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Muere, maldito crítico gastronómico

El chef Xabier Gutiérrez guisa un entretenido caso sobre el asesinato de un reputado periodista culinario

Muere, maldito crítico gastronómico
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Ya van tres. Si Xabier Gutiérrez sigue al mismo ritmo convertirá su saga de novela policíaca gastronómica en la más popular de la literatura negra española. El comisario de la Ertzaintza Vicente Parra puede mirar de tú a tú a su colega navarra la detective foral Amaia Salazar, a quien rinde tributo pasajero en «Sabor crítico», la nueva aventura del policía donostiarra. Es evidente que Dolores Redondo y Gutiérrez son los autores más sobresalientes del «rural noir» en España en dos de sus variantes: el neocostumbrismo mágico y el gastronómico. Antaño, las Vascongadas eran sinónimo de industrialización y burguesía urbana. Hoy, a tenor de sus novelas negras, son prontuarios costumbristas de la España autonómica. En todas se da la espalda a la urbe por el medio rural. La gran ciudad, los bajos fondos y el humo de los garitos ceden ante el entorno telúrico de la tierra y la belleza del bosque, en donde sus protagonistas se reencuentran con una verdad que afecta a lo más profundo de su ser: la identidad.

«Walden», la llamada del terruño ancestral, la naturaleza agreste del bosque y lo prístino del entorno ecológico, es la nueva ideología del retorno a la tierra del «rural autonómico», subgénero dominante en la Europa que retrata, que es la que hoy cede ante los populismos como una reacción conservadora frente al discurso dominante progre y la dictadura de su insoportable superioridad moral.

Gritar como Munch

Y en este bastidor donde se borda el costumbrismo más tradicional, ¿qué función cumplen el relato policial en el que un detective virtuoso se enfrenta al peor de los crímenes, el del asesino que infecta el entorno natural con el detritus irreciclable de la muerte? La de hilván. De pretexto para enmascarar la novela familiar y poder hurgar en la vida cotidiana de la comarca y en unas vidas que gritan, como el desasosegado personaje de Edvard Munch, por ocupar un lugar junto a los mitos de la novela negra. Efectos de la posmodernidad, que funde los mitos concebidos como más grandes que la vida, ejemplos de lo cotidiano vuelto excepcional, con los personajes ensimismados de la identidad comarcal.

¿Y en qué lugar queda, entonces, el intríngulis policíaco, los ecos lejanos de la trama negra que alternan el «whodunit» con el «hard boiled» y el «thriller» criminal? En Europa, cada vez más alejados de la novela negra y más cerca del costumbrismo identitario, del relato de las tradiciones locales y la fascinación por el folclore de corte mágico, la tendencia abraza el Norte con el Mediterráneo, a Johan Theorin con Jean-Luc Bannalec y Dolores Redondo. En este contexto brilla Gutiérrez por su fidelidad a esta tipología, nacida del comisario Montalbán, de Camilleri y también de Donna Leon, pero ensanchada hasta fundir elementos dispares como crimen, gastronomía y costumbrismo. Aquí, el objeto de la trama es, por fin, el asesinato del odioso crítico gastronómico. Esa figura insidiosa, un ser que báscula entre la extrema exigencia culinaria y el puritanismo de mesa y mantel de corte religioso: la teología del sabor. Y en estas lides, Gutiérrez es un maestro de guiso tan sabroso.

Sobre el autor

Tercera entrega de la trilogía de Vicente Parra, el detective de la Ertzaintza que investiga tramas criminales

ideal para...

los interesados en sabrosas intrigas gastronómicas

un defecto

El exceso de presencia de la vida cotidiana en detrimento de la acción

una virtud

La capacidad literaria al mezclar la trama criminal con el día a día

puntuación

8