Museos

La oscuridad del hiperrealismo

El Meam acoge la mayor retrospectiva dedicada al artista húngaro Istvan Sándorfi, fallecido en 2007

«Mujer con labor», la obra que se intentó hacer pasar por un Ramon Casas para aumentar su cotización
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El Meam acoge la mayor retrospectiva dedicada al artista húngaro Istvan Sándorfi, fallecido en 2007

El hiperrealismo puede ser un espejo paradójicamente deformante. Nada como vernos tal cual para capturar el aspecto grotesco, y por tanto lírico, del ser humano. Porque la belleza nunca es canónica ni académica, sino onírica y sentimental. El artista húngaro Istvan Sándorfi fue un maestro a la hora de capturar la paradoja encerrada dentro hiperrealismo, sobre todo en una primera época que hacía brotar de fondos oscuros y tétricos figuras de un realismo fantasmagórico, tan penetrante, que dejaba en el cuerpo una intranquilidad hipnótica que te impedía apartar la mirada, a pesar de que esa era tu primera reacción. El artista, figura indiscutible para comprender el salto al vacío del arte del siglo XX al del XXI, todavía no tiene ese nombre que resuena y lo haga popular a los oídos de los no iniciados, pero a buen seguro que es cuestión de tiempo.

El Museo Europeo de Arte Moderno acoge ahora la primera y mayor retrospectiva del pintor, con 140 obras de gran formato y un apéndice con objetos de su estudio, de caballetes a pinceles o paletas con las que solía trabajar. Hasta el próximo 29 de noviembre, quien tenga curiosidad en ver de cerca la fuerza onírica del retrato hiperrealista puede acercarse a este museo a pocos metros del Picasso y dejarse cautivar por los sueños y pesadillas que encierran los detalles.

Tres etapas diferentes

La muestra lleva por título «La pintura nunca muere» y ocupa las tres plantas del Palau Gomis, sede del Meam. De forma cronológica, la exposición recorre las diferentes etapas creativas de Sándorfi, de su innovadora y reveladora época azul, llena de autorretratos y surcos fastasmales de hombres y mujeres salidos de fondos oscuros, a su época rosa, siguiendo la escala picassiana, hasta la final, cuando relajó sus impulsos, abrió su paleta de colores, y sedujo más a un público más amplio. «Sándorfi es, sin duda alguna, uno de los artistas europeos más representativos de la transición desde mediados del siglo XX al siglo XXI, con una técnica hiperrealista consolidada cuando en la escena internacional dominaba la abstracción», recordó ayer el director del museo, José Manuel Infiesta.

Autor autodidacta, huyó nervisos de Budapest cuando los carros blindados soviéticos aparecieron por sus calles. A partir de aquí empezó su deambular por media Europa, de Alemania a París, donde al final pudo descansar del fondo de angustia y paranoia que le dominaba en los primeros años. Maestro en resaltar la luz en la oscuridad, su imaginación padeció siempre de una contención obsesiva, encerrada en esa obsesión, haciendo que sus cuadros pareciesen como esos ahogados que por fin logran sacar la cabeza del fondo del agua.

El primer piso está dedicado a esta época, la azul. La segunda planta viaja ya a sus últimos años, en que se nota un alivio o liberación y la tercera planta está reservada a sus objetos personales. En definitiva, una vida psicológica capturada para siempre.

Dónde: Museo Europeo de Arte Moderno (Meam). C/ de la Barra de Ferro, 5.

Cuándo: hasta el 29 de noveimbre.