Hace siglos que el hermano Manuel Fernández, de 68 años, se dejó el acento de León en parte ignota. Ahora la voz le pendulea en vaivenes largos, efectistas, de mago que encandila a su público, como una bossa nova con finales agudos en la que el castellano no pega nada. Supongo que él tampoco pega nada en la desembocadura del...
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