Familia

Adolescentes y sexo: Tenemos un problema

La adolescencia es una etapa clave para sentar las bases de relaciones afectivas en el futuro sanas

Adolescentes y sexo: Tenemos un problema
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Las nuevas tecnologías han contribuido a cambiar la forma en la que los adolescentes se relacionan y muchas veces basadas en estereotipos muy machistas y muy poco realistas

Noticias como la de la supuesta violación de una chica por parte de varios chicos (La Manada) en Pamplona han levantado muchas alarmas dentro de la sociedad pero lo cierto es que los expertos vienen advirtiendo desde hace tiempo que las nuevas generaciones han dado un paso atrás en cuestiones de igualdad en cuanto a la sexualidad y, desgraciadamente en la era de la máxima información a golpe de click al alcance de todos los adolescentes, se protegen menos a la hora de mantener relaciones sexuales y, lo que es peor, muchos (ellos y ellas) consideran algo normal que un novio le diga a su novia cómo tiene que vestirse.

Carmen Medrano Arana y Carla Valverde García, psicólogas ambas de Grupo Laberinto y expertas en adolescentes nos dan su punto de vista.

¿A qué nos referimos cuando hablamos de sexualidad?

La sexualidad es la forma en la que hombres y mujeres vivimos nuestro sexo y cada uno la expresamos y desarrollamos de manera única. Se trata de un aspecto esencial del ser humano presente desde el nacimiento, que cobra especial importancia a partir de la adolescencia, a raíz de los cambios corporales que permiten el desarrollo de una sexualidad más completa.

Nuestra sociedad está cargada de ideas sobre la sexualidad que no se ajustan a la realidad y que pueden generar confusión. Por ejemplo, la mayoría de las personas relacionan la sexualidad directamente con el coito pero este es solo una parte no imprescindible de la misma. Cuando se juntan las palabras “adolescencia” y “sexo”, lo primero que se piensa es en los riesgos que estas conductas entrañan: enfermedades de transmisión sexual o embarazos no deseados.

La sexualidad adolescente y sus características específicas

Según el estudio HSBC, promovido por el Ministerio de Sanidad, Servicios Sociales e igualdad (2014), el 21,6% de los adolescentes españoles se inician en las relaciones sexuales coitales en torno a los 15-16 años, de los cuales, un 17,5% no utilizó preservativo en su última relación sexual. Se encuentran en plena etapa de maduración, lo cual supone una mayor vulnerabilidad para que se produzcan situaciones de riesgo. Suelen experimentar dudas y, en ocasiones, verse expuestos a una elevada presión social a la hora de mantener relaciones sexuales.

La adolescencia se caracteriza por una baja percepción del riesgo, el deseo de madurez reproduciendo comportamientos típicamente adultos, la tendencia a transgredir los límites, los sentimientos de omnipotencia, cierta dificultad para anticipar consecuencias a medio o largo plazo y la búsqueda de sensaciones.

Habitualmente, la información que se recibe sobre sexualidad proviene de fuentes inadecuadas y contradictorias: revistas específicas para adolescentes, redes sociales, pornografía, etc. Los medios de comunicación transmiten, en ocasiones, un ideal de sexualidad basado en roles de género estereotipados, relaciones frívolas y desafectivizadas y una sexualidad únicamente coital.

No hay que olvidar que los modelos familiares contribuyen de forma muy significativa a conformar la personalidad en los adolescentes, los roles en las relaciones sexuales y en el desarrollo de la sexualidad en general de sus hijos. También, el grupo de pares es en la adolescencia una fuente principal de valores, estereotipos y normas con respecto a los roles sexuales que cada uno desarrollará en esta etapa.

Esto supone una preocupación importante para padres y educadores, que reconocen con frecuencia no sentirse preparados para ofrecer una adecuada educación sexual. Ésta debe contemplar la complejidad de las características de la adolescencia, y no limitarse a la mera transmisión de información o solo tratarse desde un enfoque biológico. Para un desarrollo afectivo y sexual completo, los adolescentes necesitan ir más allá de una educación sexual centrada exclusivamente en los riesgos ya que esto solo hace que se perciba como algo negativo y peligroso.

¿Qué ha cambiado en los últimos años?

Actualmente, asociado al desarrollo de la tecnología, se han producido cambios sustanciales en las forma de relacionarnos con los demás. Los adolescentes han aumentado el tiempo que pasan frente a las pantallas y las relaciones con frecuencia se sustentan virtualmente. La disminución del contacto cara a cara y el establecimiento de relaciones superficiales contribuye a la despersonalización del sexo y fragilización de las relaciones de intimidad. Los cambios en las formas de ocio (encuentros multitudinarios como los festivales, el consumo de sustancias, etc.) aumentan la probabilidad de relaciones sexuales de riesgo o no consentidas.

A pesar de la mayor sensación de libertad e independencia femeninas en nuestra sociedad, las situaciones de control por parte de los adolescentes varones y el mantenimiento de estereotipos en relación a mujeres sexualmente activas sigue presente (presiones por demandar uso del preservativo o poner un límite al avance de la relación sexual).

Paralelamente, las familias disponen de menor tiempo compartido, menor diálogo y un aumento de la permisividad. Los padres admiten su dificultad para abordar el tema y tienden a delegar la educación sexual en agentes externos como la escuela.

Nuestra sociedad se encuentra en constante cambio y es cada vez más imprevisible. Es por ello que debemos asegurar que los adolescentes tengan el tiempo suficiente para desarrollar su sexualidad dentro de un entorno protegido. Sólo de esta manera podrán construir una identidad sólida y diferenciada que les permita asimilar con criterio la influencia de los medios de comunicación, grupos de pares, etc.

¿Qué pueden hacer los padres?

Principalmente, hablar claro y sin complejos. Es aconsejable que los padres puedan hablar de sexualidad con total libertad y naturalidad con sus hijos desde pequeños. Esto ayuda a la construcción de una relación basada en la confianza para, más adelante, preguntar cualquier duda que puedan tener sin sentirse coartados. Así, adquirirán conocimientos y habilidades que les servirán para vivir sus propias experiencias y tomar sus decisiones. Los padres deberían abordar las situaciones y emociones que vayan surgiendo siendo conscientes de sus propios prejuicios. Una educación excesivamente proteccionista puede conllevar como consecuencias un aumento de la inseguridad o rebeldía en lugar de ayudarlos a crecer y desarrollar una actitud reflexiva.

¿Cómo contribuir al desarrollo de una sexualidad saludable mediante la educación sexual?

Es importante pararse a pensar sobre el concepto de educación sexual que estamos transmitiendo. Una sexualidad integral forma parte del desarrollo de la persona (emociones, sentimientos, deseos, proyectos de vida) e implica placer y comunicación. Debe incluir la relación con uno mismo, favoreciendo el autocuidado, conocimiento y aceptación de uno mismo, así como con el otro. El adolescente tendrá que aprender a responsabilizare de sus propias acciones, teniendo en cuenta sus necesidades y las de de las otras personas, siendo consciente de que se trata de una responsabilidad compartida.

La educación sexual debe promover la igualdad y explicar las diferentes orientaciones sexuales posibilitando la expresión de aspectos relacionados con estereotipos y falsos mitos para poder ser desmontados. Encontrar espacios para facilitar estrategias de comunicación y asertividad a los jóvenes (empoderamiento, poder decidir cómo, cuándo, con quién, poder decir no, buscar ayuda) es un factor clave.

Podemos aprender a disfrutar sin riesgos o con los menores riesgos posibles. Para ello, es necesario, a su vez, que incluya información práctica accesible sobre cómo evitar conductas de riesgo (enfermedades de transmisión sexual, embarazo no deseado, relaciones sexuales que puedan ser negativas a nivel emocional) y favorecer una percepción de riesgo real.

En resumidas cuentas, una adecuada educación sexual que promueva el desarrollo de una sexualidad plena, consciente y respetuosa con uno mismo y con los demás, será la mejor garantía para el desarrollo de los jóvenes en su transición a la madurez. Si sentimos que nos faltan recursos para afrontar este reto, o bien ya se ha presentado algún problema y no sabemos muy bien cómo abordarlo, se recomienda buscar ayuda profesional.