Ciudadanos

Rivera ofrece a Rajoy y a Sánchez una alianza antisoberanista para el 27-S

Rivera propuso a Rajoy y a Sánchez que los partidos no independentistas unan sus fuerzas. El fin es crear gobiernos alternativos que se centren en los problemas reales de los catalanes

Albert Rivera atiende a los medios en el Parlament de Cataluña, ayer
Albert Rivera atiende a los medios en el Parlament de Cataluña, ayerlarazon

Ciudadanos propone a PP y PSOE apoyar la lista más votada de los partidos no independentistas. Ha exigido un absoluto secretismo en sus citas con el presidente del Gobierno y el líder socialista

El movimiento soberanista catalán no pasa por su mejor momento. Artur Mas sigue convencido en adelantar las elecciones autonómicas y convocarlas el próximo 27 de septiembre.De momento, hace oídos sordos a las peticiones de ciertos sectores de Convergència de esperar a mejor ocasión. También ha hecho caso omiso a las peticiones, más o menos veladas, de Unió Democràtica.

En las elecciones municipales, CiU fue la fuerza más votada, pero ha sufrido un severo correctivo. En el área metropolitana ha quedado reducida a la mínima expresión. En municipios como Santa Coloma de Gramanet, Cornellà o Viladecans no tiene representación y en otros, como Badalona o l’Hospitalet, su presencia es testimonial. De hecho, extrapolando los datos de las municipales, CiU tendría solamente 34 diputados, 16 menos que en la actualidad. Además, CiU ha perdido la ciudad de Barcelona. Artur Mas puso como condición sine qua non durante la campaña electoral mantener Barcelona para seguir adelante con el proceso.

A pesar de todo, Mas sigue adelante desoyendo a quienes le advierten de que CiU «debe dejar de ser el tonto útil de la estrategia de Esquerra Republicana». Desde el 25 de mayo, el presidente de la Generalitat lanza un mensaje velado a los republicanos, «los pactos están para cumplirse». Sin embargo, el partido presidido por Oriol Junqueras no está por esta labor. ERC está alcanzando acuerdos con todos, menos con CiU. En Barcelona, ni tan siquiera su candidato, Albert Bosch, ha cubierto las formas intentando un acercamiento al todavía alcalde Xavier Trias.

Con este sombrío panorama, Mas cierra esta semana con dos nuevas malas noticias. Unió Democràtica consultará la posición del partido a las bases el próximo 14 de junio. La pregunta a la militancia rehúye plantear la elección entre independencia sí o no, y se aleja de la hoja de ruta que Mas firmó con Junqueras y que, hasta ahora, es sólo papel mojado que se agita, de vez en cuando, como espantajo para animar a los desanimados partidarios de la secesión. Además, Josep Antoni Duran Lleida, el líder de Unió, mantiene su posición de no concurrir con CDC a unos comicios en los que CiU se declare independentista. De hecho, Duran aspira a liderar una opción nacionalista no independentista que recoja un segmento del electorado que ahora ha dado la espalda a CiU. Incluso, según algunas informaciones, Unió puede plantearse salir del Gobierno en caso de que Mas siga adelante con sus planes.

Por si fueran pocos estos contratiempos para los planes del president, Ada Colau, la más que posible alcaldesa de Barcelona, se ha plantado y no se plantea firmar la hoja de ruta soberanista que le exige ERC para firmar un acuerdo de gobierno. Todo un mazazo. No sólo ha perdido Barcelona, sino que no tiene la mayoría suficiente para que la Ciudad Condal declare unilateralmente la independencia, como prevé el acuerdo de Mas y Junqueras, que por cierto, tampoco tiene el apoyo de las CUP.

Mas hace oídos sordos a los malos vientos y mantiene sus planes. Convocará elecciones para el 27 de septiembre, aunque las encuestas no le sean propicias. Las mejores le dan la victoria, sufriendo un nuevo desgaste, y no contemplan la posibilidad de una hipotética ruptura con Unió. ERC tampoco consigue hacer su ansiado sorpasso a los convergentes por la irrupción de las CUP y, encima, la marca catalana de Podemos irrumpe en el Parlament rompiendo el escenario político actual.

La clase política catalana está expectante cerrando los acuerdos electorales en los consistorios, pero con la mirada fija tras el verano. Nadie mueve pieza, al menos de forma explícita. Sin embargo, sí se ha producido un movimiento. Ocurrió hace tres días, en los encuentros que mantuvo Albert Rivera, primero, con el líder socialista, Pedro Sánchez, y, posteriormente, con el presidente del PP, Mariano Rajoy.

En esas reuniones se habló de pactos, de líneas rojas, de conversaciones, de estabilidad, de nuevas políticas... y también de Cataluña. Rivera puso el tema sobre la mesa y planteó, según ha podido saber LA RAZÓN, un escenario. Si las fuerzas no soberanistas tienen posibilidad de gobernar deben hacerlo dándose apoyo mutuo. La oferta de Rivera no tiene nada que ver con la configuración de un frente antisoberanista –como en su día planteó Alicia Sánchez Camacho, líder del PP catalán–, sino que pretende abrir la posibilidad de gobiernos alternativos que pongan coto a ejecutivos soberanistas, que tienen como único objetivo la independencia mientras rehúyen los problemas económicos y sociales a los que se enfrenta la sociedad catalana.

De hecho, según fuentes conocedoras de estas conversaciones, Rivera mostró su disposición de apoyar a los socialistas –los únicos que junto a Ciudadanos pueden ser la lista más votada de los no soberanistas– y pidió a sus interlocutores reciprocidad en caso de que Ciudadanos fuera la lista más votada. Algunas encuestas apuntan a que la formación naranja puede ser incluso segunda fuerza por encima de Esquerra Republicana, desbancando a los socialistas como primera fuerza no soberanista. Sin embargo, en estas municipales se han situado como segundo partido en número de votos. De momento, no consta respuesta del PSOE –tampoco del PSC– ni del PP al planteamiento de Rivera. Lo que sí consta es que Pedro Sánchez habló con el primer secretario del PSC, Miquel Iceta, una vez finalizado el encuentro y que Mariano Rajoy le dijo a Rivera, «tenía ganas de conocerte, pero los del PPC no querían que te viera».