Vuelta a España

Ciclismo

Landa se libera y Aru golpea

El ciclista español del equipo Astana, Mikel Landa
El ciclista español del equipo Astana, Mikel Landalarazon

A veces, la victoria es una venganza contra los tuyos. Tú corres por delante y la familia te persigue por detrás, como si le debieras dinero. O tiempo, que vale más cuando se trata de una carrera. Algo así le sucedió ayer a Mikel Landa, que huía de su propio equipo, que tiraba por detrás a la espera de encontrarlo en algún momento para que trabajara para Fabio Aru. Pero Landa corría para él, cansado de entregar energías y minutos para que los aprovechen otros. «Me he tomado yo la libertad», decía el vitoriano. Reconocía así que el deseo del equipo era trabajar para Aru, que no tenía permiso de los jefes para no mirar atrás. «Hemos empezado el último puerto con una ventaja mínima. Han sido los kilómetros finales más duros de mi vida», reconocía.

Era su venganza por lo sucedido en el Giro, cuando le mandaron parar tantas veces que perdió la cuenta. Landa, perdido en la general después de su hundimiento camino de Benitatxell, salió desde el comienzo a buscar su momento de gloria, metido en la escapada buena desde el primer puerto. «El plan era mandar a Mikel por delante, ha estado muy valiente», dice Fabio Aru, el nuevo líder. «Me alegro por él, porque trabajó mucho para mí en el Giro. Se lo merecía», decía, elegante.

Una etapa perfecta podía ser para Astana, con la victoria para Landa y el liderato para Aru. Pero queda la duda de qué hubiera pasado si los dos hubieran marchado juntos cuando el italiano se cansó de la compañía de Dani Moreno y Purito y atacó a falta de 6 kilómetros. Subió a un buen ritmo, recogiendo cadáveres, primero Oliveira, luego Boswell. El siguiente era Landa, pero no llegó. Las piernas no le daban para tanto. Al español le mandaron parar desde el coche del equipo, contaba ayer la web de «Ciclismo a Fondo». Pero Mikel se había tomado el día libre. «Martinelli –su director– me prometía que Aru me dejaría ganar la etapa, pero me parecía una estupidez», confiesa el vitoriano.

Las fuerzas bastaron a Aru para resucitar una vez, cuando Purito y Valverde atacaron en el descenso de La Gallina. Para entonces, Froome ya estaba eliminado, y se trataba de hacer diferencias con los demás. Erviti, uno de los que marcharon por delante en el comienzo, había esperado a Valverde. Purito viajaba con la protección de Dani Moreno y Alberto Losada. Aru y Quintana llegaban por detrás. Más lejos, Chaves y Dumoulin. El líder, con el chaleco abierto, como hacía a Valverde cuando era líder en la Vuelta 2006 y en el descenso de Monachil, la chaqueta sin abrochar le hacía de freno en la persecución de Vinokourov. En una etapa con seis puertos, las bajadas parecían más determinantes que las subidas.

Tras varias «muertes» y las consiguientes resurrecciones, se reagruparon todos los favoritos en el ascenso a La Comella, el penúltimo puerto. Y comenzó otra vez el baile. Aru lo intentó por primera vez a falta de 8 kilómetros. Sólo Dani Moreno y Purito resistieron. Se quedó Valverde, se quedó Quintana, y con ellos, Chaves y Dumoulin. Después Nairo, que parecía el más fuerte, se hundió aún más. Estaba enfermo y en la meta lamentaba su falta de energías. «He pensado un par de veces en retirarme. Tengo tres kilos menos», se lamentaba, con cara de sufrimiento el colombiano. «Así subes mejor», le decía Valverde, contento a pesar del sufrimiento. Era un día complicado para el murciano, por ese dolor en el hombro que le tortura desde hace unos días. Aunque cada jornada es un poco menos dolorosa para él. Perdió 1:42 con Aru. Quintana, tres minutos.

Purito, en la meta, agradecía el trabajo de Dani Moreno en la última subida. «Si no llega a ser por él, hubiera perdido más tiempo», reconoce. Iba frenando a su compañero en la subida para no reventar y ni siquiera llegó a tiempo de arañar los cuatro segundos de bonificación que ofrece el tercer puesto. Se le coló Boswell, el ciclista del Sky, otro de los supervivientes de la primera escapada.

Joaquín Rodríguez ha conseguido superar a Dumoulin en la clasificación, pero continúa segundo en la clasificación. Veintisiete segundos lo separan de Aru y sólo tiene tres de ventaja sobre Dumoulin. Demasiado poco para afrontar con garantías la contrarreloj de Burgos. Dumoulin, el sorprendente líder de los últimos días, resiste sin darse demasiada importancia. «Ha sido duro, pero esperaba que lo fuera más. He vivido días más duros en mi carrera», aseguraba. Y reconocía que el error de la chaqueta en el descenso de La Gallina le había robado segundos y fuerzas que hubiera necesitado después. «Me equivoqué», asume.

Haber diseñado la etapa con más desnivel de la historia de la vuelta, 5.000 metros en 138 kilómetros, no le dio ventaja. «Aquí sufrimos todos», resumía Purito.