
Viajes
Zagreb, la joya croata de la que todo el mundo se enamora
La capital de Croacia es de esas ciudades que se sienten y que emocionan desde el primer momento

Un destino que enamora por sí solo y que despierta pasiones en quien lo descubre. Sí, la capital croata es de esas ciudades que no se explican, se sienten; que no se visitan, se viven, y es que gracias a su encantadora atmósfera medieval, su efervescencia cultural y su acogedora calidez, Zagreb se impone, sin esfuerzo alguno, como una parada obligatoria en el mapa de todo viajero que se precie.
Además, con la llegada de la primavera y las inminentes vacaciones de Semana Santa, Zagreb resulta una opción aún más tentadora para planear una escapada. Sus parques, como el Maksimir Park, están más bonitos que nunca, y eventos como el Music Biennale Zagreb, que ofrece conciertos de vanguardia en espacios históricos, complementan una visita que ya en sí misma merece la pena. Y un apunte, si decide organizar el viaje más adelante, el 31 de mayo se celebra el Día de Zagreb, con diferentes eventos musicales, folclóricos y ferias artesanales y gastronómicas que permiten descubrir la ciudad con otros ojos.
Rincones con alma
Lo cierto es que Zagreb invita a recorrerla sin prisas, a perderse por sus calles, a saborearla con calma y dejarse llevar por su ritmo pausado, lejos del bullicio de los destinos masificados. Quizá ahí resida su mayor encanto: en la facilidad con la que crea un vínculo con quien la visita, despertando esa sensación casi instintiva de pertenencia, de estar en un lugar que, sin previo aviso, se siente propio.
Un sentimiento que comienza a fraguarse al caminar por su casco histórico, donde la plaza Ban Jelačić se convierte en el punto de partida perfecto para descubrir su esencia. Es aquí donde convergen el ajetreo cotidiano y la arquitectura elegante de herencia austrohúngara, con los tranvías azules deslizándose entre edificios que han sido testigos de la transformación de Zagreb a lo largo de los siglos.

La escalinata que parte de la plaza conduce hasta la Ciudad Alta. Aquí, la icónica iglesia de San Marcos, con su llamativo tejado de mosaicos, roba todas las miradas y fotografías, mientras que las callejuelas adoquinadas llevan hasta la Strossmayer Promenade, un paseo con vistas panorámicas que se convierte en uno de los rincones más románticos de la ciudad, especialmente al atardecer. Es el lugar ideal para detenerse un momento y respirar la tranquilidad del entorno.
El descenso hacia la Ciudad Baja es casi obligatorio si se quiere descubrir la otra cara de Zagreb, la más vibrante y contemporánea. Para ello, nada mejor que bajar por la calle Tkalčićeva, donde el tiempo parece detenerse entre fachadas coloridas, pequeñas boutiques y una sucesión interminable de cafés con terraza.
Más adelante, el recorrido se adentra en la Zagreb de los mercados, con el Mercado Dolac como epicentro de la vida local. Aquí, entre puestos de frutas frescas, quesos artesanales y flores de mil colores, es fácil entender por qué esta ciudad se disfruta con todos los sentidos.
Asimismo, la capital croata tiene una estrecha relación con la naturaleza. El ya mencionado Maksimir Park, con sus bucólicos senderos, lagos y jardines centenarios, es un oasis dentro de la ciudad, ideal para desconectar, hacer un pícnic o incluso visitar el zoo de Zagreb. Pero si se busca algo más aventurero, el Parque Natural de Medvednica, a pocos kilómetros del centro, es perfecto para conocer la cara más desconocida de Zagreb, y es que en sus casi 18.000 hectáreas de pulmón verde se descubren maravillosas rutas de senderismo, incluidas aquellas que conducen hasta la fortaleza medieval de Medvedgrad, desde donde las vistas sobre la ciudad y los bosques circundantes son simplemente espectaculares.
Samobor: tradición, naturaleza y un toque dulce

A solo 25 kilómetros de la capital, hay un rincón que bien merece una excursión para completar la experiencia del viaje. Se trata de Samobor, un encantador pueblecito con aire bohemio, rodeado de naturaleza y con una tradición gastronómica que conquista a quien lo visita.
Este destino es perfecto para quienes buscan una escapada cerca de Zagreb sin renunciar al encanto de lo auténtico. Con su centro histórico de calles empedradas, casas coloridas y ambiente relajado, Samobor invita a pasear también sin prisas, como, por ejemplo, por su plaza principal, Trg kralja Tomislava, donde cafeterías y pastelerías ofrecen la delicia local por excelencia: el kremšnita, una tarta de hojaldre y crema pastelera que ha convertido a este pueblo en un destino imprescindible para los amantes de los dulces.
Desde la plaza, un sendero conduce a las ruinas del castillo de Samobor, una fortaleza medieval del siglo XIII. Situada en una colina rodeada de bosques, la subida recompensa con vistas panorámicas sobre la ciudad y el valle. Para los amantes del senderismo y la naturaleza, las opciones no terminan ahí: el Parque Natural Žumberak-Samoborsko Gorje, a las afueras del pueblo, es un paraíso de cascadas, ríos y montañas, con rutas que permiten descubrir la faceta más verde de la región.
Samobor también es conocido por su artesanía en cristal, una tradición con más de 180 años de historia que aún pervive en algunos talleres donde se elaboran piezas únicas de manera artesanal, por lo que es posible llevarse un recuerdo muy especial de la visita a este pueblecito croata.
Quizás sea por la combinación de todo lo descrito, por su ambiente acogedor o por la manera en que su ritmo pausado envuelve a quien la visita, pero lo cierto es que Zagreb —sin olvidar la encantadora localidad de Samobor— tiene esa rara cualidad de hacer que uno se sienta en casa, incluso a kilómetros de distancia. Y al final… ¿no es eso lo que convierte a un destino en un lugar inolvidable?
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