Nacionalismo

Independencia por la pasta

La Razón
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Si algo ha caracterizado al nacionalismo catalán en las últimas décadas, ha sido su avidez de dinero. Y no me refiero a la familia Pujol, ni a otros ilustres condenados del partido, sino al propio Govern. Sus pactos con Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero, siempre estuvieron condicionados por las contrapartidas: deuda sanitaria, infraestructuras, gestión de puertos y aeropuertos, educación, bilingüismo, presupuestos, deuda acumulada por la mala gestión... Por eso no es de extrañar que el primer objetivo del independentismo haya sido la pasta, el cajón del pan. Ayer nos dijeron que la Generalitat piensa activar en julio una plataforma para gestionar los principales impuestos. ¡En julio! Algo sorprendente si el referéndum, como dicen algunos, se adelanta a mayo.

El Ejecutivo catalán quiere empezar a recaudar los tributos propios y cedidos a partir del 1 de julio gracias a su nuevo sistema informático. No es ningún invento. Son palabras del secretario de Hacienda de la Generalitat, Lluís Salvadó, quien además ha concretado que el primer impuesto que gestionarán será la tasa que grava las bebidas azucaradas. Encima el trago va a ser amargo. Pero eso sólo será el principio. Nuestro probo funcionario también ha dicho que este sistema ha sido diseñado «para cualquier tipo de impuesto». Pues vaya.

Así las cosas, al Gobierno Español no se le ha ocurrido otra cosa para contrarrestar el eficaz sistema informático que anunciar que está estudiando precintar los colegios electorales para impedir que se celebre el referéndum. Eso implicaría no sólo recuperar el control de la Consejería de Educación, sino la aplicación del artículo 155 de la Constitución que implica la asunción por el Estado de las competencias de una comunidad autónoma. No sé si estas medidas funcionarán. Pero que lo que sí tengo claro es que hay que evitar es que los nacionalistas trinquen la pela. Recordarán como el año pasado Oriol Junqueras tuvo que pedir ayuda al Gobierno ante el anuncio de la agencia de calificación Standard &Poor’s de que iba a empeorar la calificación de la deuda de la Generalitat por debajo del bono basura. Aquella quiebra la evitó el respaldo del Estado. Ahora el nacionalismo pretende evitar sus futuras quiebras con el dinero de todos los catalanes. Y, como ya sabemos lo mal que lo administran, es para estar preocupados. Por lo menos que alguien del Gobierno lo haga.