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A perro flaco,no todo son pulgas

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De las situaciones adversas no hay por qué salir siempre tocado, conviene entrenar la resiliencia para darle la vuelta a la tesitura y lograr reforzarse

Comprender mejor el entorno, ser capaz de analizar situaciones problemáticas, razonar las posibles soluciones ante una dificultad, buscar salidas para sobrepasar malos momentos, enfocar los recursos al alcance para provocar nuevas oportunidades o esquivar con flexibilidad las barreras; frente a anclarse en el victimismo o la queja, vivir en una constante tragedia, convertirse en vulnerable a los conflictos imprevistos, vivir en el pasado rodeado de angustia y presión, recordar las malas experiencias sufridas o hacer del mal humor tu compañero de viaje. Resulta inevitable decantarse por las primeras tesituras, pero la verdad es que querer no es sinónimo de poder, y no siempre se reacciona de esta manera.

Eso sí, para que ese cambio se dé, sólo hay que proponérselo y entrenarse para conseguirlo. Potenciar la resiliencia, palabra que, por rara que parezca, marca en multitud de ocasiones la diferencia entre hundirse del todo o salir airoso de una dificultad. Incluso más fuerte. Porque los obstáculos en la vida son algo inevitable y, por ello, el saber afrontarlos se convierte en una labor fundamental.

Desarrollarla es una cuestión personal porque esta capacidad no es innata y siempre se puede mejorar. Así lo explica la «coach» Laura Gutiérrez: «No hay que engañarse evitando ver la realidad tal como es; por muy dolorosa que sea, conviene saber regular los impactos emocionales». Ya sean en la vida personal, con una separación o una pérdida, o en el mundo laboral, con las tensiones propias del trabajo, para lo que recomienda practicar la flexibilidad y la tolerancia ante la diversidad de opiniones.

Otra experta como Carme Castro, directora de Kainova, empresa especializada en la gestión de personas, recomienda «conocerse a uno mismo y ser consciente de las fortalezas y limitaciones». Lo que termina convirtiéndose en la forma de poder gestionar las adversidades y superarlas, a la vez que «se refuerza el autoconocimiento», apostilla. De ahí que, en muchas ocasiones, se hable de que los más inteligentes son aquellos que saben hasta dónde pueden llegar y, por ello, terminan rodeándose de gente apta.

Entrenar en grupo

A la hora de hablar de grupos, asegura que la clave está en saber utilizar las capacidades de cada uno de los miembros y las sinergias entre ellas para resolver los problemas de forma conjunta. Una vía de salir adelante y crecer como persona y como profesional.

La resiliencia en el trabajo hace referencia a la «habilidad colectiva y articulada que permite estar preparado para conflictos», que se exponía en un artículo en la web de Randstad. La directora general de «Public Affairs» de esta entidad, Ángeles Tejada, también hace referencia a los límites e introduce el concepto de liderazgo como el camino a la motivación. A donde llegar a través de apoyos externos, a pesar de que Tejada exponga que no es necesario esa ayuda de fuera al tratarse de «una condición y una actitud individual», aunque reconoce que «sólo se sufre un mayor desgaste». Así, es importante la conciencia que poseen las personas resilientes a la hora de necesitar a otros, «incluso profesionales, si lo consideran necesario», expone Castro.

Pero en esta sociedad, que se expone continuamente a cambios e incertidumbres, no se puede tener miedo a lo nuevo, lo diferente. Aquí, la directiva de Kainova precisa que «la improvisación forma parte de la vida», por lo que tampoco debemos intentar controlar las situaciones. Mientras que para Laura Gutiérrez intentar dominar los momentos, las personas o los equipos de trabajo no es más que una «ilusión y la vía directa que nos lleva al resultado opuesto, al descontrol». Se considera sano aceptar lo inevitable y dejar espacio a la incertidumbre, haciendo de la propia improvisación una puerta a la creatividad, la imaginación y el ingenio, concluye la «coach».

Y como en todos los ámbitos de la vida, aquí el humor es clave, saber afrontar las adversidades con un espíritu positivo es muy productivo. «El resiliente es optimista al enfocar las dificultades como una situación que debe superar y aprender, y es realista aceptarlas sin excusas y gestionarlas adecuadamente para resolverlas», cuenta Carme Castro. Para Gutiérrez simplemente es un «realista optimista que ha aprendido a surfear los contratiempos con vitalidad y gracia».

Concluyendo, los problemas son unas barreras, que antes o después y en mayor o menor medida, terminarán pasando por nuestras vidas, por lo que no conviene obsesionarse con el futuro y sí pensar más en el día a día, en el momento, para producir y disfrutar al máximo, siempre conocedores de nuestros límites. Parafraseando al publicista Stanley Bendelac: «No es cómo te caes, sino cómo te levantas».