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Encaje de bolillos

La Razón
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Pedro Sánchez ha desvelado sus intenciones. Convocará el Comité Federal el día 1 para plantear una alternativa a Rajoy: «el gobierno del cambio». Es su particular encaje de bolillos. Esta técnica de encaje textil consiste en entretejer hilos que inicialmente están enrollados en bobinas –los bolillos– para manejarlos mejor. A medida que progresa el trabajo, el tejido se sujeta mediante alfileres clavados en una almohadilla, que se llama «mundillo». Pues bien, Sánchez está dispuesto a clavar alfileres en la almohadilla y no pincharse los dedos. Quiere iniciar la ardua tarea de cruzar todos los hilos para conseguir su objetivo. No lo tiene fácil porque, sencillamente, no es fácil.

Su propuesta de «cambio» pasa inexorablemente por Podemos. Sumaría así 156 escaños. Visto lo visto, parece que los errejonistas apostarían por alcanzar este acuerdo. No está tan claro que Iglesias le baile el agua. Sin embargo, si Iglesias dice «no» tendrá que cargar con la losa de «ser el culpable de las elecciones y de que Rajoy pueda gobernar», sin contar la tensión interna. Sánchez lanceará a Ciudadanos, que se perfila como un toro difícil de lidiar. A fecha de hoy, los naranjas no están por la labor de acercarse a Podemos, aunque algunos de sus dirigentes están atragantados con Rajoy. La cuestión es si se mantendrán en su actual posición.

Conseguir el acuerdo con Podemos se antoja, por tanto, básico para los intereses del secretario general del PSOE. Sería su primer encaje. Si Ciudadanos se descuelga quedan los nacionalistas e independentistas. Tienen entre todos 22 diputados. Sin contar Bildu, aunque se antoja un oxímoron que los abertzales se unan al «no» del PP. Sánchez no buscará un pacto con PNV, ERC y la antigua Convergència, pero les pondrá en la tesitura de decidirse: O yo, o Rajoy, o terceras elecciones. Si las elecciones vascas le sonríen y el PNV le necesita para gobernar el País Vasco tendrá cinco diputados más. Si no le sonríen, los nacionalistas vascos también le podrían apoyar para cambiar el escenario de relaciones con Madrid. Urkullu ha dicho por activa y por pasiva que con Rajoy las cosas han ido de mal en peor. Ese es el alfiler de Sánchez.

Los independentistas catalanes han movido pieza. Sánchez puede ser su salida. Con Rajoy están abocados al referéndum unilateral de independencia que no gusta a una parte del PDC –Homs y su segundo, Carles Campuzano, lo han dejado entrever– y no cuenta con el entusiasmo de ERC. Además, la antigua Convergència reniega de unas terceras elecciones porque vislumbra otro porrazo. Aparcar el referéndum es un mal menor. Los independentistas pueden aparcarlo a la espera de un nuevo escenario en Madrid. Esa es la clave. De momento, Sánchez se pincha este alfiler en el dedo, pero Compromís trabaja para ayudar a sacárselo. Sobre todo, con los más reacios, con ERC. Sánchez tiene una ventaja en este galimatías. El día 28, Puigdemont habrá superado la moción de confianza y cogerá aire.

Llegados a este punto, los hilos empezarían a tejerse y los alfileres estarían en el «mundillo». «Todos contra Rajoy», es el leitmotiv, la almohadilla de Sánchez. En su partido algunos levantarán las cejas, otros se morderán los nudillos y los más se comerán las uñas, pero pocos levantarán la voz. En el PSOE, votar a Rajoy –permitirle que gobierne– es un trágala que nadie quiere asumir. De hecho, nadie lo ha dicho en el Comité Federal. Y menos, en puertas de un congreso. El que lo haga quedará chamuscado ante la militancia. Y esa será la última carta del secretario general. ¿Apoyas al gobierno del cambio o quieres que el partido se abstenga en la investidura de Rajoy? La pregunta es letal para los críticos. Sánchez tendrá entonces los alfileres en el mundillo y el encaje terminado.