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Bon Jovi logra mayoría absoluta

Ya no es el chaval de los ochenta pero conserva su carisma. Foto: Jesús G. Feria
Ya no es el chaval de los ochenta pero conserva su carisma. Foto: Jesús G. Ferialarazon

La expectación era máxima para recibir a Jon Bon Jovi en Madrid. Alma de rockero, carita de guapo. Ese es el de Nueva Jersey. Citando a Novedades Carmina, chulito por fuera, blandito por dentro. Entiéndase como elogio, pues esa es la marca de la casa: ídolo de masas, "sexy singer", buen pelo y mejor sonrisa. Pero no es por eso (solo) que Bon Jovi tiene algunos de los mayores hits del rock radiofónico de la historia, temas transversales como su público de anoche en el Wanda Metropolitano: más de 50.000 almas entre las que había heavies veteranos y jovencitas de este siglo. Ya no es el chaval "glam rock"de los ochenta con voz de imposibles agudos, pero ¿quién queda del glam rock de los ochenta de todas formas? Su presentación en Madrid fue incontestable de principio a fin e irreprochable en actitud, sonido y repertorio.

"This House Is Not For Sale"supuso la primera ovación y los primeros coros unánimes, devoción de mayoría absoluta. Ese es el ADN de Bon Jovi entendido como grupo: los estadios, las masas, las mayorías. Llevan reventando aforos tres décadas, ellos inventaron el modelo, el estilo. Igual que nadie cabe en el molde de Bon Jovi, sus temas funcionan de verdad a todo gas y volumen, cobran todo el sentido cuando 50.000 personas obedecen a "Raise Your Hands". Algunos puristas del heavy les criticarán por blandos, pero en realidad puede que lo que les moleste sea el éxito. Porque Bon Jovi es tan comercial como lo es toda la música popular más temprano que tarde. O como Iron Maiden. Y "You Give Love a Bad Name"habría levantado anoche dos estadios juntos. Tras "Born to be my baby"y "Roller coaster", resultó que Bon Jovi sí se acordaba de cuando tenía 21 años, los pantalones púrpura y el pelo cardado. Fue antes de tocar "Runaway", que pertenece a la juventud de su repertorio, el que su público más le agradece y que sigue funcionando como un magnífico tema de rock & roll.

Estuvimos muy atentos por ver si Bon Jovi se separaba del micrófono y la voz seguía sonando mágicamente. Porque el de Nueva Jersey llegaba precedido de rumores sobre su estado de forma vocal debido a vídeos difundidos en redes sociales que sugerían que se apoyaba de pistas pregrabadas. Si se ayudó de algún truco, no fue en "Keep The Faith"ni en un baladón como "Bed of Roses", ni desde luego en "It's My Life", aunque el coro del público fue tan masivo que es difícil asegurar nada. Aquel tema fue en su día una apisonadora comercial de tal calibre que resume la carrera de la banda estadounidense. Lo produjo Max Martin (Backstreet Boys, Britney Spears y muchos otros superventas) con un solo objetivo: conquistar el mundo en el cambio de milenio. Y vaya si lo hizo. Tan real como los 50.000 que anoche no dejaban ni un hueco ni un segundo en el Wanda Metropolitano.

En todo caso, frente a las dudas generadas, el estadounidense demostró un buen estado de forma general, arropado por una excelente banda y unos coros salvavidas que casi son la voz cantante en los agudos de "Lay Your Hands On Me", por ejemplo. El balance general fue contundente. Cayó "Bad Medicine"y se despidió, en pleno delirio, con "Livin' On a Prayer", una canción para la que claramente no le alcanza la voz, pero que funciona como un tema para mantener la fe en él, para creyentes y correligionarios, un argumento contra los incrédulos.