Unión Europea

Miedo a perder la soberanía

Balazs Ujvari, experto del Instituto Real de Relaciones Internacionales de Bruselas

La Razón
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¿Qué es lo que se puede aprender del bloqueo al CETA de Valonia?

En cierto modo, la situación es bastante similar a lo que hemos visto en el contexto de las negociaciones del TTIP. Las preocupaciones también se sitúan en los mismos puntos, especialmente en lo concerniente a la creación de un sistema jurídico que dirima las disputas entre empresas y Estados. Sustituiría al sistema actual, que se ha usado durante cinco décadas. Estamos en un momento en el que cada vez es más difícil actuar sobre la soberanía de un Estado. Se entiende que existan preocupaciones entre los Gobiernos nacionales cuando se negocian acuerdos como éstos. La gente tiene miedo de que los países pierdan su soberanía, de que sean incapaces de defender sus leyes o sus posiciones frente a los inversores.

¿Cómo se ha quedado la credibilidad de la UE tras el bloqueo de Valonia?

Siempre hay reticencias con respecto a estos acuerdos y siempre se pueden encontrar métodos para superarlas. Lo primero que pensé cuando Valonia manifestó sus dudas con respecto al CETA es que se encontraría una solución en las siguientes 24 horas o 48 horas. No creo que la polémica en torno al bloqueo del CETA por parte de Valonia afecte negativamente a la credibilidad europea. El comercio es una competencia europea. Los Estados miembros no pueden negociar acuerdos de este tipo con terceras partes que no sean europeas, son pactos que se negocian colectivamente. Hemos visto un aumento del euroescepticismo, una regresión mayor a un pensamiento a nivel nacional, etc., pero, por ejemplo, ni Alemania ni Francia pueden ir a sentarse a la mesa con China para hablar sobre inversión o comercio de mercancías. Todo el mundo entiende eso, así que no creo que tenga ningún impacto en su credibilidad.

¿Cómo afecta la firma del CETA a los próximos acuerdos de la UE?

En lo que concierne al TTIP (acuerdo transatlántico con Estados Unidos), las preocupaciones están centradas en los tribunales que dirimirán los enfrentamientos entre los Estados y las compañías. El problema es que Canadá es un país de unos 30 millones de personas y, aunque tiene su importancia, posee un peso mucho menor que Estados Unidos. Si han surgido esos conflictos con respecto a un acuerdo con Canadá, seguro que surgirán durante la negociación con EE UU, una economía mucho mayor con un sector agrícola e industrial mucho mayor. Por tanto, está garantizado que muchos Estados miembros de la UE manifestarán sus inquietudes con respecto a las negociaciones del TTIP.