Elecciones en Francia

Valls da por «muerto» al Partido Socialista y se suma a Macron

El socialismo francés vivió ayer un nuevo capítulo de su desintegración al ofrecerse el ex primer ministro como candidato a La República en Marcha, el partido del nuevo presidente, que deberá decidir ahora si le acepta en sus listas. Los sondeos vaticinan que el PS perderá más de 250 escaños.

Imagen de archivo de 2005 Manuel Valls, cuando era primer ministro, conversando con Macron, entonces ministro de Economía
Imagen de archivo de 2005 Manuel Valls, cuando era primer ministro, conversando con Macron, entonces ministro de Economíalarazon

El socialismo francés vivió ayer un nuevo capítulo de su desintegración al ofrecerse el ex primer ministro como candidato a La República en Marcha, el partido del nuevo presidente, que deberá decidir ahora si le acepta en sus listas. Los sondeos vaticinan que el PS perderá más de 250 escaños.

La llegada al Elíseo de Emmanuel Macron ha provocado un auténtico terremoto político en Francia que obliga a todos los partidos a posicionarse en el nuevo escenario. El primero en hacerlo fue ¡En Marcha! (EM), el movimiento creado por el líder social liberal para ganar las presidenciales, que ha sido rebautizado como República en Marcha para acceder a la financiación electoral y garantizar una mayoría favorable al nuevo presidente de la República en las legislativas del 11 y el 18 de junio.

Ayer fue el turno del ex primer ministro socialista Manuel Valls, que pidió el voto por Macron incluso antes de celebrarse la primera vuelta tras perder las primarias del Partido Socialista (PS) frente al izquierdista Benoît Hamon. El dirigente nacido en Barcelona anunció en una entrevista con la cadena RTL que daba la espalda al PS y se sumaba al «macronismo». «Voy a ser candidato de la mayoría presidencial y me inscribo en este movimiento», aseguró tras constatar que «el Partido Socialista está muerto, pero no así sus valores, por lo que debe ser superado». Valls, que asegura compartir «la mayor parte» del programa de presidente electo, considera que «hoy lo esencial es dar una mayoría amplia y coherente a Emmanuel Macron para que pueda gobernar» el país.

Aunque no resulta una sorpresa, el movimiento de Valls asesta un duro golpe a un débil PS abierto en canal por sus divisiones internas. Si bien apoyaron en la segunda vuelta a Macron para frenar a la ultraderechista Marine Le Pen, no todos sus dirigentes ven con buenos ojos dar un cheque en blanco al nuevo inquilino del Elíseo. El ala más centrista, en la que se encuadra Valls, quiere formar parte de la futura mayoría gubernamental, mientras que el sector más izquierdista, encabezado por Hamon, apuesta por presentar una dura oposición al nuevo Gobierno. Entre ambos grupos existe aún una tercera corriente partidaria de negociar con el «macronismo» ley por ley en el Parlamento. Como resultado, los socialistas se ven ya condenados a encadenar a su reciente desastre en las presidenciales (6,30% de apoyos en la primera vuelta) una dura derrota en las legislativas, para las que los sondeos les conceden un 9%, apenas 28-43 escaños frente a los 295 actuales. Una debacle que los colocaría como el quinto partido de la Asamblea Nacional, por detrás del Frente Nacional y la Francia Insumisa de Jean-Luc Mélenchon, empeñado en arrebatar al PS la hegemonía de la izquierda francesa.

El anuncio de su ex primer ministro pilló ayer a los socialistas precisamente aprobando su programa electoral para las legislativas, y fueron muchos los que le calificaron directamente de tránsfuga. En un aviso a aquellos que quieran seguir los pasos de Valls, el primer secretario del PS, Jean-Christophe Cambadélis, recordó que la doble militancia no se contempla. «Quieren apoyar a un Gobierno que aún no se ha constituido y permanecer al mismo tiempo en el Partido Socialista. Si optan por hacer otra cosa, que lo digan, pero no representan más que al 5% del partido». Al ex primer ministro, sin nombrarlo, le dijo que «si algunos quieren marcharse y singularizarse, que lo hagan, pero que nos dejen trabajar a los demás».

Según el texto adelantado por France Presse, los socialistas presentarán a las elecciones un programa más centrista que el de las presidenciales, «un contrato claro para Francia, una izquierda constructiva y solidaria». Los socialistas renuncian por ejemplo a las promesas de Hamon de abandonar el combustible diésel y la energía nuclear y dibujan las primeras «líneas rojas» a Macron (reforma por decreto del código del trabajo y anulación del impuesto de solidaridad sobre las grandes fortunas y bienes inmuebles).

El ex jefe de Gobierno de François Hollande hasta el pasado diciembre, en cambio, no teme ser expulsado. «¿El Partido Socialista excluirá a un ex primer ministro que siempre fue leal? ¿Sin nunca haber excluido o puesto en cuestión a los que votaron en contra de las leyes de finanzas o que le prepararon mociones de censura?», aseguró Valls en una clara alusión al obstruccionismo de Hamon a las reformas del Gobierno de Hollande.

Menos diplomático, el portavoz del candidato socialista al Elíseo, Alexis Bachelay, ironizaba en un mensaje en su cuenta de Twitter al decir: «Espero que Brutus y Judas no vayan a solicitar la adhesión a En Marcha». Ni los más fieles a Valls quieren secundarle en su aventura. Éste es el caso del alcalde socialista Luc Carvounas. «Yo soy un progresista reformista, pero también un socialista ligado a su partido y sus valores», explicó.

Más allá del comprensible malestar entre sus filas, lo cierto es que el transfuguismo del ex primer ministro socialista no ha entusiasmado a los hombres de Macron. En una primera reacción, el portavoz del presidente electo, Christophe Castaner, señaló a France Info que el hecho de que «progresistas de la importancia de Manuel Valls quieran unirse a nosotros es una buena noticia», para precisar a continuación que «su candidatura no es automática y tiene que inscribirse como el resto» de aspirantes a concurrir en las listas electorales de cara a las cruciales elecciones de junio, en las que Macron buscará consolidar el apoyo a su movimiento para formar una mayoría de gobierno que le permita sacar adelante su agenda reformista.

Más concreto fue Jean-Paul Delovoye, que en declaraciones a BMFTV aseguró que, en caso de materializarse, la candidatura de Valls «sería analizada». «Debemos verificar si está inscrito en ¡En Marcha! y si ha depositado su candidatura o no», explicó Delovoye antes de revelar que el partido ya tiene a un candidato para la circunscripción Evry, por lo que «tendremos que decidir si la mantenemos o no». Y el plazo para el díscolo líder socialista expira mañana a mediodía, cuando La República en Marcha dará a conocer oficialmente sus aspirantes a los 577 escaños de la Asamblea Nacional francesa.

Pero el Partido Socialista no es el único que se encuentra inmerso en una fuerte crisis. Los Republicanos, que han encomendado la dirección de las legislativas a un moderado, François Baroin, se recuperan aún de los turbulentos meses preelectorales, cuando su candidato, François Fillon, eliminado en la primera vuelta de las presidenciales, se vio salpicado por una investigación judicial por malversación de fondos públicos. «En las legislativas e enfrentarán cinco fuerzas políticas. Un bloque dinámico de izquierda radical, los restos del maltrecho Partido Socialista, que probablemente se dividirá entre los que apoyen y los que se opongan a Macron, el partido del presidente, y los bloques de derecha y extrema derecha. Todavía no está claro cuántos diputados salientes se unirán al partido de Macron. Las negociaciones están ocurriendo en este mismo momento», explica a LA RAZÓN Arnaud Mercier, profesor de la Universidad París II.