Novela

El ornitorrinco 007

El personaje más alucinante de la serie «Phineas y Ferb» es Perry el ornitorrinco. Tiene doble personalidad, como los superhéroes clásicos Superman y La Hormiga Atómica. Por un lado, es una apacible mascota y, por otro, un temible agente secreto.

El ornitorrinco 007
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Como dice su canción: «Australiano mamífero semiacuático agente. ¡Shubidobidobiwa-wa! ¡Delgado y plano, perfecto para pelear! Como espía es el mejor, no es un pato ni un castor.¡Es Perry, el ornitorrinco!». Por eso lleva un sombrero como el de Indiana Jones y trabaja para el Mayor Monograma. Su misión: luchar contra el malvado y algo estúpido Dr. Heinz Doofenshmirtz. Mientras Phineas y Ferb juegan en el tranquilo jardín de su casa unifamiliar, espiados obsesivamente por su adolescente y algo histérica hermana Candance, Perry descansa al pie del árbol que esconde en su tronco una de las múltiples entradas secretas a la guarida de la organización OSBA (Organización Sin un Buen Acrónimo), donde recibe órdenes para detener al émulo del doctor Maligno, de nombre impronunciable. El Dr. Doofenshmirtz es un personaje acomplejado, con traumas infantiles que apenas puede superar llamando la atención de Perry y tratando de destruir el mundo. Para ello está siempre creando artilugios delirantes. En un capítulo es el «proliferornitorrinconeitor», que clona miles de Perrys y con los que «Super P» tiene que entablar una lucha en plan karateca.
En la película que se acaba de estrenar, «Phineas y Ferb frente a la 2ª dimensión», descubren que Perry es un agente secreto y le ayudan, a través de un universo paralelo, a impedir que los inventos del Dr. Doofenshmirtz destruyan su apacible universo. Las máquinas para viajar en el tiempo o para proyectarse en el mundo digital son la especialidad de los geométricos Phineas y Ferb. Algo normal para dos cerebritos megacurrantes, capaces de construir en un periquete norias gigantes o montañas rusas atómicas de una sofisticación descacharrante. Los dos friquis compiten en ingenio cuántico con el colérico Dr. Doofenshmirtz, que cada vez que ve frustrados sus proyectos por el «Agente P.» grita histérico: «¡Maldito seas, Perry el ornitorrinco!».
En el fondo, el doctor no puede vivir sin Perry. En lo alto de un rascacielos de techo abatible, tiene un loft abracadabrante, a donde acude Perry el ornitorrinco en su motoneta o en parapente dispuesto a desbaratar sus locos planes. El precedente de Perry es sin duda «El Inspector Ardilla», un chulísimo Agente Secreto 000, dibujado por Hanna y Barbera en 1965, siempre acompañado de su cegato compañero, Moroco Topo: «¡El Inspector Ardilla y su cuate al rescate!». Como Perry, lleva un sombrero que deja ver sus ojos incrustados en el ala y va embutido en una gabardina estilo Bogart. Elegante como James Bond, gasta artilugios fantásticos, como un achicador de proyectiles, un retractor electrónico de cohetes y el propulcinturón. Para los entendidos, detrás de ambos hay un homenaje al genial Tex Avery.