Iglesia Católica

Una víctima de un cura pederasta: «Abusó de mí 200 veces. Me destrozó la vida»

Daniel Pittet presenta su libro «Le perdono, Padre» con el apoyo del cardenal Ricardo Blázquez.

Daniel Pittet presentó ayer su libro «Le perdono Padre» en Madrid
Daniel Pittet presentó ayer su libro «Le perdono Padre» en Madridlarazon

Daniel Pittet presenta su libro «Le perdono, Padre» con el apoyo del cardenal Ricardo Blázquez.

«Me imaginaba que estaba en un sueño, que era un arcángel que podía salir por el agujero de la cerradura. Me imaginaba que estaba escapando en vano». Por aquel entonces, Daniel Pittet era tan sólo un chiquillo, un monaguillo de expresivos ojos azules que escondían un secreto atroz.

«Sólo la fe me ha permitido perdonar», dice, al sacerdote que le sometió a una tortura diaria de violaciones y abusos cuando era tan sólo un niño. Jöel Allaz, el cura capuchino, decidió sumar al pequeño Daniel, entonces con nueve años , a su larga lista de víctimas un sábado de julio de 1968, tras celebrar una misa en la catedral de Friburgo (Suiza). Ahí comenzó el calvario que «me destrozó la vida». No terminaría hasta 1972, a los 12 años. «En total, me parece que fui violado más de 200 veces».

Así, con toda la crudeza, Daniel Pittet relata casi cincuenta años después el infierno de su infancia en un libro cuyo título es toda una declaración de intenciones: «Le perdono, padre» (Ediciones mensajero). «¿Cómo es posible? Porque sólo a través del perdón he podido liberarme y salir del agujero». «Esa, de hecho, fue la primera pregunta que me hizo el Papa tras leer el borrador del libro», confiesa. Porque fue Francisco el que le animó a dar testimonio de su sufrimiento. Y él aceptó, pese a la negativa de su mujer y el daño que podría causar su terrible historia a sus seis hijos.

Su valentía contó con el respaldo del Pontífice, que decidió prologar el libro. Primero, para condenar, una vez más, los abusos sexuales en el seno de la Iglesia; segundo, para pedir perdón a las víctimas; y tercero para dar las gracias a Daniel por su testimonio, «porque proyecta luz sobre una terrible zona de sombra de la Iglesia y abren el camino de la reparación».

La lucha incansable emprendida por Benedicto XVI y continuada después por Francisco contra los religiosos pederastas ha contado con el apoyo visible de la Conferencia Episcopal Española. Ayer, su presidente, el cardenal Ricardo Blázquez, se encargó de presentar el libro de Daniel para mostrar su firme compromiso contra esta lacra, ante la que, reconoció, no siempre se ha actuado como se debe. «Nos encontramos ante un libro que trata una realidad muy dolorosa, que aunque se desaprobara, ni en familia ni en la sociedad ni en la Iglesia, se ha reaccionado con frecuencia debidamente», afirmó.

No obstante, y pese a todo lo sufrido, Daniel nunca abandonó la religión. De hecho, asegura que Jesús, junto a su mejor amigo y su psiquiatra, fueron los que le ayudaron a sanarse y a dejar de insistir en sus ideas de suicidio. «Me perece triste que la gente que ha sufrido abusos abandone su fe. Aunque es una reacción normal, Dios no tiene la culpa de lo que hagan algunos sacerdotes y religiosos. No hay que olvidar que la Iglesia está formada por personas y que las personas somos imperfectas».