El desafío independentista

Colores primarios

La Razón
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Cuando los catalanes nos preguntamos cómo hemos llegado a la actual situación de división, descubrimos unas cuantas figuras públicas de los últimos años cuyo peso ha sido decisivo para empujar a la opinión pública. Una de ellas es la de Xavier Sala i Martin, Catedrático de Economía de la Universidad de Columbia y economista orgánico del independentismo en los últimos tiempos. Antes que él, había desempeñado ese puesto simbólico Francesc Cabanes, pero que fuera el cuñado de Jordi Pujol hacía desconfiar un poco. Que te cuente en TV3 cómo va eso de los dineros el cuñao del cacique que tiene sus capitales en Andorra huele a chamusquina. Sala i Martin, en cambio, entiende la modernidad con vocación de exhibicionismo y profecía y eso le ha llevado a afirmar cómo serían las pensiones en una Cataluña independiente o a hacerse famoso por sus llamativas americanas siempre de colores primarios, generalmente tonos parchís.

A los filólogos nos llama mucho la atención esa afición de pitonisa de los economistas. Nosotros, cuando sale un nuevo libro de Vargas Llosa, lo analizamos, evaluamos sus recursos gramaticales o léxicos y hacemos una descripción. Pero nunca se nos ocurriría profetizar cómo va a ser el próximo libro del autor. Un comportamiento tal nos parecería poco científico. Muchos economistas no tienen tanto escrúpulo y luego, claro está, aciertan menos que el hombre del tiempo tal y como la última crisis ha demostrado.

El enojoso paso de la teoría «cool» a la práctica delatora, Sala i Martin lo dio cuando tomó las riendas económicas del FC Barcelona para encauzar su futuro. Ese otro proceso ha terminado en los tribunales y con dos presidentes en el banquillo. Actualmente, Sala i Martin tiene, cómo no, programa propio en TV3 a cargo del erario público y todos los catalanes, seamos Keynesianos, Pikettianos o partidarios del trueque pagamos de nuestros impuestos sus elucubraciones mediáticas. Pero, a la hora de la verdad, Sala i Martin se ha negado a debatir públicamente con Luis Garicano, otro peso pesado, catedrático de la London School of Economics. Lo peor ha sido los decepcionantes argumentos que ha expuesto para su negativa, más ad hominem que ad rem, mezclados con expresiones clasistas de desprecio como matones de barrio. Es vivaz y ha refutado bien a Piketty. Pero si sus modelos económicos comparten el mismo decoro que usa para escoger americanas, Cataluña va hacia el abismo.