Barcelona

Los ganadores del Premio Pritzker ven el premio un reconocimiento a los arquitectos españoles

Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta crearon en 1988 el estudio RCR en Olot (Gerona), su ciudad natal,

Imagen de la mediateca de Gante, obra del estudio RCR
Imagen de la mediateca de Gante, obra del estudio RCRlarazon

Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta crearon en 1988 el estudio RCR en Olot (Gerona), su ciudad natal,

Decía Salvador Dalí con su penetrante sabiduría e ironía que lo ultralocal puede llegar a convertirse en universal. Esa cita bien puede servir para hacer una primera definición del trabajo realizado desde 1988 por el despacho arquitectónico RCR de Olot (Gerona), fundado por Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta. Ellos son desde ayer los ganadores del Premio Pritzker que fue fallado en Chicago. El jurado de este galardón, considerado como el Premio Nobel de la Arquitectura, destacó el «compromiso inflexible» de los arquitectos con el lugar en el que trabajan, lo que da como resultado «espacios que están en relación con sus respectivos contextos». En este sentido, Martha Thorne, directora ejecutiva del Pritzker, aseguró ayer en declaraciones a Ep que este premio busca reconocer «una arquitectura optimista en momentos de dificultad», siendo el estudio español recientemente ganador RCR un «buen ejemplo» de ello. Igualmente se ha subrayado el juego de transparencias de sus construcciones, al que hay que sumar un juego de conexiones permanentes entre interiores y exteriores. A todo ello se le suma la capacidad para hacer de la belleza y la serenidad las premisas fundamentales para alcanzar una arquitectura de una gran belleza.

Otro de los hitos en esta edición alcanzado por RCR es el hecho de que esta es la primera vez que el galardón recae en tres arquitectos y no en un único autor. También es la segunda que el Pritzker piensa en español desde que lo ganara Rafael Moneo en 1996.

Los tres amigos no pararon ayer de contestar al teléfono. Lo hicieron sin descanso, una llamada tras otra. La noticia les dejó tan sorprendidos que apenas podían creer que fuese cierta. «Es algo que no te puedes imaginar ni en el mejor de tus suelo. Ni siquieran no atrevíamos a soñar con ello. Y eso que cada año lo sigues y sabes quién lo ha ganado pero jamás te imaginas que te lo pueden dar a tí, en este caso a nosotros. Y nos ha pasado. Entendemos que se nos da por una trayectoria, pero no olvidamos y queremos subrayarlo, que detrás tenemos todo el peso de los años de la arquitectura española y catalana. Nos gusta y queremos que se entienda así», explica Rafael Aranda, al que se percibe con un tono cansado después de un día repleto de emociones.

Espacio natural

El currículum de esta firma es espectacular. Además del Pritzker han logrado también reconocimientos de peso como la Medalla de Oro de la Academia de Arquitectura Francesa, ser nombrados Caballeros de la Orden de las Artes y de las Letras de la República Francesa, además de ser galardonados por la Royal Institute of British Architects (RIBA) y la American Institute of Architecture (AIA), sin olvidar el Premio Nacional de Cultura en Arquitectura de la Generalitat de Cataluña.

Pero es la obra construida la que mejor habla por Rafael Aranda, Carme Pigem y Ramón Vilalta, con una serie de trabajos que respiran una encendida defensa del espacio natural con el que se crea un eficaz diálogo. Nada es gratuito y la arquitectura sabe inspirarse en el medio en el que está siendo concebida. Eso es lo que se resalta en edificios como el Centro de Arte «La Cuisine», castillo de Nègrepelisse (Francia); el Espacio Barberí en Olot –una de sus indiscutibles obras maestras–; las Bodegas Bell-lloc, en Palamós; la Casa Entremuros, en Olot; la Casa Malecaze, en Vieille-Toulouse (Francia); el Mas El Vent, en La Fosca de Palamós o el Parque de la Arboleda, en Begur. El acero cortén se ennoblece en cada una de sus obras en las que predomina la horizontalidad y los juegos de luz que se cuelan a través de las rendijas y los vanos que se abren. es el caso de la biblioteca Sant Antoni-Joan Oliver, que se levanta en Barcelona, o del imponente restaurante Les Cols, que es una de las atracciones de Olot.

Cuando se le pregunta a Aranda cuáles son las señas de identidad de su trabajo responde que siempre les ha marcado el «construir espacios que hagan sentir y emocionar, así como cuestionarte el papel que tienes en este mundo. Ésa es la atmósfera nuestra, la que respiramos y en la que nos movemos», declara. Un aire que resuma espiritualidad. Y el jurado se ha fijado en ese carácter particular y en un premio que ha cambiado la tendencia y se ha detenido, ya no en los arquitectos estrella, con obras multimillonarias que copaban los galardones, sino en hacer un estudio que de lo local ha dado el salto a lo universal. «Nosotros regresamos a nuestros orígenes, de donde éramos y con este premio reivindicamos, una vez más, que soñar es posible», señala.

El premio es para el terceto un reconocimiento a los treinta años que lleva el estudio trabajando, una labor que iniciaron los tres autores tras licenciarse y decidir regresar a Olot para poner en marcha un común proyecto, una misma manera de entender la arquitectura. A este respecto aclara que «los profesores –estudiaron en la Escuela Superior de Arquitectura Técnica del Vallés– nos dijeron si lo habíamos pensado bien, porque la tradición era establecerse en una gran ciudad como Barcelona e irte a grandes despachos», comenta.

A seis manos

Desde siempre han trabajado juntos, se han visto crecer y son amigos. Arquitectos y amigos. «Mira, Carmen (Pigem) y Ramón (Vilalta) son pareja y yo he pasado temporadas de estudiante viviendo con él en pisos de soltero», comenta. ¿Y trabajan a seis manos? «Desde que éramos jóvenes. Siempre hay uno que lleva la batuta al comenzar el proyecto, pero ninguno desea más protagonismo que los demás. De hecho, en muchas ocasiones nos han dicho que parecemos un trío de jazz, es decir, que uno arranca y otro lo coge una vez empezado, pero lo que está claro es que todos nos apoyamos. Nos conocemos muy bien», dice. ¿Y ahora lloverán los proyectos? Ellos no son de aceptar cualquier encargo, sino de tomarse su tiempo, de estudiar y valorar y de ser fieles a sus principios. Las prisas, que son siempre malas consejeras, no van con este terceto: «No somos arquitectos que estamos especializados en construir un tipo de obra. Y tampoco estamos hasta arriba de proyectos, para nada. Hace un mes inauguramos el restaurante Enigma de Adrià, a finales de este semana abriremos una Mediateca en Gante y posteriormente un bloque de apartamentos en Dubái. Nosotros estamos por quien quiere apostar por este tipo de espacios y por nuestra filosofía», responde.

La decisión de afincarse definitivamente en Olot aseguran que les dio «un aprendizaje sobre paisaje y naturaleza que se basa en entender ambos conceptos y llevar ese conocimiento a cada lugar en el que uno trabaja. Si vamos al desierto intentamos comprenderlo». Sobre sus proyectos arquitectónicos, Vilalta ha resaltado que siempre tienen en cuenta el lugar en el que construyen sus edificios para que se pueda «sentir su atmósfera, su espacialidad». RCR seguirán siendo Rafael, Carmen y Ramón, tres amigos que se conocieron, estudiaron juntos y hoy, después de treinta años pueden presumir de haber conseguido el Nobel de la Arquitectura de nuevo para España. Y ya van dos.