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La deslealtad de Diego Costa

La Razón
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La soga aprieta tanto a Mourinho que Diego Costa ha tenido que confesar su pecado para intentar exculpar a su entrenador del desastroso comienzo de temporada del Chelsea. Ha admitido que «empezó la temporada con sobrepeso», sin capacidad física para desarrollar su juego explosivo. De ahí su exigua contribución a la estadística (un gol en ocho partidos de la Premier) y el coqueteo de los londinenses con los puestos de descenso. Una traición a la confianza de Mourinho, que observa atónito cómo su delantero estrella ha dejado de serlo entre kilos de más y trifulcas sobre el césped. Y el portugués no es un tipo que olvide este tipo de faltas. Consiente y alienta el ardor guerrero sobre el césped, los malos modos, el fútbol de bajos fondos que tanto desespera a los rivales, pero no la indisciplina, la dejadez, la molicie.

- Recelo de Del Bosque

En la otra orilla de la profesión está Vicente del Bosque, que lo apostó casi todo por el hispano brasileño y apenas ha obtenido respuesta. Ni en el rendimiento ni en la conducta. El seleccionador ya mira con recelo al hombre en el que confió para agitar a una generación dorada que se agotaba, porque si algo detesta son las artimañas y el engaño. Justo lo que le ha costado tres partidos de sanción a Costa en Inglaterra y que ha supuesto su primera advertencia seria: reprimenda en sala de prensa («no me gustó lo que hizo ante el Arsenal») y exclusión de la convocatoria ante Luxemburgo y Ucrania. Cierto es que estaba sancionado para un partido, pero, dadas sus dificultades para adaptarse al estilo de la Selección, cualquier oportunidad parece necesaria para acoplar, su fútbol de velocidad al de un equipo que se hizo grande con el balón. A día de hoy, Morata e incluso Alcácer le discuten el puesto, algo impensable hace meses. Tanto como que Del Bosque y Mou compartiesen deslealtades.