Elecciones catalanas

Puigdemont repetiría elecciones si no es presidente

Decidido a que Junqueras no sea investido en ningún caso, el ex president fugado provocará que el pulso entre los secesionistas aboque a Cataluña a la incertidumbre de un nuevo proceso electoral

Un hombre toma una fotografía con su telefono móvil a Puigdemont durante uno de sus mitines en la última campaña electoral
Un hombre toma una fotografía con su telefono móvil a Puigdemont durante uno de sus mitines en la última campaña electorallarazon

Decidido a que Junqueras no sea investido en ningún caso, el ex president fugado provocará que el pulso entre los secesionistas aboque a Cataluña a la incertidumbre de un nuevo proceso electoral.

Junts per Catalunya persiste en su ciega huida hacia adelante encaminada a ver a Puigdemont retornar con honores al Palau de la Generalitat. Los nacionalistas han hecho caso omiso a las presiones que les llegan desde Esquerra para que expliquen de qué manera piensan investir al ex president teniendo en cuenta que todo parece indicar que será puesto a disposición de la Justicia en cuanto regrese a España. «Está todo muy enfilado y muy atado», es lo único que llega desde la sede de la antigua Convergència junto a la determinación de seguir aumentando la presión sobre el Estado y sobre sus antiguos socios de Gobierno con el arma definitiva: la amenaza de que se repitan las elecciones autonómicas si Puigdemont no es investido.

Y es que, desde determinado punto de vista, lo cierto es que el fugado tiene la sartén por el mango y si se niega a dar su apoyo a otro candidato la repetición de elecciones está asegurada. Por otro lado, Junts per Catalunya condiciona el regreso de Puigdemont a que se cumplan dos condiciones: que se libere a todos los presos relacionados con el proceso soberanista y que no le apliquen la ley en cuento ponga el pie en la frontera. En este sentido han de entenderse las declaraciones del responsable de acción política del PDeCat, Ferran Bel, a la necesidad de un «pacto político» previo con el Estado. «El pacto tiene que ser político y se tendrá que instrumentalizar. Los problemas políticos deben tener una respuesta política», dijo. Lógicamente, las condiciones del PDeCAT son de difícil, por no decir imposible, cumplimiento, por lo que se ha especulado con la posibilidad de realizar una reforma exprés del reglamento del Parlament para que la investidura de Puigdemont pueda realizarse telemáticamente. Tanto Esquerra como los comunes de Colau –por no hablar del bloque constitucionalista en pleno– se niegan a esta posibilidad. Y aquí es donde empiezan los problemas.

Descartada la posibilidad de que los cinco diputados electos que están actualmente en Bélgica renuncien a su acta en el Parlament, el bloque independentista se quedaría con 65 escaños, es decir, cinco menos que los que logró en las elecciones. Estas cinco bajas –a las que podrían sumarse las de Junqueras, Sánchez y Forn, que se encuentran todavía en prisión y deberán pedir permiso al juez– hacen necesario que al menos uno de los ocho diputados de los comunes se cambie de bando y apoye a los secesionistas, algo que no parece muy plausible en estos momentos ya que la confluencia de Podemos en Cataluña ha sido tajante en su negativa a apoyar una investidura de Puigdemont. Ésta es precisamente la fuerza del chantaje, ya que tras la negativa de los de Domenech se iría a un escenario de repetición de elecciones.

La tensión está en estos momentos al máximo pero entre los convergentes se tiene la esperanza de que Esquerra no se atreverá a romper de nuevo la unidad del bloque independentista tras su negativa a repetir la coalición de Junts pel Sí que abrió las puertas de la Generalitat a Puigdemont en 2015. Mientas tanto, desde ERC se asegura que no hay nada acordado y todos los actores políticos del callejón sin salida en el que se ha convertido el juego político en Cataluña esperan a lo que suceda hoy, día en el que el ex vicepresidente Junqueras acude al Supremo para solicitar su puesta en libertad. Como publicó este diario ayer, todo parece indicar que la solicitud será denegada y el líder de Esquerra se verá obligado a pedir un permiso para poder votar en la sesión de constitución de la Cámara autonómica, prevista para el 17 de enero. Precisamente dos días antes de esa fecha, el día 15, el Tribunal Superior de Justicia de Cataluña hará publica la sentencia del «caso Palau» que afecta directamente a la cúpula convergente, señaladamente a Artur Mas, que ya ha escuchado voces en su partido sobre la necesidad de abandonar la primera línea de la política si, como parece, su nombre queda salpicado tras conocerse la decisión de los jueces. Y aunque es cierto que Puigdemont no formaba parte de la dirección del partido cuando se produjo el escándalo de corrupción, lo cierto es que el ex president es su heredero político y se puede dar por descontado que ERC, los comunes y el bloque constitucionalista van a utilizar esta sentencia para atacarle.

Por su parte, Esquerra está intentando enrolar a los comunes para una candidatura paralela pero, en cualquier caso, necesitará al PDeCAT donde, al mismo tiempo, son conscientes de que la situación no puede eternizarse indefinidamente. Puigdemont está haciendo un órdago que podría resumirse con la expresión « yo o yo». La repetición de elecciones no interesa a nadie: ERC aun está lamiéndose las heridas del resultado del 21-D y ni PP, ni comunes ni el PSC tienen muchas expectativas de mejora si finalmente se produce una segunda vuelta. El coste económico para Cataluña y el resto de España del periodo de incertidumbre que se abriría sería muy importante.

Ayer mismo, Arrimadas afirmaba que «no descarta absolutamente nada» ante la situación de bloqueo en la que parecen encontrarse los partidos independentistas y criticó la pretensión de Puigdemont de convertirse en un president «holograma». «Si no se ponen de acuerdo, estaremos ahí» dijo, pero «hay que saber qué harán, porque no está nada claro que se pongan de acuerdo JxCat y ERC. Hay que ver si habrá acuerdo, porque esto lo determinará todo», explicó. Por otra parte, la ganadora de las elecciones del 21-D recordó la necesidad de que los independentistas no tegan todas las posiciones de poder real en la Mesa del parlament porque esa circunstancia fue la que propicio que la Cámara se convirtiera en el motor principal de proceso soberanista. «Todo lo que hemos visto en la legislatura pasada ha sido posible porque la presidenta del Parlament no era la presidenta del Parlament, sino la presidenta de la ANC y la delegada de Puigdemont», criticó en declaraciones a Onda Cero.