Madrid 2020

Blanco y su equipo siguieron los consejos del COI, pero...

La Razón
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Ya lo dijo el Príncipe Felipe hace meses y no se cansó de repetirlo en la capital argentina: «Somos un equipo». Precisamente lo que Alejandro Blanco formó, una serie de especialistas unidos en torno a un objetivo común: organizar unos Juegos Olímpicos en Madrid. El presidente del Comité Olímpico Español aceptó el reto de presidir también la Candidatura, «gratis et amore», y se volcó en el empeño. Escuchó atentamente los consejos del Comité Olímpico Internacional y siguió las pautas que Jacques Rogge y sus muchachos establecieron, sin apartarse un milímetro de la línea maestra: «Más deportistas y menos políticos». Se trataba de no repetir los errores de las dos anteriores intentonas.

Blanco, gallego de Orense (9-10-1950), licenciado en ciencias físicas, antiguo presidente de la Federación Española de Yudo, séptimo dan en este deporte, acostumbrado a fajarse en todos los terrenos, trabajador incansable, viajero impenitente, que con tres horas de sueño es capaz de recargar las pilas, no desfallece jamás. Y le cuesta admitir que sus colaboradores más cercanos desfallezcan. Él ha sido el alma de esta candidatura, a la que se ha encargado de dotar de un corazón que bombea ánimo sin interrupción y contagia su entrega y optimismo al resto.

El Príncipe Felipe ha sido un colaborador inestimable, imprescindible. Y como le ha tocado afrontar el reto con el presupuesto más bajo de las tres intentonas, de la miseria ha hecho virtud y cuando ha tenido que recurrir al presidente del Gobierno, a Mariano Rajoy, para avanzar por vías anegadas, lo ha hecho.

Su forma de hacer, de gestionar y de entender el deporte, su permanente estado de alerta, su recto caminar, también le han granjeado muchos enemigos. Y envidias. Le están esperando desde hace tiempo... La diplomacia que exhibe en las comparecencias públicas, en las negociaciones donde lo que importa es el deportista, o el deporte, es inquebrantable, caiga quien caiga. Ahí no da su brazo a torcer. Defiende al deportista por encima de todo, predica la presunción de inocencia, pero cuando la culpabilidad es manifiesta, cuando se demuestra que el atleta en cuestión ha hecho trampas, se ha dopado, preferiría un castigo ejemplar, incluso la inhabilitación de por vida para la práctica del deporte antes que los dos años de sanción. También es partidario de democratizar la asamblea del COI. En más de una ocasión se ha significado abiertamente en ese sentido, quiere que deportistas y federativos tomen las decisiones importantes; sin embargo, ha sido un fiel colaborador del todavía presidente Rogge.

Su intervención ha sido decisiva para evitar un motín letal en las filas de los dirigentes del COI; muchos viajes tuvo que hacer a México en el papel de negociador u hombre bueno. Triunfó. También repitió estancias en Bolivia y Ecuador para que Morales y Correa no se erigieran en responsables de sus respectivos comités olímpicos, lo que habría terminado con la expulsión inmediata del COI. Mucho, muchísimo, ha trabajado Alejandro Blanco para que Madrid organizara unos Juegos Olímpicos. En todos los ámbitos, en todos los sectores, siempre infatigable y en lucha permanente contra la mentira y los sátrapas. Merecía el premio.

Lo merecían él y sus colaboradores. La cabeza visible del COE tuvo que rodearse de un equipo excepcional para suplir las carencias económicas con un superávit de potencial profesional y humano. Y exigió a todos sus colaboradores lo mismo que él se impone: entrega total, incluso a costa de la familia. Depositó toda su confianza en Víctor Sánchez y Theresa Zabell, ambos curtidos en más de mil batallas olímpicas; mano derecha e izquierda; expertos en surcar las procelosas aguas del COI.

Víctor es secretario general del COE y CEO de la Candidatura. Theresa, bicampeona olímpica, es la imagen internacional y quien ha perseguido votos del uno al otro confín del mundo, sin desmayo, sin descanso, como quiere el «jefe». Sin tregua. Junto a ellos, estrechos y efectivos colaboradores, como Raúl Chapado, director de Deportes de M2020; Rafa Pascual, uno de los mejores jugadores de voleibol de la historia, el conseguidor de deportistas, cara amable que con sus gestiones logró que Iniesta, Cristiano, Raúl o Messi prestaran su imagen.

Para administrar la miseria, es decir, los dineros, Manuel Parga. Así hasta un equipo de más de 35 personas que, como el «boss», en muchos casos también han trabajado sin horarios durante muchos meses. Otros colaboradores imprescindibles han sido los tres miembros españoles del COI: Juan Antonio Samaranch Salisachs, que además forma parte de la Ejecutiva; Marisol Casado y José Perurena. Suya ha sido la labor de captación de voto.

Resultaba más sencillo volcarse en la Candidatura cuando, al margen de Alejandro Blanco, el primero que se remangaba era el Príncipe de Asturias, de quien Terrence Burns, el amigo estadounidense, el solucionador de problemas, el consejero fichado casi a última hora, el artífice de la «línea editorial», el discurso y las presentaciones, ha dicho que nunca había conocido a una persona tan entregada a una causa olímpica como ha sido el caso de Don Felipe.

Blanco supo asumir la derrota defendiendo la candidatura y el trabajo de todos sus miembros: «Nadie puede dudar de España en la lucha contra el dopaje. La candidatura de Madrid ha sido un proyecto de todos y defendido por todos por eso hay que agradecer la aportación de todos».

Con muchísimo menos dinero que Estambul y Tokio, Madrid ha hecho un trabajo ejemplar y ha elaborado un proyecto magistral. El equipo ha funcionado, consciente siempre de que la última palabra la tendrían siempre los jueces del Comité Olímpico Internacional, nunca ellos. El COI no lo supo entender.