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La conspiración de Anoeta

Otegi realizó ayer un llamamiento a abrir un «segundo frente» secesionista contra el Estado ante miles de simpatizantes en Anoeta:«Si luchamos, vamos a ganar». Lanzó un guiño a Podemos y a Iglesias al invitarles a sumarse a este frente secesionista.

Arnaldo Otegi, ayer en un momento del acto multitudinario en el velódromo de Anoeta
Arnaldo Otegi, ayer en un momento del acto multitudinario en el velódromo de Anoetalarazon

Otegi realizó ayer un llamamiento a abrir un «segundo frente» secesionista contra el Estado ante miles de simpatizantes en Anoeta:«Si luchamos, vamos a ganar». Lanzó un guiño a Podemos y a Iglesias al invitarles a sumarse a este frente secesionista.

Arnaldo Otegi se presentó combativo en el velódromo de Anoeta, advirtiendo de que se preparase «su enemigo» porque había tenido seis años y medio para pensar en la cárcel cómo luchar contra él. Ese «enemigo», como aclaró más tarde, era el «Estado español» y no «el pueblo español», como matizó. El «hombre de paz», como le han presentado quienes han organizado los actos de recibimiento a la salida de la cárcel, no cree que es el momento de utilizar la «violencia» para conseguir objetivos políticos, pero habló de los últimos «cuarenta años de lucha», aunque ahora la estrategia pide otros métodos para lograr la independencia para el País Vasco.

Lo más significativo del mitin de Otegi fue el llamamiento a Podemos, a quienes se refirió como «la nueva izquierda española» para que se sume a los independentistas de las «naciones sin estado» para impulsar procesos «soberanistas», porque «si quieren una España roja, primero hay que romperla».

Quien fuera elegido secretario general de Sortu mientras estaba en prisión ha propuesto abrir en el País Vasco un segundo frente independentista al Estado, «para ayudar a Cataluña». «Catalanes, estáis haciendo historia y el pueblo vasco no os va a dejar solos», señaló. Dijo que estamos en una fase más allá de la defensa del derecho de autodeterminación y que en estos momentos sólo hay dos opciones, ser capaces de construir la democracia en los estados español y francés y que reconozcan la soberanía de los pueblos o la segunda, que calificó de más realista, construir un estado propio.

En esa línea pidió a la «nueva izquierda española» que colabore para poner en marcha «procesos constituyentes», porque «para que una España sea roja, antes tendrá que estar rota». Otegi habló de la «casta política» y de la corrupción y hasta defendió a los titiriteros de Madrid. Hizo un análisis de sus planteamientos anteriores y dijo que no se equivocó en sus análisis, en el sentido de que existían condiciones en Europa para constituir nuevos estados y en que había un bloque popular a la izquierda del PNV que podía liderar la construcción del país desde la izquierda y desde la soberanía. «Ese es el objetivo por el que hemos luchado durante cuarenta años», subrayó.

Hizo un guiño a los no vascos para que se sumen igualmente al proyecto soberanista de la izquierda abertzale, afirmando que «no importa de dónde venís, sino a dónde vamos». Y también lanzó un mensaje a José María Aznar, citando un pasaje evangélico en el que se habla de liberar a los presos. Para interpretar el discurso de Otegi hay que manejar las reflexiones que están haciendo estos días partidos vascos que en ocasiones han compartido objetivo con la izquierda abertzale, como el PNV. Joseba Egibar dijo que Otegi debería hacer consideraciones «éticas» y no «tácticas» sobre el hecho de que «el final de la violencia de ETA debería haberse dado antes».

El mismo apunte, con otras palabras, había hecho Ezker Ainitza, la Izquierda Unida vasca, el mismo día de la salida de prisión de Otegi, acusándole de no defender ahora la utilización de la violencia para alcanzar fines políticos por cuestión de estrategia y alertando sobre el intento de los proetarras de «reescribir la historia».

Trece mil personas llenaron el velódromo de Anoeta y una carpa montada al efecto. Fue un acto multitudinario, en el que la izquierda abertzale quiso demostrar su poder a unos meses de que se celebren las elecciones vascas. La salida de la cárcel de Arnaldo Otegi está siendo capitalizada por determinados sectores de la política radical vasca como un revulsivo para intentar recuperar el terreno perdido en las urnas por otros grupos de izquierdas.

Aunque pase el tiempo, los usos y formas de los abertzales no cambian. El delegado del Gobierno en el País Vasco, Carlos Urquijo, fue protagonista involuntario en el Velódromo de Anoeta. El acto de recibimiento se inició con una parodia de Urquijo, al que el médico, según la burla, había recomendado poner una querella por la mañana y otra por la tarde, con el estómago lleno. El público que llenaba el velódromo reía mientras se les recomendaba no gritar a favor de la independencia. No hubo referencia, sin embargo, al enaltecimiento del terrorismo, la cuestión sobre la que había pedido vigilancia el delegado del Gobierno.

Los terroristas presos fueron objeto de homenaje y tratados como víctimas en una escenografía en ocasiones dramática, en otras festiva, con efectos de luces y sonido, todo tipo de música, desde los grupos modernos a los sonidos ancestrales del País Vasco, como las campanas de los becerros. Uno de los cánticos que se repetían entre los asistentes al acto sin parar fue el que pide la vuelta de los presos a las cárceles vascas. Con el homenaje de ayer, la izquierda abertzale hizo un alarde de escenografía con exhibición de banderas, bailes y cantos de la internacional. Todo al estilo de los viejos tiempos de la izquierda abertzale, antes de que Podemos les comiera el terreno en el País Vasco.