Bruselas

Turquía deportó a uno de los yihadistas y Bélgica lo liberó

Jalid y Brahim El Bakraui, junto a Najim Laacharoui
Jalid y Brahim El Bakraui, junto a Najim Laacharouilarazon

Brahim El Bakraui ha sido identificado como el presunto autor suicida del atentado en el aeropuerto internacional de Zaventem, en Bruselas, en tanto que su hermano Jalid El Bakraui fue el que perpetró el ataque en el metro de Maelbeek, informó hoy la Fiscalía federal. Las células que atentaron en París atacan el corazón de Europa ► Nueve españoles heridos, tres ya dados de alta ► Turquía detiene a 13 presuntos terroristas de Estado Islámico ► Bruselas, estado de sitio en un centro de poder zombi ► Tras la pista de los cómplices de Salah ► Occidente pide una «respuesta global» contra el terrorismo

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Las Fuerzas de Seguridad belgas podrían estar otra vez en la picota y enfrentarse a un nuevo descrédito internacional. Según el presidente turco, Recep Tayyip Erdogan, uno de los yihadistas inmolados en Bruselas, Ibrahim El Bakraoui, fue deportado a Bélgica desde Turquía en junio de 2015, pero las autoridades belgas le pusieron en libertad tras ignorar las advertencias del Gobierno turco sobre el peligro que representaba. «Uno de los autores de los ataques de Bruselas es una persona que detuvimos en junio de 2015 en Ganziatep, y fue deportado. Informamos a la Embajada belga sobre la deportación el 14 de julio. Bélgica lo dejó libre», indicó Erdogan en una rueda de prensa en Ankara. «Pese a nuestras advertencias de que esta persona era un combatiente extranjero, Bélgica no pudo determinar sus vínculos con el terrorismo», precisó el presidente turco.

Erdogan señaló que el supuesto terrorista fue deportado a Países Bajos a petición del propio sospechoso. «También informamos a Países Bajos», añadió Erdogan. Con lo que, al final, se pone de manifiesto una falta de coordinación entre las autoridades belgas y holandesas.

El presidente turco no mencionó el nombre del supuesto yihadista detenido y sólo lo describió como «uno de los autores del atentado de Bruselas». Sin embargo, varios medios turcos aseguran que se trata de Ibrahim El Bakraoui, de nacionalidad belga, que ha sido identificado junto a su hermano Khalid entre los terroristas suicidas que se inmolaron el martes en el aeropuerto y en el metro de Bruselas.

Las autoridades belgas, cuando informaron ayer sobre la identidad de este kamikaze muerto en el aeropuerto de Zaventem, aseguraron que no estaba fichado por delitos relacionados con el terrorismo, al igual que su hermano. En declaraciones a la cadena VRT, el ministro belga de Justicia, Koen Geens. recalcó que «no hubo una extradición» de Ibrahim a Bélgica, sino que se trataría más bien de «un reenvío a la frontera siria por parte de Turquía».

Pero lo cierto es que ambos hermanos eran viejos conocidos de la Policía, pues habían sido condenados por varios delitos comunes. En 2010, Ibrahim fue condenado a nueve años de prisión por haber disparado co un Kalashnikov a un agente durante un robo. Mientras, su hermano Jalid fue sentenciado a cinco años por sutraer un vehículo en 2011.

Las controvertidas palabras de Erdogan se producen después de que la semana pasada la Unión Europea firmara con Ankara un polémico acuerdo para la deportación de los refugiados sirios interceptados en las islas griegas. Erdogan ha puesto precio a este pacto a través de dinero (6.000 millones de euros) y contraprestaciones políticas (liberalización de visados y apertura de nuevos capítulos en el proceso de adhesión a la UE). No se sabe hasta qué punto estas duras acusaciones pueden enturbiar las relaciones entre los Veintiocho y Ankara.

Los cuerpos de seguridad belgas ya se enfrentaron el pasado noviembre a multitud de críticas por no haber sido capaces de evitar los atentados de París, diseñados en suelo belga, y por numerosas redadas y detenciones que se saldaron sin la captura de Salah Abdeslam, el único autor material de la masacre de París todavía vivo. Una falta de resultados asociada a la ausencia de coordinación entre las diferentes Fuerzas de Seguridad belgas, reflejo de la fragmentación de poderes en un país fuertemente descentralizado en el que las comunidades flamenca y valona conviven de espaldas una a la otra.

Este debate nacional se vio también salpicado por la existencia de leyes obsoletas (prohibición de practicar detenciones por terrorismo a partir de las nueve de la noche), falta de información por parte de la Fiscalía belga y el debate sobre el barrio bruselense de Molenbeek, convertido en un auténtico santuario de combatientes yihadistas. La relación entre Francia y Bélgica tampoco vivió sus mejores momentos durante esos días e incluso se llegó a acusar al país que alberga a las instituciones europeas de ser un «Estado fallido».