Enrique López

La masa y el individuo

La Razón
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La democracia no es sólo una forma de gobierno, sino también un estilo de vida que se va conformando a partir de la práctica de valores como los que señala nuestra Constitución (libertad, justicia, igualdad y pluralismo político), y por tanto, es algo que se aprende y se construye día a día; pero no se inventa día a día. En España, se ha instalado un debate público sobre la necesidad de una regeneración democrática, en el que se pretende una revisión profunda de nuestro modelo de Estado, la arquitectura institucional, modelo electoral, etc. No seré yo quien niegue que nuestro sistema democrático puede y debe ser actualizado, mas esto no puede servir para generar una suerte de narrativa que justifique que todo está por hacer y que todo se debe revisar. Si introducimos el término regeneración democrática en un buscador, nos encontraremos con cientos de propuestas, lo cual es bueno; pero el error consiste en imputar el mal uso que hayan podido hacer de las instituciones y sus procesos determinadas personas, a las propias instituciones, justificando reformas innecesarias y casi siempre interesadas. Algunos se presentan como los salvadores de la patria y de sus gentes, dispuestos a aportar soluciones para evitar el fracaso de nuestra democracia. La democracia no está en riesgo en España, no está falta de calidad; lo más necesario es que los que tienen o puedan tener responsabilidad de gobierno en cualquier ámbito, intenten superar sus necesidades curriculares personales y de partido, y piensen en las reales de los ciudadanos. Sé que esto es idílico, y como tal, un tanto infantil creer en ello, pero lo que más acerca una democracia formal a una real es esto, y no el populismo oclocrático, que dominando a la masa pretende legitimarse como modelo ideal. Siendo como somos energía espiritual, si la mayor parte de los políticos concentraran las suyas en pensar en el ciudadano, los pactos proliferarían por doquier, y sería muy fácil cualquier acuerdo. Lo peor de todo es que este natural e incluso legítimo egoísmo del político partidista se enmascara en la protuberancia y ensalzamiento de aquello que debe inspirar la real democracia, eso sí, cada uno desde su personal óptica. En cualquier caso, la democracia no se inventó ayer, ni se va a descubrir mañana; decir que el ciudadano es el sujeto fundamental de la democracia ofende por obvio, sin embargo cuan lejos está de la realidad este principio, y cuan alejados están algunos del respeto al individuo y sus derechos por encima del masa. En España hacen falta políticos de individuos y no de masas, sobran siglas y faltan buenas ideas. Pensar que las necesidades del ciudadano pasan exclusivamente por reformas estructurales de nuestro sistema democrático es no querer reconocer la realidad. Los ciudadanos nos preocupamos sobre la base de percepciones, pero también de realidades, y es a éstas a las que hay que prestar atención, porque las primeras son alimentadas a veces sobre bases artificiales. No demos la razón a George Bernard Shaw cuando decía que «la democracia es el proceso que garantiza que no seamos gobernados mejor de lo que nos merecemos».