Espionaje

«Si se registra la casa de un yihadista, por qué no su móvil»

Randolph H. Pherson, ex agente de la CIA, presenta un libro donde pone en práctica estrategias para evitar fiascos en las agencias de Inteligencia

Randolph H. Pherson durante su estancia en Madrid
Randolph H. Pherson durante su estancia en Madridlarazon

Randolph H. Pherson, ex agente de la CIA, presenta un libro donde pone en práctica estrategias para evitar fiascos en las agencias de Inteligencia como los que llevaron a EE UU a invadir Irak, o consejos para solventar situaciones como la de Apple.

Hace 16 años puso fin a su carrera como oficial de Inteligencia en la CIA; entonces, junto su esposa, fundó Globalytica, una empresa donde ambos enseñan técnicas analíticas avanzadas a potenciales agentes. Ahora, presenta «Técnicas analíticas estructuradas para el análisis de Inteligencia» (Plaza y Valdés) un libro donde pone en práctica estrategias para evitar fiascos en las agencias de Inteligencia como los que llevaron a EE UU a invadir Irak, o consejos para solventar situaciones como la de Apple.


–¿Cambió Edward Snowden la forma de trabajar de las agencias de Inteligencia?

–Puso en peligro los métodos, mecanismos, información y a personas. Había otros caminos para hacerlo. Sin embargo, creo que las agencias también deberían haber comunicado a los ciudadanos lo que estaban haciendo y los motivos. Desde el 11– S, la situación en las agencias de Inteligencia cambió de manera notoria, se cometieron fallos debido a que no no se usaron bien las técnicas necesarias. En estos diez últimos años se ha demostrado que es necesario reestructurar los procesos. Hay que identificar los factores clave, todos las variables en juego en cada situación. Incluir señales y ruido. Muchos de los análisis están basados sólo en ruido. No hay que confundirse por las correlaciones o idiosincrasia de cosas que ocurren porque sí.


–¿Cómo afectó la “Patriot Act” al seno de la CIA y la NSA?

Las agencias de Inteligencia trabajan en función de decisiones políticas, ellas no toman esas decisiones. La “Patriot Act” fue una decisión política. Todo lo que se hace tiene una base legal. Sin embargo, Creo que el mayor error que se cometió en ese momento fue que ni los legisladores ni los políticos comunicaron a los ciudadanos sobre lo que estaban haciendo y cómo lo estaban haciendo. La gente quiere estar protegida, pero deben saber cómo se hace.


–¿Cuál es el valor actual de la Inteligencia de EE UU?

El valor de la inteligencia y técnicas se basa en nuestros supuestos los cuales se elaboran a partir de la información de la que disponemos. Quizá funcione quizá no. Pero lo cierto es que nunca se tendrá toda la información necesaria para anticipar un ataque. La cuestión no es cuánta información hay acumulada en los “almacenes de datos” sino las técnicas utilizadas para analizarlo. Creo que todo el mundo estaría de acuerdo con esto. La clave es el diagnóstico, indicadores... Mi labor ahora es enseñar a la gente a enfocar lo que están buscando.


–¿Ha aumentado la aversión hacia las agencias de Inteligencia desde las revelaciones de Snowden?

– Mire, las agencias comerciales de publicidad saben más de nosotros que cualquier Gobierno, o agencia. En Google conocen nuestras preferencias, lo que nos gusta, lo que compramos, a los restaurantes que vamos, lo que comemos... Lo que ocurre es que, y ahí está el problema, es que el Gobierno tiene otro poder y autoridad que éstas no tienen. Ellos puede que no sepan todo de ti, pero sí te pueden meter en prisión.


–¿Cómo marcó la invasión de Irak al trabajo de la Inteligencia de EE UU? ¿Quedó desacreditada?

– En este caso se cometieron varios errores de importancia. El gran fallo sobre el diagnóstico de la existencia o no del programa de armas de destrucción masiva en manos de Sadam Husein fue terrible. Estaba la hipótesis de Dick Cheney en la que se aseguraba que existían estas armas pero que no se sabía dónde las escondían. Por su parte, las agencias de Inteligencia sabían que en Irak se quería hacer algo, pero no se sabía el alcance. Nunca se barajó la hipótesis de que no había armas

Tras la invasión se descubrió un informe en el que se constataba que ese programa al que se hacía alusión se había cerrado. Por parte del régimen iraquí se daba por hecho que la Inteligencia sabía que ese programa había terminado, pero optaron por no hacerlo público. Una cadena de errores.


–¿Debería Apple ceder a los requerimientos del FBI?

–Es un asunto muy interesante en el que están envueltos empresas tecnológicas, autoridades y en el que también hay argumentos de marketing. Para solucionar esta situación hay que poner sobre la mesa todos los argumentos. Apple asegura que para suministrar la información que le solicita el FBI debe idear nuevo software para todos los sistemas del Iphone. Es decir, da por hecho que es necesario universalizar una puerta trasera. Para solucionar este asunto propongo una técnica en la cual, los agentes del FBI y los representantes de Apple intercambien la defensa de su postura y respalden los argumentos contrarios. Así se llegará a un consenso.


–Ante la amenaza terrorista global, ¿prima la seguridad frente al derecho a la privacidad?

–Apple está aprovechando esta situación para hacer una buena campaña hacia sus clientes, al asegurar que ellos son los únicos capaces de proteger a sus clientes frente a las injerencias del Gobierno. Nos movemos en un terreno nuevo. ¿Es lo mismo entrar y registrar el domicilio de un terrorista que su teléfono móvil? ¿Por qué es diferente? Hay que reflexionar sobre esto. La relación entre privacidad y seguridad no está aún resuelta. Me preocupa que se esté generando una vulnerabilidad universal con las puertas traseras, es muy peligroso. De todas formas, creo que la gente está dispuesta a prescindir cierta privacidad siempre que eso les aporte algún beneficio personal por otro lado. Mire lo que pasa con Google Maps. ¿Es consciente un usuario de todo lo que acepta que hagan sobre su privacidad cuando acepta las condiciones antes de entrar en una aplicación determinada? Es cierto, no hay elección, quieres un servicio y firmas lo que sea. Lo que ocurre es que si la población quiere un debate real sobre el derecho a la privacidad, hay que utilizar todos los argumentos.