Pedro Narváez

La gasolina de Leopoldo

La Razón
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Tres años cumple hoy el preso Leopoldo López en la cárcel, donde cachean y enturbian a su mujer cuando va a visitarle y registran a sus abogados tan minuciosamente como si fueran a entregarle un botón nuclear. Aún así, en pequeños trozos de papel, con frases escritas en su propia piel, contestó hace unos días a las preguntas de Rocío Colomer en este periódico. La libertad de preguntar y la libertad de responder por esos medios completaron un relato escalofriante de lo que supone el régimen de Maduro, paralelo al de un Reinaldo Arenas –«oigo su roer llegarme hasta los testículos»– y tantos otros en el castrismo que ya cruzaron la frontera de la muerte. Sus palabras son la lima con la que pretende abrir los barrotes que le mantienen aislado por disentir del chavismo.

La vida humana no tiene el mismo valor en todas las prisiones. A los abajofirmantes les pone Mandela –ver a Pedro Sánchez en la celda del que fuera líder surafricano provocaba vergüenza ajena–, Snowden, Assange y, por supuesto el Che Guevara, que, aun estando muerto, tiene presos a sus admiradores para que tengan su pedacito de martirio, pero Leopoldo López no es de su mundo. Ni se le menciona para que no exista y, porque de hacerlo, según Pablo Iglesias, se le echa gasolina al fuego. Palabra de pirómano.

«Mi lengua mata», dejó escrito Leopoldo María Panero, otro encarcelado en el laberinto de su mente, porque, al cabo, «la vida es una mano torpe que se arrastra sobre el verso». Todo está dicho antes de que naciéramos por lo que a veces escribir tiene un sentido de repetición plagiada que nos hace innecesarios, pero conviene repetir que sin libertad no hay más que un remedo de vida, la sombra del hombre invisible. Leopoldo López es eso que llamamos símbolo, pero tiene carne, sangre y defeca en el retrete de su claustro. Y aun así, la izquierda vandálica y cobarde le resta méritos ante el gorilón de Caracas, sí, Maduro. Le interpelo desde esta página libre para dar los malos días al machirulo, siguiendo la terminología de Irene Montero. Maduro, que retocaba sus carteles electorales para que en la glorificación del Photoshop no pareciera mariconsón. Tres años, tres tristes tigres, sin ninguna interpelación parlamentaria.

Preguntan sus señorías por Trump y no por este energúmeno sin cuidados paliativos. El coro de esta tragedia canta de espaldas y a su favor. Leopoldo López es hoy viernes 17 de febrero el nombre que apunto en el santoral de los héroes contemporáneos. Como tantos millones de venezolanos que aun pisando la calle sienten un barrote sobre los hombros.