Los que hemos tenido la desgracia de pasar por el trance de despedir a alguien que amamos o queremos sabemos que despedirse es una inversión emocional a corto y, sobre todo, a largo plazo. Es un abrazo no solo físico sino psicológico. Cuando el tsunami de la pérdida vuelve a las aguas calmas, esa despedida alimenta el alma y consuela...
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