Violencia de género

Golpea hasta la muerte a su pareja y se entrega 24 horas después

El hombre, de 71 años, tapó a Raquel, de 63, con un vestido y se fue a la comisaría de Getafe.

El Grupo de Homicidios se ha hecho cargo de la investigación
El Grupo de Homicidios se ha hecho cargo de la investigaciónlarazon

Un hombre de 71 años se ha entregado en la Comisaría de Getafe (Madrid) diciendo que había matado a su mujer, que fue hallada muerta en su domicilio con varios golpes en la cabeza.

El caso de Raquel es especialmente triste porque parece que todo el mundo sabía que sufría malos tratos pero nadie, empezando por ella misma, hizo nada. Su asesino había aireado por el barrio sus intenciones de acabar con la vida de la que había sido su compañera los últimos años y mostraba la pistola que llevaba encima al que no le creía, aunque parece que no la utilizó. María Raquel Castaño tenía 63 años y su relación con Francisco Pando, de 71, había comenzado no hace más de ocho años, según sus allegados. Algunos apuntan a que ella trabajaba en el polígono de Colonia Marconi; otros que no, pero que sí era prostituta. O, al menos, lo fue antes de conocer a Paco. No eran una pareja estable y las broncas eran el pan nuestro de cada día en el interior de su casa: el 1º1 de la calle Oeste, 1 de Getafe. En el edificio eran conocidos por ser los «vecinos raros»: desaliñados (él muy delgado y con barba larga; ella, siempre con zapatos de plataforma y mucho más gruesa que él), borrachos casi a diario y, sobre todo, por la suciedad que acumulaban en el piso. Al parecer, tenían muchos gatos, algunos hablan de 25 –que se los llevó ayer la protectora municipal– y el mal olor que desprendía por no limpiar bien los excrementos de los animales, debía ser insoportable. Sus peleas eran habituales. «Sobre todo se la oía gritar a ella. Le insultaba y se oían como golpes de muebles», asegura una de las vecinas quien, confiesa, que una vez le vio el ojo morado y ésta le dijo que Paco le había tirado una silla. Sin embargo, no dio cuentas a nadie más.

Paco ya llevaba tiempo comentando en el barrio que la iba a matar porque no se iba de su casa. Al parecer, la relación ya estaba rota desde hacía mucho pero ella no quería abandonar el piso porque no tenía dónde ir. Nadie pensó que pudiera ir en serio hasta ayer. Los vecinos tienen claro cuando fue la última gran bronca: la madrugada del lunes al martes, a eso de las 2.30 horas. Los gritos volvieron a despertar a todos e incluso lo comentaron entre ellos al día siguiente. Estarían hora y media de trifulca. Incluso un vecino, que vive en otro bloque pero su terraza da muy cerca, escuchó a Raquel pedir socorro. Tampoco hizo nada.

Ella, de comportamientos raros, solía bajar a comer a los bancos frente a su portal y a veces tiraba basura por la terraza, según una afectada. Pero el martes ya no la vieron. A Paco sí se le vio pero nadie notó nada más raro de lo habitual a pesar de que el cadáver de Raquel estaba en su casa. Ya en la madrugada del martes al miércoles el hombre se presentó en la comisaría de Getafe para confesar.

Los agentes acudieron al domicilio y comprobaron que no mentía. Paco le había puesto un vestidito por encima a modo de sábana que la cubría y tenía, al menos, un fuerte golpe en la cabeza. Una Unidad de Ayuda Domiciliaria (UAD) del Summa acudió a requerimiento policial para que un médico confirmara el óbito. La autopsia determinará ahora cuánto tiempo llevaba muerta y cómo falleció.

El detenido tenía antecedentes por malos tratos de 2011 y 2012. En el primer caso Raquel no pidió orden de protección y, en el segundo, no quiso denunciar. Los servicios sociales del Ayuntamiento eran conocedores de su situación porque en 2011 una trabajadora social se puso en contacto con la víctima «para desplegar todos los servicios municipales de referencia» pero ella los rechazó. No hicieron más. Ahora han decretado dos días de luto oficial.