Ciencia y Tecnología

Robótica e inteligencia artificial, las tecnologías que cambiarán el planeta

Hawking y Musk, entre otros, proponen una renta básica para paliar los efectos del desempleo masivo

Las últimas novedades sobre coche autónomo y robótica se presentaron en el CES, la mayor feria mundial de electrónica
Las últimas novedades sobre coche autónomo y robótica se presentaron en el CES, la mayor feria mundial de electrónicalarazon

La entrada de robots en las factorías y la llegada de los vehículos autónomos amenazan cientos de miles de empleos y obligan a la economía a reinventarse y a buscar alternativas.

Desde hace algunos meses, descansa sobre la mesa del Parlamento Europeo una propuesta, conocida como «Informe sobre Personas Electrónicas», en el que la institución insta a reflexionar sobre el efecto que tendrán las nuevas tecnologías en el futuro del mercado de trabajo. «(...) debería examinarse la necesidad de exigir a las empresas que informe acerca de qué medida y proporción la robótica y la inteligencia artificial contribuyen a sus resultados económicos, a efectos de fiscalidad y del cálculo de las cotizaciones a la seguridad (...)», reza el texto, que deja en el aire una interesante pregunta: ¿Deben las máquinas cotizar a la Seguridad Social?

Esta cuestión llega en un momento de transición, en el que el vetusto modelo industrial actual va dejando paso, poco a poco, a otro más eficiente y conectado, y en el que los robots y los sistemas de inteligencia artificial cobran mayor protagonismo. Los coches sin conductor, que ya circulan por las calles de algunas ciudades de Estados Unidos, serán una realidad en 2021, según las previsiones de Ford. Mientras, el gigante del comercio electrónico Amazon está probando en Seattle supermercados pilotos sin cajeros en el que las compras la registran los usuarios con el móvil, y en Wall Street, son ya robots inteligentes los que atienden a los clientes y gestionan cientos de millones en los mercados financieros. Los ejemplos son tantos como actividades económicas cabe imaginar. Y es que cada semana, un nuevo experimento empresarial alimenta los temores a que los robots escalen la pirámide laboral hasta hacerse con todos los empleos.

La investigación realizada en 2013 por los profesores Benedickt Frey y Michael Osborne, de la Universidad de Oxford, reseña que casi la mitad (el 47%) de las profesiones existentes en la actualidad se verán afectadas por la robotización. La probabilidad de perder un empleo durante las próximas dos décadas varía mucho en función del tipo de trabajo. Así, según sus cálculos, las posibilidades de que en el futuro un robot sustituya a un operador en un «call center» es del 99%; 92% en el caso de los vendedores retail; 86% en el de los agentes inmobiliarios; 55% en el de los pilotos... y así hasta 702 profesiones distintas.

El sector del transporte, que incluye a taxistas, repartidores, camioneros y trabajadores del transporte público, será uno de los más afectados a medida que la inteligencia artificial que guía los coches autónomos evolucione. Así lo cree la Casa Blanca que, en un informe sobre la transformación digital de la economía publicado el ejercicio pasado, anticipaba la pérdida de hasta 3,1 millones de empleos relacionados con este gremio.

CES 2017

Las últimas novedades presentadas en el CES, la mayor feria de electrónica de consumo del mundo que tuvo lugar la semana pasada en Las Vegas, y que anticipa cuáles serán las tendencias tecnológicas a tener en cuenta en los próximos años, alimentan esta tesis. La plana mayor de los fabricantes automovilísticos estuvo presente en la muestra. Desde Ford, que anunció la integración de Alexa, el sistema de asistencia inteligente de Amazon, en sus vehículos, hasta Nissan, que incorporará a sus coches un sistema de inteligencia artificial desarrollado por la NASA, la Agencia Espacial de EE UU, para ayudarlos a tomar decisiones en situaciones impredecibles y generar los conocimientos de la IA del vehículo. Otras compañías como Google y Uber están también trabajando en sus propios vehículos sin conductor que ya circulan, bajo supervisión, por las calles de algunas ciudades estadounidenses.

Basta un ejemplo para entender la magnitud del cambio. Se imaginan que la próxima vez que encarguen una pizza a domicilio reciban un aviso en su teléfono alertándoles de que hay un robot en su puerta esperándole con ella. Pues esto ya está sucediendo, aunque todavía en programas pilotos, en algunas grandes capitales europeas como Londres. La compañía de comida a domicilio Just Eat comenzó a hacer los primeros repartos con robots el año pasado y, para 2017, prevé tener una flota de estos aparatos en varios vecindarios.

Factorías inteligentes

Pero la revolución digital es imparable y la lista de sectores desintermediados utilizando máquinas no termina ahí. El trabajo en las factorías y los centros logísticos cambiará radicalmente en los próximos años. Amazon, de nuevo, ya cuenta con robots en sus almacenes capaces de seguir la ruta más rápida posible entre los productos para reducir el tiempo de entrega al máximo. Robots que no enferman, que no cogen bajas y que no disfrutan de vacaciones. Como apuntan los expertos, esta tendencia irá a más en los próximos años, lo que acabará con aquellas profesiones que no requieren un cierto nivel de estudios ni especialización. En su lugar, se crearán otros nuevos, de mayor cualificación y mejores salarios. Pero, ¿podrán todos los trabajadores transformarse para pasar de utilizar las máquinas a programarlas y supervisarlas? La respuesta es no. Por eso, ya hay quien ha propuesto una renta básica para paliar los efectos de ese desempleo masivo. En 2015, 400 científicos, académicos y otros expertos, entre los que figura el físico Stephen Hawking y el emprendedor Elon Musk (fundador de Tesla y Paypal) firmaron una carta en la que reclamaron que se estudie por adelantado las consecuencias éticas y sociales del desarrollo tecnológico. Además, algunos países como Francia, Finlandia o Canadá han ido un paso más allá con pequeños programas piloto de renta básica con los que, de alguna manera, tratan de salvarguardar el Estado del bienestar. De nuevo, vuelta a la pregunta del principio: ¿Deben las máquinas cotizar a la Seguridad Social?