Teatro

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La Cubana saca las joyas para reírse de los nuevos ricos

Mercè Comes es la sospechosa habitual de La Cubana en la obra
Mercè Comes es la sospechosa habitual de La Cubana en la obralarazon

La compañía presenta su primer musical al uso basado en un sainete de Santiago Rusiñol.

Ser y aparentar deberían ser lo mismo, al menos socialmente. Si alguien se viste de gorila, ruge como un gorila, y se golpea el pecho como un gorila, debería ser considerado un gorila y punto, y encerrado en un zoo, puesto que parece evidente que eso es lo que quieren ser y no hay nada más falso que «lo que somos realmente». No somos nada realmente. En esta época y en todas las épocas, siempre ha parecido ridícula esa pretensión de los nuevos ricos de vestirse de ricos para parecerlo, como si serlo no fuese suficiente. Y es ridículo, pero también real, hay que aparentar lo que uno quiere ser y los nuevos ricos querían ser, sobre todo, ricos, para qué engañarse. Y esta pretensión, en manos de La Cubana, reyes del disfraz, da para puro deleite.

La mítica compañía regresa con «Gente bien», su primer musical propiamente dicho, basado en un sainete de Santiago Rusiñol en que la mofa recae en esos desesperados nuevos ricos y sus ansias de aparentar. Tanto es así que los personajes del montaje llevan hasta 30 kilos de joyas. ¿Falsas? Lo importante de las joyas no es que sean verdaderas o falsas, sino que hagan reír. Puede que no, pero aquí es el efecto que consiguen.

El Coliseum acoge a partir del jueves un montaje en que se canta, se baila, se cambia de vestuario y se bebe mucha agua ya que los 15 actores del montaje interpretan hasta 162 personajes. Y para ello necesitan más de 190 pelucas. Dividido en cuatro actos, que representan cuatro épocas diferentes, de 1917 a 1951, 1980 y 2017, en la que vemos cómo la vida y la necesidad de aparentar se van transformando dentro de la burguesía industrial catalana. En 1917, se compran títulos nobiliarios y se habla castellano. En 1951 se relacionan con personalidades influyentes del franquismo. En 1980 se hacen socialistas y compran inmuebles. Y en 2017, fingen ser independentistas. Adaptación al medio lo llamó Darwin. Puro teatro, lo llama La Cubana.

Lo que no cambia es su vis cómica, su transformismo cabaretero y su capacidad de hacer que el público participe en una gran fiesta, siempre sin salir de los códigos del musical al uso. La música, en este caso, es obra de Joan Vives, que se ha inspirado en las operetas de principios del siglo XX para hacer más grande esta farsa sobre la farsa y que hará las delicias de los fans de La Cubana.