El desafío independentista

El sector duro pide a Puigdemont declarar la República el 4 de octubre

El president avala esta hoja de ruta porque afianzaría su papel de líder del proceso secesionista

Carles Puigdemont, ayer, en un acto del PDeCAT en Barcelona, acusa a Rajoy de ser «el guardián de la tumba de Franco»
Carles Puigdemont, ayer, en un acto del PDeCAT en Barcelona, acusa a Rajoy de ser «el guardián de la tumba de Franco»larazon

El president avala esta hoja de ruta porque afianzaría su papel de líder del proceso secesionista

En el Govern y en los partidos soberanistas las aguas bajan revueltas. Por un lado, el debate se centra en cómo afrontar la ofensiva judicial que ha puesto en jaque el referéndum mientras que se sigue activando la protesta en la calle, agitada desde las instituciones, como el propio Govern o el Parlament. Por otro, el debate principal es qué hacer tras el referéndum del 1 de octubre.

Las previsiones del gobierno catalán y de los partidos independentistas son que la consulta «tendrá un éxito inexcusable», porque «miles y miles de personas darán apoyo a las instituciones votando como sea para expresar su repulsa a la represión del estado». Hasta aquí, unanimidad. Sin embargo, ante la incógnita sobre cuál debe ser el siguiente paso, se abren disparidad de criterios que se pueden resumir en dos: halcones y palomas.

Los halcones defienden que ante el apoyo masivo de los ciudadanos no se pueden «defraudar» las expectativas y, menos, «desaprovecharlas políticamente». Por tanto, este grupo aplicando esta máxima defiende que se mantenga la hoja de ruta y tras «la victoria del Sí en el referéndum, el Parlamento de Cataluña se reunirá en sesión extraordinaria y hará una Declaración Unilateral de Independencia. La fecha elegida sería el 4 de octubre, el primer miércoles tras la jornada del 1 de octubre. Tras la declaración de independencia unilateral por parte del Parlament, no se descarta que el president Puigdemont salga al balcón del Palau de la Generalitat para proclamar el nacimiento de la República Catalana. Esta opción está avalada por la CUP, por una buena parte de la ANC, sectores de ERC y algunos dirigentes del PDeCAT, aunque no su mayoría.

Además, según este sector, el éxito de la jornada debe dejar «con el paso cambiado al Gobierno». Este sector no se anda por las ramas «si tienen coraje que apliquen el 155, porque este acto dejará tocada la imagen internacional del Gobierno de Rajoy, y provocaría también tensiones en el Congreso de los Diputados», en una clara alusión a la actitud de Podemos, Bildu y los dos partidos independentistas catalanes, ERC y PDeCAT. Este grupo que tiene presencia en el gobierno y en el conjunto de los tres partidos, en especial la CUP que se muestra en su totalidad partidaria –y es la que más aprieta en esta línea– de esta acción, quiere también aprovechar que los Comunes de Ada Colau «no tendrán margen de maniobra y no podrán poner en cuestión el referéndum» por mucho «que hasta ahora digan que sólo es una movilización. Si esta movilización tiene éxito no podrán desmarcarse de ella». Para los halcones, el sector duro, si se agudizan las contradicciones de los Comunes es «positivo para la causa independentista porque el grupo parlamentario de Catalunya Sí que es Pot se rompería, y eso demostraría debilidad durante el proceso constituyente». Según las fuentes consultadas, Puigdemont estaría avalando esta hoja de ruta porque le confirmaría en su papel de adalid del proceso independentista.

Sin embargo, Puigdemont no cuenta con el apoyo de una buena parte de su partido. El sector más moderado, las palomas, abogan por otro camino. Este grupo está formado por una buena parte del PDeCAT aunque también hay sectores de ERC que apoyan este movimiento. «Hay que tensionar al Estado, pero sin romper puentes», afirman. Este grupo aboga que tras el éxito del referéndum se convoquen elecciones anticipadas con un marcado carácter refrendario. Es decir, que las nuevas elecciones sean la validación en las urnas de la voluntad de la mayoría del pueblo de Cataluña. Según sus tesis, esta posición también generaría fuerte presión sobre el partido de Ada Colau que se vería obligado a definirse en un proceso electoral y le podría hacer perder pie dejándole fuera de las posiciones mayoritarias. En Esquerra Republicana se están valorando internamente las dos posiciones. Dentro del partido republicano, todo su empeño se centra en evitar que Oriol Junqueras se vea afectado por una inhabilitación. Hasta ahora, a pesar de que han caído en la operación judicial tres de sus más estrechos colaboradores, Junqueras sigue estando «fuera de peligro, porque no está claro que judicialmente se vea afectado por una inhabilitación por la firma del decreto de convocatoria del referéndum». Algunas fuentes jurídicas argumentan que a pesar de que todo el gobierno lo firmó, la responsabilidad recaería sobre el presidente Puigdemont y la consejera de Gobernación, Meritxell Borràs.

Los más reacios apuntan que declarar la República dejaría al gobierno catalán a expensas de la ofensiva jurídica y política del gobierno de España y podría dejar a su líder en una situación delicada. Estos «palomas» republicanos temen que el pulso de desobediencia con el Estado se puede perder y esta derrota puede dejar a ERC a uña de caballo, haciéndole perder a su principal capital: su líder Oriol Junqueras.