Religion

El cardenal Amato preside la beatificación de 26 mártires capuchinos

Fueron fusilados cuando la persecución religiosa arreció al comienzo de la Guerra Civil

La ceremonia de beatificación se celebró ayer en la Catedral de Barcelona
La ceremonia de beatificación se celebró ayer en la Catedral de Barcelonalarazon

Fueron fusilados cuando la persecución religiosa arreció al comienzo de la Guerra Civil

El prefecto de la Congregación por las Causas de Santos, el cardenal Angelo Amato, presidió ayer en la Catedral Basílica Metropolitana de Barcelona la beatificación de 26 mártires capuchinos, según informó el Arzobispado de Barcelona. Concelebraron el acto el cardenal de Barcelona, Lluís Martínez Sistach y el vicario general y ministro del Orden de los Frailes Menores Capuchinos, fra Mauro Jöhri.

El Papa Francisco autorizó el pasado junio a la Congregación a promulgar el decreto que reconoce el martirio del fraile Federico de Berga y 25 compañeros, un proceso de beatificación que se inició en los años 50.

Desde ayer, los nombres de fray Prudencio de Pomar, fray Eloi de Bianya, fray Ciprià de Terrassa, fray Miguel de Bianya, fray Jorge de Santa Pau, fray Modest de Mieres, fray Ángel de Ferreries, fray Rafael de Mataró, fray Feliu de Tortosa, fray Agustín de Montclar,fray Anselm de Olot, fray Benigno de Canet de Mar, fray Tarsicio de Miralcamp, fray Marçal de Vilafranca, fray Vicente de Besalú, fray Zacarías de Llorenç del Penedès, fray Buenaventura de Arroyo Cerezo, fray José de Calella, fray Timoteo de Palafrugell, fray Eudald de Igualada, fray Alejandro de Barcelona, fray Martín de Barcelona, fray Doroteo de Vilalba, fray Remigio de Papiol, fray Pacià María de Barcelona, y fray Federic de Berga pasaron a inscribirse en el libro de los santos, después de un proceso documental que se inició en los 50.

Todos ellos se refugiaron con sus familias, o en casas de acogida, cuando la persecución religiosa arreció al comienzo de la Guerra Civil. Y todos, cuando fueron detenidos para ser fusilados, no renegaron de su fe, sino que se entregaron a la vida eterna.

La persecución contra la Iglesia Católica durante la Guerra Civil no solo fue en contra de los derechos fundamentales de miles de personas, muchas de las cuales fueron asesinadas, sino que también se ejerció contra bienes y objetos considerados símbolos de la religiosidad, dañando o destruyendo gran parte del patrimonio.