El desafío independentista

La hora del Referéndum sí o sí

La Razón
La RazónLa Razón

El Pacto Nacional para el Referéndum (PNR) mantuvo ayer la que será su última reunión. La imagen es la de la nave nodriza que después de cumplir su función –es decir, publicitar que la consulta era un deseo del 80 por ciento de los catalanes y no sólo de los independentistas– deja a la cápsula de los elegidos que tomará tierra en el planeta de la independencia. Misión cumplida. A esta lectura habría que añadir algo más: el referéndum no pactado y la declaración unilateral de secesión posterior es un viaje con un destino incierto. Es más, el PNR recomienda que se mantenga el «diálogo necesario» con el Gobierno y que se tenga en cuenta la «mayoría parlamentaria» de la que disponen los soberanistas, que no es suficiente para proclamar la independencia. La «transversalidad» es uno de los conceptos políticos más utilizados por los independentistas para apuntalar ese «unanimismo» capaz de sacrificar sus propias ideas en aras de la nación. Nada nuevo en el sol nacionalista. El PNR no es un instrumento inocuo, sino un aparato necesario para llegar a sectores sociales que son contrarios a la independencia, de ahí que su disolución pueda interpretarse como una forma de presión al partido de Ada Colau, que ha mostrado su reticencia a un referéndum no pactado y está dispuesta a competir también por la Generalitat. Ahora le toca a Puigdemont anunciar el día de la consulta y la pregunta y se pondrá en marcha el plan establecido: referéndum sí o sí.