Teatro

Berlín

Teatro para mayores de 18 años

Fuerte polémica en Berlín por el estreno de una pieza basada en “Los 120 días de Sodoma” con restricciones de edad debido a sus fuertes escenas cargadas de sexo, sangre y todo tipo de violencia

Los mayores son cada vez más activos. En la imagen, una representación teatral
Los mayores son cada vez más activos. En la imagen, una representación teatrallarazonLa Razón

Sexo, sangre y violencia han obligado a impedir a los menores acceder en Berlín a la obra de teatro basada en “Los 120 días de Sodoma”.

Recuperando un concepto que ya escandalizó al público hace cuarenta años con la película homónima de Pasolini, el miércoles se estrenó en el teatro Volksbühne de Berlín la danza teatral “120 días de Sodoma”, de la mano del director austriaco Johann Kresnik, que mostró sin tabúes sobre el escenario sexo, repugnancia, violencia y sangre.

Como ocurre con la mayoría de las obras de Johann Kresnik, considerado uno de los directores más provocadores del panorama teatral, no faltaron las opiniones favorables ni tampoco las duras críticas a su adaptación.

Se trata de una pieza polémica, que se sirve de la desnudez como forma de humillación, hace al público testigo de la crueldad más extrema y proporciona una visión violenta, escatológica y sexual. El grado de brusquedad en sus escenas llegó a impresionar a las numerosas personas que decidieron abandonar la sala antes de la bajada final del telón.

Su predecesor en la gran pantalla, el filme "Saló o los 120 de Sodoma"del italiano Paolo Pasolini (1975) ya alarmó al público de la época, lo que le costó la prohibición total durante un tiempo. Kresnik quiso recuperar esta idea valiéndose de la parábola de capitalismo como nuevo fascismo y alertando sobre el concepto del individuo como víctima del entramado actual que conforman la política, la publicidad o los negocios.

El director de 75 años vuelve a formar parte de un acalorado debate con su escandalosa obra estrenada en premiere el miércoles. Cinco figuras (un juez, un político, un militar, un obispo, un juez y un banquero) que pretenden representar la sociedad presente satisfacen sus más perversos deseos torturando a un gran número de esclavos. Varias escenas tienen como fondo el particular diseño de un supermercado obra del artista Gottfried Helnwein, conocido por sus duras imágenes de niños maltratados. El director, que apostó por una visión sin barreras, es uno de los pioneros de la danza teatro en Alemania. Hace dos años, ya impresionó al público y a la crítica con "Villa Verdi", donde igualmente no faltaban las escenas de desnudez y violencia.

La obra "no es apta para menores de 18 años", avisó ya el teatro Volksbühne con antelación, aunque se trataba únicamente de una recomendación, no de una prohibición, según aclararon los portavoces del teatro a LA RAZÓN. "Sólo en una pieza teatral prohibimos expresamente la entrada a menores de edad", añadieron. Fue la pieza 12 Spartenhaus del director noruego Vegard Vinge, una obra de terror estrenada en 2013.

A pesar de las escenas de tortura feroz, las violentas orgías y el horror causado por la visión de cuerpos maltratados, la mayoría de los asistentes permanecieron en la sala hasta el final y, al acabar la obra, agradecieron el trabajo de Kresnik y su equipo con un complacido aplauso. La crítica no se mostró tan satisfecha. La escritora cultural Ute Büsing la calificó como "repugnante, estúpida e incluso pornográfica", mientras que el periodista colaborador del semanario Freitag, Andre Sokolowski, dijo de ella que "el ejemplo se puede hacer con humor e ironía. Pero, por favor, no de la forma tan torpe y salvaje utilizada por Kresnik". Sin embargo, no son pocos quienes defienden la brillantez de la idea del director austriaco.

Kresnik, coreógrafo antes que director, contó para "120 días de Sodoma”, la participación de más de 30 artistas y la aportación del escritor alemán Christoph Klimke.

Antes de ser llevado al cine y al teatro, el concepto ya se exponía en la novela escrita por el Marqués de Sade, nombre que da origen al término “sádico”. Doscientos treinta años más tarde, la obra de Kresnik en forma de danza teatral vuelve a destapar la polémica.