, la comida típica y, por supuesto, de la cerveza. Este evento, que se celebra en el Prater, es solo uno de los muchos motivos para elegir el otoño como la estación perfecta para visitar este destino.
Lo cierto es que Viena es una ciudad que cautiva a primera vista, con su mezcla de esplendor imperial y vibrante vida contemporánea. Sin embargo, más allá de los lugares icónicos como el Palacio de Schönbrunn, con un interior suntuoso y unos jardines de increíble belleza; la Ópera Estatal; y la Catedral de San Esteban, hay rincones menos conocidos que merecen ser descubiertos por los visitantes.
Uno de los tesoros más curiosos que guarda Viena es el Museo del Globo Terráqueo de la Biblioteca Nacional Austriaca, un lugar fascinante y único en su tipo en el mundo. Situado en el corazón de la ciudad, este museo alberga una colección impresionante de globos terráqueos y celestes, algunos de los cuales datan del siglo XVI. Es un espacio que invita a reflexionar sobre la forma en que los seres humanos han percibido y representado el mundo a lo largo de los siglos.
Otro lugar que ofrece una experiencia distinta es el Palmenhaus o Casa de las Palmeras, ubicada en los jardines de Schönbrunn. Este invernadero de hierro y vidrio, construido a finales del siglo XIX, es uno de los más grandes de su tipo en Europa y alberga una variedad de plantas exóticas que transportan al visitante a un paraíso tropical en medio de la ciudad. Es un sitio perfecto para una pausa tranquila rodeada de naturaleza y para disfrutar de una exquisita experiencia gastronómica, ya que alberga un restaurante de alta cocina.
Para aquellos que buscan una vivencia más artística, el Museo Leopold es una joya imperdible. Este museo alberga la mayor colección de obras de Egon Schiele, uno de los artistas más importantes del expresionismo austriaco. Se encuentra en las cercanías del Palacio de Hofburg, en el MuseumsQuartier, conocido como el «Barrio de los Museos», y es que, además del Museo Leopold, está el Mumok, el Museo de Arte Moderno, y el Az W, el Museo Austriaco de Arquitectura. En esta zona es imprescindible ir al Café Leopold, situado en la casa del museo mencionado, ¡es una mezcla ideal entre lo moderno y lo tradicional!
Y para alejarse de las multitudes por completo, un paseo por el Cementerio Central de Viena puede ser una experiencia sorprendentemente pacífica y reflexiva. Este cementerio no solo es uno de los más grandes de Europa, sino también un lugar de descanso final para figuras ilustres como Ludwig van Beethoven, Johannes Brahms y Franz Schubert. Entre sus frondosos árboles y monumentos históricos, el cementerio se convierte en un lugar donde la historia, la naturaleza y la cultura vienesa a través del recuerdo de sus más grandes referentes artísticos se entrelazan de manera única.
Una parada algo menos mística, pero igualmente apetecible durante esta estación es el Parque Prater. Conocido por su parque de atracciones, este enclave es perfecto para vivir aventuras así como pasear o disfrutar de un picnic en medio de los envolventes colores otoñales. Igual que Kahlenberg, una colina que ofrece unas imponentes panorámicas de la ciudad. Se trata de uno de los espacios preferidos por los vieneses para hacer una excursión los fines de semana, practicar senderismo y reconciliarse con la naturaleza.
El valle de Wachau, una joya del Danubio
Si se desea ampliar la experiencia más allá de los límites de la ciudad, una excursión al valle de Wachau, un encantador paisaje a tan solo una hora en tren desde Viena, es la opción perfecta. Este valle, que sigue el curso del río Danubio, es famoso por sus viñedos, pueblos pintorescos y castillos en ruinas que parecen sacados de un cuento de hadas.
Uno de los puntos más destacados de esta región es el pueblo de Dürnstein, conocido por sus calles empedradas, casas medievales y las ruinas del castillo que una vez mantuvo prisionero al rey Ricardo Corazón de León. Desde lo alto de esta fortaleza, las vistas del Danubio y los viñedos circundantes son impresionantes, especialmente en otoño, cuando los colores dorados y rojizos se reflejan en las aguas del río.
Otra parada esencial en Wachau es la Abadía de Melk, una obra maestra del barroco que se alza majestuosa sobre una colina, no en vano es uno de los monasterios cristianos más famosos del mundo. Esta abadía, además de su impresionante arquitectura y su rica historia, ofrece unas maravillosas vistas panorámicas.
Después de explorar estos tesoros, nada mejor que relajarse con una copa de vino local en una de las numerosas tabernas que salpican la región, disfrutando del ambiente acogedor y la hospitalidad austriaca.
Por todas estas experiencias y muchas otras, pasar unos días en Viena se antoja como el telón de fondo perfecto para una escapada otoñal, ¿no cree?
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