PSOE

Madina, Trevín y medio PSOE

La Razón
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El presidente del Principado de Asturias, el Sr. Javier Fernández, no se presenta a la reelección como líder de los socialistas asturianos, el Sr. Eduardo Madina anunció ya hace unos días su renuncia al acta de diputado como consecuencia de varios enfrentamientos con la nueva dirección socialista y, hace un par de días, el Sr. Antonio Trevín se ha sumado a esta cadena de abandonos.

Detrás de la salida de la política de estos tres referentes se vislumbra un mar de fondo de exclusiones y de discrepancias con el Sr. Pedro Sánchez, tanto de contenido político, como de las nuevas maneras que se han impuesto en la organización socialista.

Ellos se han ido, pero en muchos territorios se está intentando echar a aquellos que no apoyaron al secretario general en las elecciones primarias. De esta manera, en los congresos provinciales de la mayoría de las provincias andaluzas se han presentado candidatos alternativos ondeando la denominación de origen de «sanchistas».

En Aragón se están templando las espadas, la orden preparatoria la dio la Sra. Susana Sumelzo, cuando en una entrevista en un periódico regional afirmó que era necesario «renovar a los máximos representantes del PSOE-Aragón».

Es decir, que sólo en los procesos internos que fueron seguidos al congreso federal se respetó el orden natural de la vida política de las federaciones, la falta de tiempo para promover alternativas artificiales jugó a favor de los líderes autonómicos.

La cultura del PSOE, esa que para algunos es «carca» y pasada de moda, es una de lealtad al partido. Hay quien confunde el concepto con el sometimiento, pero eso es, sencillamente, no haber entendido nada de los 138 años de la historia del PSOE.

A otros, como al Sr. Gaspar Llamazares, las contradicciones se le han hecho tan difíciles de superar que ha decidido registrar un nuevo partido. Sobre estas cosas, ya el difunto Roberto Dorado, una de esas inteligencias superiores entregadas al PSOE y a La Moncloa con los gobiernos socialistas, sentó cátedra cuando, preguntado por unos disidentes socialistas que empezaban una aventura fundando un nuevo partido, espetó al periodista: «Fuera de la fe no hay salvación».

Es decir, irse del PSOE para embarcarse en un nuevo periplo es impensable en la vieja y denostada cultura socialista, no se sabe si también para la nueva manera de entender el Partido Socialista, sólo lo hubiéramos sabido con otro resultado en las primarias.

En definitiva, los mejores activos se van y a los que pueden mostrar algún éxito electoral en la calle se les quiere echar.

El equipo próximo al Sr. Sánchez siente alivio cuando abandonan sus responsabilidades públicas quienes no le han apoyado. Es un grave error, porque las venganzas en política cumplen la ley inexorable del efecto boomerang. Además, cuando uno se rodea sólo de quien no rechista, es incapaz de escuchar fuera de su círculo los gritos discrepantes.

Una de las anécdotas parlamentarias más conocidas de Práxedes Mateo Sagasta fue su respuesta a un veterano general conservador que intentó ningunear una iniciativa suya en el hemiciclo llamándole «diputadito, ingeniero modestísimo a quien allá en Zamora nadie conoce por otro nombre que el del puente». Sagasta, sin perder la templanza, le contestó: «No creo que tenga nada de particular que siendo ingeniero yo y habiendo construido un puente, el del puente, me llamasen. ¡“El del puente” y a mucha honra! Sin embargo, no podrá nadie llamar a su señoría “El de las batallas”, porque no ganó ninguna».

Un poco de respeto a los que han ganado sus presidencias autonómicas en las urnas no le vendría mal al PSOE.