Cataluña

Nacidos para frenar la espiral del silencio

La Razón
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En la vida de los países hay momentos en que resulta imprescindible detenerse, guardar distancia y hacer el esfuerzo de ver las cosas desde perspectivas diferentes. Creo que éste es justamente el momento de abordar esta tarea en España, y hacerlo en vísperas de unas elecciones autonómicas trascendentales puede ser útil.

Sociedad Civil Catalana (SCC) nació con la clara voluntad de dar voz a los catalanes silentes, de reivindicar una Cataluña democrática, basada en el respeto al Estado de Derecho, en la defensa de una España que haga radicalmente suyas todas las lenguas y culturas y haciendo bandera de su unión en la diversidad. Nos constituimos con la clara aspiración de que Cataluña volviese a ser un punto de atracción intelectual y económica, para decir sin ambages que la independencia ni la queríamos ni nos convenía.

Nacimos para detener la espiral del silencio y nuestra voz se oye de forma clara y rotunda, sin concesiones a ilegalidades en medio de pitidos ensordecedores, instigados desde las instituciones que dicen representar a todos los catalanes pero que en realidad solamente amparan a una minoría ruidosa y bien organizada.

Creemos que muchos catalanes, la mayoría, asumen con naturalidad lo que es una evidencia: que ser catalán no es algo opuesto a ser español, sino precisamente una de las maneras en que cada uno puede manifestar su condición de español y europeo. Para mí esto no precisa ni siquiera argumentación. Mi lengua materna es el catalán, mi cultura incluye las tradiciones y costumbres catalanas y no veo en ello ninguna contradicción con mi condición de español. Al revés, quizás por mi formación como historiador soy consciente de que los habitantes de esta tierra que ahora se denomina Cataluña éramos hispanos antes que catalanes. A mí lo que me causa extrañeza es que se pueda pensar, que se pueda ser catalán sin participar en el proyecto común. Creo, y así lo creemos muchos catalanes, que Cataluña no puede ser entendida plenamente fuera de España ni España sin Cataluña. Todas estas evidencias son, sin embargo, cuestionadas en Cataluña y por eso creímos necesario unirnos como Sociedad Civil para transmitir un mensaje claro y sin complejos: no existe contradicción entre una identidad catalana y una identidad española, sino que la primera presupone la segunda. Es preciso reconocer, sin embargo, que éste es un mensaje y una idea que no han sido cultivados lo suficiente, ni en Cataluña ni en el resto de España.

Quizás olvidamos que una comunidad necesita símbolos y sentimientos para mantenerse. Necesita recuerdos comunes, expresiones compartidas para preservar su cohesión. Quizás en España hemos descuidado este aspecto, de tal forma que las relaciones familiares, de amistad, de negocios, que vertebran desde abajo nuestro país no tienen un suficiente reflejo simbólico. Es posible que, en una mezcla de racionalismo y de pereza, hayamos descuidado alimentar ese imaginario colectivo que contribuye necesariamente a dotar de vitalidad a los ricos nexos humanos que constituyen la arquitectura de un país. Esta ausencia de cuidado por los elementos sentimentales comunes es especialmente peligrosa cuando desde una parte del todo se realiza durante décadas una tarea de reconstrucción nacional que tiene como referente, no ya al conjunto del Estado, sino a una parte del mismo, tal y como de forma expresa y evidente sucede en Cataluña. El resultado puede ser una desafección que aunque pretende en ocasiones basarse en graves razones económicas y políticas no deja de tener una pulsión identitaria y sentimental.

SCC pretende ayudar a construir un discurso que no tema decir sin ambages que nos sentimos partícipes de España de forma sincera. Y lo hacemos huyendo de los nacionalismos, de todos, del de aquí y del de allí.