Vaticano

El Papa abre la vía para que sean santos los que den la vida por otros

Al martirio, las virtudes heroicas y las causas excepcionales se añade una cuarta circunstancia para alcanzar la santidad, según un «motu propio» publicado ayer por el Vaticano.

El Papa Francisco
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Al martirio, las virtudes heroicas y las causas excepcionales se añade una cuarta circunstancia para alcanzar la santidad, según un «motu propio» publicado ayer por el Vaticano.

Convertirse en beato o santo está más cerca de unos pocos, porque el Papa Francisco ha aprobado una nueva vía que facilita ser elevado a los altares: la del ofrecimiento de la propia vida.

El documento publicado ayer es «Motu Proprio» –que parte de la iniciativa del mismo Pontífice– titulado «Maiorem hac dilectionem», que se traduce por las palabras de Jesús «No hay amor más grande que dar la vida por los amigos» (Jn 15,13). Con él, el Vaticano establece una nueva causa de beatificación y canonización que se une a las tres ya existentes: la del martirio, la de las virtudes heroicas y la de las causas excepcionales.

Pero, ¿quiénes podrían tener acceso a los altares con la nueva vía? El documento de la Santa Sede es claro al respecto y explica las razones que han llevado a su consideración. «Es verdad que el heroico ofrecimiento de la vida, sugerido y sostenido en la caridad, expresa una verdadera, plena y ejemplar imitación de Cristo y, por tanto, es merecedora de aquella admiración que la comunidad de los fieles reserva a menudo a aquellos que voluntariamente han aceptado el martirio de sangre o han ejercitado en grado heroico las virtudes cristianas».

En estas circunstancias estarían, por ejemplo, aquellos misioneros que cuidando leprosos, quedan infectados y mueren. O los que durante la crisis del ébola en 2014 prestaron ayuda a los enfermos en países como Guinea y acabaron falleciendo tras ser infectados. Ejemplos en los que el mismo Vaticano parece pensar al explicar que «son dignos de especial consideración y honor los cristianos que, siguiendo más de cerca las huellas y las enseñanzas del Señor Jesús, han ofrecido voluntaria y libremente la vida por los otros y han perseverado hasta la muerte en este propósito».

La nueva disposición recibió el parecer favorable de la Congregación de las Causas de los Santos –la que se ocupa de estos temas– en la sesión plenaria del 27 de septiembre de 2016, tras estudiar detenidamente algunos posibles casos, y el 10 de enero de este año Francisco aceptó la propuesta.

En el periódico oficial del Vaticano, «L’Osservatore Romano», se explican cuáles son las tres vías que ya estaban contempladas. En la del martirio, se contempla la «aceptación voluntaria de la muerte violenta por amor de Cristo, de parte de la víctima». «El odio del perseguidor por la fe o por otra virtud cristiana» así como «la mansedumbre y el perdón de la víctima que imita el ejemplo de Jesús, el cual en la cruz invocó la misericordia del Padre por sus nuevos asesinos».

En la vía de las virtudes heroicas, se deben ejercer «convenientemente, con prontitud, agradablemente y sobre el modo de acción común, para un fin sobrenatural y por un coherente periodo de tiempo, es decir, hasta hacerlo convertirse en un modo habitual de ser y de actuar conforme al Evangelio».«L’Osservatore Romano» aclara que «se tratan de las virtudes teologales (fe, esperanza, caridad), cardinales (prudencia, justicia, fortaleza, templanza) y otras anexas (pobreza, obediencia, castidad y humildad)».Esta tercera vía es la menos conocida y habitual. Se trata de la de los «casos excepcionales», llamados así por el Código de Derecho Canónico. «Su reconocimiento lleva a la confirmación de culto antiguo y llamada también ‘beatificación equivalente’».

La Iglesia quiere dejar claro que existen diferencias entre la reciente cuarta vía y las anteriores, aunque pocas y quizás poco destacables. «Aunque tienen elementos que las hacen parecerse», el «ofrecimiento de la vida» pretende «valorizar un heroico testimonio cristiano, hasta ahora sin un procedimiento específico, porque no entraban en las causas del martirio ni tampoco en la de las virtudes heroicas».

Respecto del martirio, quizás a la que más se asemeja, «se diferencia porque no hay un perseguidor que querría imponer la elección contra Cristo». Y sobre la vía de las «virtudes heroicas», la principal diferencia es que «no es la expresión de un prolongado ejercicio de las virtudes, y, en particular de una caridad heroica».

En definitiva, para que se contemple un caso de ofrecimiento de la propia vida y se inicie de esta manera el proceso de beatificación «se requiere un ejercicio ordinario de vida cristiana que haga posible y comprensible la decisión libre y voluntaria de donar la propia vida en un acto supremo de amor cristiano, que supere el natural instinto de supervivencia, imitando a Cristo, que se ha ofrecido al Padre por el mundo, en la cruz».

Lo que permenece como hasta ahora es la exahustiva investigación y los pasos preceptivos para declarar santa a una persona (interrogatorio a testigos, el examen de los milagros...).