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Cobas y Deusto unen fuerzas para traer a las librerías españolas a los grandes clásicos de la inversión

Cobas y Deusto unen fuerzas para traer a las librerías españolas a los grandes clásicos de la inversión
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Los inversores están de enhorabuena: pronto llegarán a las librerías españoles un buen número de clásicos de inversión y finanzas que, por distintos motivos, en su momento no fueron traducidos al castellano. Dichos clásicos llegarán a las librerías de la mano de una nueva colección de libros de inversión coeditada por Cobas Asset Management -la gestora que recientemente ha abierto el inversor Francisco García Paramés-, y Ediciones Deusto, el sello de libros de economía, finanzas, inversión y actualidad política perteneciente al Grupo Planeta.

La colección de libros de Inversión Cobas-Deusto se estrena estos días con la publicación de dos títulos: una reedición de Invirtiendo a largo plazo, el bestseller de Francisco García Paramés, que en su versión trade ha alcanzado ya los 20.000 ejemplares vendidos, y Batiendo a Wall Street, del legendario gestor de fondos Peter Lynch.

A la vuelta del verano se publicará un ensayo inédito en castellano de John C. Bogle sobre fondos de inversión y, tras ello, tendrán cabida en la colección obras tales como The five rules for successful stock investing, de Pat Dorsey; The Education of a Value Investor, de Guy Spier; The Money Masters, de John Train; Capital Returns, de Edward Chancellor; Value investing, de Martin J. Whitman; The Bogleheads’ Guide to Investing, de Taylor Larimore; John Neff on Investing, de John Neff y The Dhandho Investor, de Mohnish Pabrai, entre otras.

La colección de libros de inversión Cobas - Deusto tendrá periodicidad bianual -con publicación en primavera y otoño-, y un PVP cercano a los 20€ por volumen, los cuales se presentarán siempre en tapa dura con sobrecubierta y contarán con un prólogo de Francisco García Paramés en el que introducirá la obra y autor en cuestión al lector español.

A continuación reproducimos el prólogo de Francisco García Paramés a Batiendo a Wall Street, de Peter Lynch.

Comenzamos nuestra colección con el segundo libro de Peter Lynch, Batiendo a Wall Street. Lo escribió después de retirarse de la gestión activa a los cincuenta años. Quería dedicar tiempo a su familia y no podía hacerlo con el ritmo de trabajo que suponía gestionar el fondo Fidelity Magellan. En esta ocasión trata asuntos más variados que los de su famoso primer libro: fondos de inversión, su experiencia gestionando, análisis de algunas de sus inversiones, etc. Lo hace con su inimitable e informal estilo, con anécdotas y numerosos ejemplos que ayudan en la explicación.

Continúa con la senda didáctica iniciada en Un paso por delante de Wall Street (Deusto, 2015), ya muy conocido por los inversores value, lo que le hace enormemente comprensible para cualquier lector.

En el primer capítulo insiste en animar a los no profesionales a invertir, explicando que el 61 por ciento del conjunto de clubs de inversión americanos ha batido el índice. La clave para ello no es tanto la selección de valores como lo es la inversión sistemática: si hubieras invertido 1.000 dólares el 1 de enero cada año desde 1940 (52.000 dólares en total), en 1992 hubieras tenido un capital de 3.554.227 dólares. El que hubiera además invertido otros 1.000 dólares cada vez que el mercado caía un 10 por ciento hubiera convertido los 83.000 dólares en 6.295.000. Está clara la bondad de aproximarse a la inversión evitando las emociones.

En el capítulo 2 resalta la exagerada atención a los detalles negativos que ocurren a nuestro alrededor, especialmente los relacionados con la economía. La realidad es que el crecimiento económico global ha sido extraordinario desde hace décadas y continuará siéndolo. Los mercados, por tanto, se comportarán razonablemente bien, y podremos disfrutar de sus resultados.

Y ello a pesar de los continuos sobresaltos: nos recuerda como en los setenta años anteriores a la edición de su libro ha habido cuarenta caídas superiores al 10 por ciento y 13 superiores al 33 por ciento. A ello habría que unir las ocurridas en los últimos veinticinco años.

En el capítulo 3 nos ayuda a buscar el fondo adecuado. Insiste para ello en la bondad de las acciones respecto a los bonos, y nos recomienda invertir lo máximo posible en fondos de acciones.

Nos da algunos consejos para navegar la complicada aventura de encontrar el fondo ideal, aunque la dificultad de la tarea no permite dar una respuesta definitiva.

En los tres siguientes capítulos Lynch da un repaso a sus años como gestor del Magellan Fund. Tuvo la gran ventaja de que durante los cuatro primeros años el fondo no fue comercializado activamente por Fidelity, lo que le permitió trabajar con tranquilidad.

Resalta que la independencia de la que disfrutó es rara en las grandes entidades financieras, donde cualquier error no se perdona.

Nos aclara que él no se considera un inversor de compañías de crecimiento, aunque siempre le gustaron los restaurantes y «minoristas» que crecían por todo el país. Invertía en todo tipo de valores, y lo hacía con una enorme convicción, llegando a acumular en un único sector el 25 por ciento del patrimonio.

También explica que el elevado número de compañías en la cartera, más de 1.000 en ciertos momentos, era engañoso, ya que en un número muy inferior tenía el 70 por ciento de concentración.

En la segunda parte del libro repasa el proceso de análisis para sus 21 recomendaciones a la prestigiosa Tabla Redonda del semanal Barron’s en 1992.

El proceso siempre es el mismo, una visita in situ al negocio en cuestión, acompañada por una exhaustiva lectura de las Memorias Anuales y cualquier documentación que le pueda ser útil.

Habla de clásicos como Wal-Mart o Toll Brothers, pero especialmente interesantes son los dos capítulos dedicados a las S&L (Savings and Loans, equivalentes a las Cajas de Ahorros españolas) y el dedicado a las MLP (Master Limited Partnerships, precursoras de las SOCIMIS españolas). También el repaso dedicado a las compañías cíclicas, con especial énfasis en su capacidad para sobrevivir a la parte baja del ciclo, es intemporal.

Lynch termina con veinte recomendaciones que resumen gran parte de su filosofía, y que serán muy productivas para todo aquel que consiga seguirlas.

Volver a leer este libro después de 25 años ha sido un estupendo ejercicio para mí. Me ha hecho reflexionar sobre algunos aspectos del proceso inversor y posiblemente me ayudará en las decisiones futuras. Espero que al lector le ocurra lo mismo.

Francisco García Paramés