Sevilla

Y el aficionado

Y el aficionado
Y el aficionadolarazon

Ya antes de que comenzara el invierno, se sabía. La negociación de los derechos de imagen darían mucho que hablar. El proceso se retrasó y al descuido arrastró a la locura para dar la primera feria televisada del año: Fallas. Reuniones secretas y de secreto a voces. Unos y otros. Toreros y empresarios daban forma a su estrategia, por separado, los dos frentes de la guerra. Nadie acertaba a dar el paso adelante. La muleta planchada, el pecho por delante... Simón tenía que cerrar la primera feria y cundía la sensación de que Casas marcaría el rumbo, mientras Sevilla ni tan siquiera responde a la llamada de All Sport (empresa gestora de los derechos de imagen de los toreros).

Unos defendían su porcentaje en lo que el Plus paga por televisar la feria mientras las empresas echan cuentas (si antes era un 20 por ciento, ahora ronda el 56) y miden el riesgo de perder poder. Eso también está en juego para los reyes del entramado taurino. Ya con el tiempo al límite, entre las cuerdas de la prórroga que concedió la Diputación, Simón hizo públicos el jueves los carteles. Apuntó a seis toreros del G10 y se dará por televisión. Todo en orden. Aparente y ficticio. La Feria de Fallas dista mucho de un serial de calidad, a años luz de la creatividad y en las antípodas de lo que más necesitamos ante esta crisis estranguladora: talento para recompensar al aficionado el desembolso en taquilla. Que el espectáculo sea acontecimiento.

Así, resuelto el primer combate de la guerra, me quedo con la sensación de que perdemos todos. Entiendo que los toreros demanden sus derechos, entiendo que los empresarios saquen cuentas (que no conocemos y no podemos valorar). Pero, en toda esta polémica sale perjudicado el auténtico artífice de la Fiesta. ¿Alguien habrá pensando en el que paga por el espectáculo?

En época difícil, sangrienta para los bolsillos, seguimos echando a la gente de las plazas.