El presidente de Brasil, el inefable Bolsonaro, el otro día, llevado por su entusiasmo entre una multitud que lo aplaudía, vitoreaba y estrujaba sin mascarilla mediante, cogió en brazos a quien él creía que era un tierno niñito, y al alzarlo sobre sus hombros se dio cuenta de que era un enano. Que nadie se ofenda: quiero decir que elevó...
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