Junta de Andalucía

En cascada comunista por Pilar Ferrer

La Razón
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Era de esperar. En el más puro escenario «guerra-civilista», las actuaciones de Juan Manuel Sánchez Gordillo, ese caudillo activista, amparado por un fuero y sueldo, de los que se beneficia y reniega al mismo tiempo, producen un efecto dominó. Es de temer que los primeros asaltos protagonizados por el Sindicato Andaluz de Trabajadores, el SAT, sean el inicio de otros más, al socaire de unas reivindicaciones jornaleras y unos ánimos de épocas ya pasadas. En la más pura consigna leninista, «al rico, quítale la casa, al cuerpo dale temor, y al alma róbale las ideas». Es la matriz de la dura dictadura izquierdista, que pretende impunidad al grito de justicia.

Andalucía inicia la espiral de una calculada confrontación. Dirigentes del PP de esta tierra sospechan que el verdadero cerebro pensante de Gordillo y sus secuaces es Diego Valderas, coordinador regional de Izquierda Unida y hombre fuerte de la Junta autonómica merced al vergonzante pacto que José Antonio Griñán suscribió para mantener su poltrona, nunca ganada en las urnas. Nacido en Bollullos Par del Condado, huérfano de juventud, emigró de su Huelva natal a Barcelona. Allí forjó sus esencias comunistas al militar en el PCE y Comisiones Obreras. Trabajó de albañil, camarero y otros menesteres hasta retornar a su pueblo y ser alcalde.

Un pasado obrero que no le impide recoger ahora cuantiosos sueldos como vicepresidente de la Junta, consejero de Administración Local y Relaciones Institucionales, parlamentario autonómico por Huelva y coordinador de IU, acompañado por un puñado de asesores, bajo el epígrafe de «delegados», bien remunerados. Doble cara de una izquierda hipócrita, trasnochada, que defiende la pobreza desde su oculta riqueza. El efecto Gordillo, ya en cascada, comunista y delictiva, empieza a ser la prueba.