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El marido y el amante

La Razón
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El 28 de mayo de 2016, en San Siro, del sorteo de Mónaco apenas quedará el eco estadístico de los finalistas. Ambos habrán llegado al final del viaje por sus méritos y por una relativa suerte, siempre presente en estos lances. Formados los ocho grupos después de mil cábalas, los emparejamientos son de perogrullo: sencillos y complicados. Entre los primeros se solazan Atlético y Valencia, que ven mucho más claro el pase a octavos que el Sevilla, castigado por el azar. Sobre el papel, el Madrid y el Barça avanzarán sin excesivas dificultades; aunque en el caso madridista la competencia del PSG por la primera plaza es lo más inquietante. Di María añadirá picante a la confrontación, que en este deporte da rienda suelta a la imaginación con batallas colaterales: Mourinho-Casillas, Llorente-Juventus, Luis Enrique-Roma y, naturalmente, Di María-Bernabéu. Partidos en los que el morbo merodea, sobre todo en las salas de Prensa. Nada nuevo.

Decía Balzac que «es más fácil quedar bien como amante que como marido; porque es más fácil ser oportuno e ingenioso de cuando en cuando que todos los días». En ese rectángulo de 105 por 68, se exige cumplir al ciento por ciento en cada partido porque los descuidos se pagan con la eliminación. Mantener vivo el ingenio durante 90 minutos es imprescindible y aprovechar las oportunidades, vital. Salvo que Ashley Madison diga lo contrario, un marido atento y cumplidor es lo que requiere este escenario. Con tantos millones de euros como hay en juego, en «Champions» huelgan las aventuras.