Estreno

«Fences»***: Vidas y almas valladas

Director: Denzel Washington. Guión: August Wilson, según su propia obra. Intérpretes: D. Washington, Viola Davis, Stephen Henderson. EE UU, 2016. Duración: 138 minutos. Drama.

«Fences»***: Vidas y almas valladas
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Si el elegante e inexpresivo Arthur Miller levantara la cabeza, muy probablemente se asombraría ante dos hechos: el primero, que todavía muchos anden poniéndolo verde por la manera en la que dicen maltrató psicológicamente a una traumatizada esposa llamada Marilyn Monroe, siempre al borde del barbitúrico, y, el segundo, ante la influencia que, todavía hoy, en este feo siglo XXI, continúa teniendo su producción, atestada de crítica social y arañazos casi mortales al deforme sueño americano. Las mismas o muy parecidas inquietudes del también fallecido August Wilson, premiado dramaturgo y autor de varias obras políticamente muy definidas y ultra realistas sobre la situación de los afroamericanos en EE UU, y, para muchos, en línea directa con el pensamiento de Eugene o’Neill y el propio Miller. Algo que al Washington director parece que no se le pasó tampoco por alto a la hora de rodar la pieza de Wilson que ya protagonizó en Broadway, «Fances», o los esfuerzos, durante los duros años 50, de Troy Maxson, por mantener a la familia en lucha permanente contra los prejuicios raciales mientras él mismo, un tipo carismático, pero difícil e insondable, maltrata a los suyos. Porque el filme, excesivamente deudor de su naturaleza teatral, parece en ocasiones «Muerte de un viajante» en versión recogedor de basuras, el trabajo de Troy, que, mientras toma un trago con un amigo de toda la vida tras otra eterna jornada laboral, decide un día contarle la verdad a Rose (una soberbia, contundente Viola Davis, sobre todo, durante un monólogo cargado de rabia y mocos), su devota esposa, quien descubre entonces la otra cara de la persona con quien duerme desde hace más de 15 años. Lastrada por un ritmo excesivamente lento, y aunque juegue en primera división gracias a unas magníficas interpretaciones (de hecho, Washington y Davis optan al Oscar, aunque ella en el apartado de mejor secundaria, qué cosa tan curiosa...), la película no consigue emocionar fácilmente, antes al contrario, corre el riesgo de dejar al espectador más frío que un carámbano aunque ambos protagonistas se partan el alma entre gritos, acusaciones, hijos desesperados y hermanos enfermos del alma.